Usted está aquí: martes 4 de julio de 2006 Opinión Colapso del IFE

Editorial

Colapso del IFE

A más de 24 horas del cierre de las últimas casillas, la elección realizada el domingo en el país parece empantanada e incierta, tanto como el destino de las instituciones en los meses próximos. Los resultados que están a la vista han sido impugnados por una de las partes, las sospechas se multiplican y los sofisticados mecanismos de información rápida, ideados por la autoridad electoral para dar certidumbre, se han convertido en factores de escepticismo. Tal es el resultado de la insubordinación de los partidos ante el Instituto Federal Electoral (IFE) y de la incapacidad de la dirección de ese organismo para conducir el proceso en orden y armonía.

Ciertamente, los elementos que confluyeron en el actual panorama están en el escenario desde hace mucho tiempo. Las sospechas de manipulación de los resultados no tendrían la fuerza que tienen si el gobierno federal no se hubiera empeñado en el acoso al candidato presidencial del Partido de la Revolución Democrática y en el respaldo al de Acción Nacional; el encono del momento sería mucho menos acentuado si los propios aspirantes no se hubiesen trenzado en duelos de lodo y el IFE habría dispuesto de mayores márgenes de autoridad si el PRI y el PAN no hubieran marginado al resto de los partidos en el nombramiento de los responsables electorales; aun así, el árbitro de la contienda habría llegado en mejor posición a la jornada de anteayer si en los meses previos hubiera demostrado firmeza, independencia y apego a la legalidad.

El hecho es que el presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, no fue capaz a las ocho ni a las once de la noche del domingo de presentar resultados, así fuera parciales, ni de ofrecer una explicación puntual de las tendencias en los sufragios. Con ello la propia autoridad electoral demolió de inmediato la credibilidad de su propio Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), que se encontraba ya a la vista de la ciudadanía; generó la duda de si actuaba en acatamiento a la exigencia formulada poco antes por el PRI y llevó a muchos a preguntarse si las cifras no se presentaban simplemente porque eran consideradas impresentables. Los integrantes del comité técnico del conteo rápido comparecieron para no explicar nada y, para colmo, Ugalde extendió el compás de incertidumbre al próximo fin de semana.

Ayer por la tarde, mientras Felipe Calderón se aferraba a los números del PREP y su partido, el PAN, exigía una improcedente declaratoria de triunfo con base en ellos, el aspirante perredista, Andrés Manuel López Obrador, cuestionaba esas cifras, exhibía actas que no corresponden con su asiento en los resultados preliminares y señalaba un faltante de cerca de tres millones de votos en las cuentas oficiales. Poco después, en un comunicado, el IFE hizo referencia a un misterioso "archivo de inconsistencias" que sugiere una operación de rasurado del padrón electoral.

Todo apunta a que el grupo en el poder, las cúpulas empresariales y los conglomerados mediáticos, respaldados por dos de los partidos perdedores ­el PRI y Nueva Alianza­, se aprestan a proclamar el triunfo de Felipe Calderón Hinojosa y a convalidar una elección que requiere una revisión exhaustiva y una limpieza profunda. Si no se procede así, se dará pie a una gravísima fractura en la sociedad y se dará margen al surgimiento de escenarios de ingobernabilidad que son lo que menos conviene al país en la hora presente.

 
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