Usted está aquí: martes 4 de julio de 2006 Economía El flujo de dólares ayuda a construir carreteras para nadie

El flujo de dólares ayuda a construir carreteras para nadie

Si México quiere detener la decadencia de algunas poblaciones, necesita hacer algo más para canalizar recursos a inversiones productivas

Economist Intelligence Unit /The Economist

Ampliar la imagen En México el gasto público en infraestructura para la generación de electricidad, carreteras, vías férreas, plantas de agua, etc., fue una tercera parte menor en 2004 que 10 años antes, de acuerdo con Merrill Lynch. En la foto, presa El Cajón Foto: Notimex

Ampliar la imagen El presidente Vicente Fox supervisa las obras de la presa El Cajón Foto: Notimex

El Cargadero es una pulcra población rural en las desérticas montañas que rodean la ciudad de Zacatecas. El pueblo luce razonablemente próspero. Las calles están pavimentadas y las aceras limpias y libres de basura. A muchas de las casas de concreto, la mayoría de un solo piso, les han dado una mano de pintura y ostentan nuevas rejas en las ventanas.

Pero a mediodía de un viernes de junio el pueblo se encuentra vacío, excepto por un grupo de ancianos en la plaza principal. ''Sólo los viejitos se quedan aquí'', dice José Herrera, agricultor que cultiva maíz y frijoles apenas suficientes para alimentar a su familia.

Herrera es uno de los casi 500 habitantes que permanecen en El Cargadero. Dos mil de sus ex vecinos están en Anaheim, suburbio de Los Angeles, y sólo regresan en vacaciones. Eso así, su impacto se ve de inmediato en la estrecha calle principal. Un techo de acero corrugado flota sobre la plaza, proyectando sombra sobre un letrero que dice: Plaza Cívica El Migrante. Cubos de basura de mala calidad, cuidadosamente adosados a los muros de piedra, llevan la inscripción: ''Donado por el club social de El Cargadero''. Todas estas mejoras -más las calles pavimentadas- han sido posibles mediante un programa gubernamental de autoasistencia conocido como Tres por Uno, en el cual las autoridades federales, estatales y municipales, en conjunto, ofrecen tres dólares por cada dólar que la asociación remite al lugar de origen de sus miembros.

Entornos decorosos para pueblos medio vacíos: la paradoja puede verse una y otra vez en los asentamientos que rodean Zacatecas. Y se repite en otros centros históricos de la migración mexicana a EU: Jalisco, Guanajuato y Michoacán, así como en estados sureños como Oaxaca y Chiapas, que han comenzado a despoblarse en fechas más recientes. Y la paradoja ha llegado a ser incluso más drástica como resultado de tendencias migratorias de largo plazo.

México ha crecido, pero no tan rápido como para crear los empleos necesarios para los jóvenes que entran al mercado laboral. Y ante el atractivo que siguen ejerciendo los salarios estadunidenses, no ha cesado de aumentar el número de los que cada año salen a cubrir empleos de bajos salarios en la agricultura, construcción y en el sector de servicios. En la medida en que ese número se incrementa, el monto de los recursos que envían a sus hogares se eleva.

De acuerdo con Jesús Cervantes, jefe de estadísticas del Banco de México, el total de las remesas llegó a 20 mil mdd en 2005, en comparación con casi 4 mil mdd en 1995. A juzgar por las actuales tendencias, dice Cervantes, este año el monto podría alcanzar 25 mil mdd. Parte del incremento se explica por las mejoras en las mediciones. México estableció un programa para que los bancos pudieran reportar remesas en 2000 y lo convirtió en obligatorio dos años después.

Pero, además, los migrantes se ven alentados a enviar sus remesas a casa porque la velocidad de la transmisión electrónica ha mejorado y los pagos de comisión son más baratos. Hace 10 años sólo la mitad del dinero era remitido por medio de transferencias electrónicas y un monto similar se enviaba a través del sistema postal o en las bolsas y maletas de los parientes que regresaban. En la actualidad, 9 de cada 10 dólares son enviados a su destino por un clic de computadora.

La competencia entre docenas de compañías de remesas y un buen número de bancos que están entrando al mercado ha provocado la baja de las tasas de comisión a un promedio de 3% por un cheque de 300 dólares, en comparación con de 7% a 14% hace siete años.

Las remesas son la tercera fuente de divisas extranjeras después de las manufacturas y el petróleo, incluso después de que el precio del crudo se incrementó al equivalente de casi 60% de las exportaciones de petróleo durante el primer trimestre de este año. La importancia económica de las remesas está en ascenso, en especial en los estados agrícolas más pobres, como Michoacán, donde representan 15.3% del PIB; Oaxaca (8.6%) y Zacatecas (8.5%).

Programas como Tres por Uno están diseñados para encauzar más recursos a la inversión. El problema es que si México quiere detener la decadencia de poblaciones como El Cargadero, necesita hacer algo más para canalizar recursos hacia inversiones productivas.

Rodolfo García Zamora, economista de la Universidad de Zacatecas y experto en migración, dice que en pueblos como El Cargadero la mitad de las casas están vacías. El campo circundante está salpicado de casas vacías aún más grandes, construidas por migrantes nostálgicos para su retiro. ''Esas poblaciones parecen mausoleos'', afirma García Zamora.

El remedio puede estar en camino. García espera que el creciente interés del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo podría ser un catalizador, y destaca la reciente aprobación por parte del BID de un préstamo de 7 mdd para el programa Tres por Uno que se destinará al financiamiento de empresas.

Aun así, los montos son pequeños y podrían no ser suficientes para atender la dimensión de empleos necesarios. García teme que las remesas desaparezcan poco a poco, en parte porque la segunda generación de mexicanos tiene una identificación más débil con su lugar de origen. Los miembros de las asociaciones tienden a ser de más de 40 años, dice. ''Todo el mundo cree que esos flujos van a continuar por siempre, pero la experiencia en otras partes sugiere que bajarán."

Además, es difícil saber qué proyectos podrían funcionar en pueblos como El Cargadero. Un intento de diversificar el cultivo de durazno no tuvo éxito, en parte por las sequías periódicas. En los años setenta se echó a andar con subsidios gubernamentales una pequeña empresa, diseñada para clasificar y empacar la fruta, pero hace tiempo fue abandonada. ''Es un monumento a la improvisación'', dice García. ''No programaron dónde iban a vender el producto."

Mientras tanto, los que aún son jóvenes ya hacen planes para escapar. En el cercano Jomulquillo, otro pueblo desierto engalanado de casas bonitas, las ventas en el supermercado de Leo Pérez son bajas. Pérez, un taciturno hombre de 28 años, dice que el pueblo tiene mucho mejor aspecto que cuando su familia abrió la tienda, hace 11 años.

Dos puentes con brillantes cercas amarillas pasan sobre el arroyo que divide al pueblo y todas las calles han sido pavimentadas. Pérez no descarta que las cosas puedan mejorar para los 200 residentes del pueblo, pero no es probable que él esté ahí para atestiguar alguna mejoría. Los papeles de Pérez están en la embajada de EU en la ciudad de México. Cuando regresen, espera poder salir con su esposa y sus dos hijos para reunirse con el resto de la familia en California.

FUENTE: EIU

Traducción de textos: Jorge Anaya

 
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