Usted está aquí: martes 20 de junio de 2006 Opinión Efectos secundarios en reclusión

Teresa del Conde

Efectos secundarios en reclusión

En la Sala de Arte Público Siqueiros (Tres picos 29, Polanco) se exhibe un importante conjunto de documentos, cartas, telegramas, etcétera. referidos a la época en la que David Alfaro Siqueiros estuvo preso (aunque no por primera vez), entre 1960 y 1964, en su condición de dirigente comunista y del comité por la libertad de los presos políticos.

Hay algunos Siqueiros ''de la cárcel" en exhibición, por cierto magníficos, además de fotografías, el famoso poema de Neruda y la reproducida fotografía tras las rejas con la mano izquierda extendida hacia fuera. Entre los documentos destacan mensajes de Picasso, Cesare Zavattini, Ignacio Alvarez, Ramón Vargas y Alberto Híjar, quien con otros especialistas logró exhibir varias obras de Jacobo Silva, preso político recluido en el penal de La Palma en Almoloya de Juárez.

La mayoría de las obras de Silva son siqueirianas y por supuesto que en su quehacer pictórico él no ha contado con las facilidades en cuanto a material, tiempo y espacio que obtuvo el pintor de relieve internacional que fue David. Sobre este otro preso, pero en el Cereso de Aguascalientes, escribió una breve obra de teatro que simula ser una visita onírica de El Coronelazo a su celda.

Esta persona no es preso político, pero su reclusión obedece asimismo a efectos que algo pueden tener que ver con ello, en todo caso, es ''chivo expiatorio", no culpable. Escribí sobre su situación al informarme de la muestra Arte y prisión, auspiciada por Itala Schmelz, directora de la Sala de Arte Público Siqueiros.

El preso en cuestión, al que me referí en esta sección el pasado 2 de mayo, es Luis Maldonado Manzanilla, quien me solicitó que diera a conocer su nombre, cosa que ahora hago. Escribe incesantemente y ahora se ocupa de realizar un ensayo largo sobre Gericault, a propósito del cuadro La balsa de la medusa, que se le ha convertido en símbolo de su propia condición.

Al igual que Jacobo Silva, Maldonado es casado. Tiene dos pequeñas hijas que lo visitan, junto con su mujer, los domingos por la mañana. Y también, como Silva, pinta y dibuja como resultado de la reclusión, pero a diferencia de éste, su predilección es escribir cartas. Las que me dirige, pródigas en erudición, principalmente en materia de historia del arte, forman ya un legajo de unas mil cuartillas. Muchas revelan los efectos del encerramiento y la introspección, en su mayor parte van ilustradas con dibujos que glosan el estilo de José Luis Cuevas, quien fungió como testigo en su boda, debido a que ambos forman parte de la llamada ''casta divina" yucateca.

No siempre respondo a sus misivas (tendría que dedicarme a ello de tiempo completo), pero me consta que es capaz de disentir -inclusive de mis criterios- así como de afirmar, por ejemplo, su veneración a Juan García Ponce y en general a los artistas de la Ruptura.

En ambos, Silva y Maldonado, hay incursiones surrealistoides, más que surrealistas, lo que resulta natural debido a la proclividad hacia la asociación libre desatada en quienes se encuentran imposibilitados para llevar a cabo actividades cotidianas ''normales". En los dos hay también un cierto ''progreso" formal, producto del tiempo transcurrido en el encierro. Una reclusión que ya va por más de cuatro años y medio, en el caso de Maldonado; los tres primeros transcurrieron en el Reclusorio Norte.

Silva ha afirmado por escrito: ''pinto, porque pintar es mirar y pensar más allá de las palabras, con los lienzos, los colores, las formas y las texturas". En Maldonado priva la moción del escrito y de analizar el propio ámbito en el que se encuentra, así como la sicología de quienes por ahora lo comparten. En el único texto de Silva que conozco y que está publicado hay alusión a Descartes. Maldonado, que en filosofía e historia tiene amplia preparación, conoce bien a Kant, a Hegel y a Schopenhauer. Le permiten tener siete libros a la vez, que van rotándose una vez leídos.

Estos son los efectos secundarios de la reclusión en dos personas que se antojan comprometidas y vitales aun dentro de sus respectivas condiciones. Una de las pinturas de Silva se titula En busca del tiempo perdido.

La exposición de Silva va prologada por Alberto Híjar. Y si Maldonado llega a presentar alguna integrada por pinturas y dibujos (aunque a diferencia de la de Silva no sea ''de mensaje") se la prologaré yo. Ambos tienen ya algunos coleccionistas de sus obras.

 
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