Usted está aquí: martes 20 de junio de 2006 Opinión Alternancia y alternativa

José Blanco

Alternancia y alternativa

Por cuanto la democracia es un método de selección de representantes y de autoridades ejecutivas operado por la ciudadanía, requiere de una pugna de aspirantes por los votos ciudadanos y, por tanto, involucra una lucha de proyectos.

Es cierto que, en la actualidad, la lucha de proyectos se ha reducido a una contienda de descalificaciones y de imágenes, pero la ciudadanía, a pesar de su bajo nivel medio educativo, no deja de intentar saber sobre las propuestas de los candidatos. Los ciudadanos no son asnos pasivos manipulables al antojo de los candidatos.

La mayoría llevó a cabo una alternancia en el año 2000, porque no quería más PRI, pero se topó con el hecho de que detrás de la alternancia no había una alternativa de proyecto, sino una continuidad fundamental respecto a los gobiernos de De la Madrid, Salinas y Zedillo.

Un voto por el PAN el próximo 2 de julio es un voto por la certidumbre: las mismas líneas de gobierno hoy vigentes bajo el gobierno de Vicente Fox. Un voto por Roberto Madrazo es un voto perdido. Un voto por Andrés Manuel López Obrador es un voto por la incertidumbre.

Sigue siendo enteramente diáfano que el problema de México, el más profundo y complejo, que involucra un universo de causales, es la desigualdad social sin adjetivo posible con cual calificarla. Por eso la certidumbre que representa un voto por Acción Nacional representa la seguridad de que la desigualdad continuará corroyendo las bases de la convivencia social e impidiendo el desarrollo. Habrá, sí, la continuidad del "combate a la pobreza", como la hubo con Solidaridad, Progresa y Oportunidades, programas con los que ni la pobreza ha disminuido con alguna significación social, mientras la desigualdad sigue creciendo en el mismo mar ignominioso.

Por esas razones es hora de una nueva alternancia, a fin de que especialmente los ciudadanos pobres -la inmensa mayoría- puedan experimentar si, además, es una alternativa. Una alternativa por el desarrollo y una alternativa contra la desigualdad. El voto incierto por López Obrador debe tener ahora su oportunidad.

López Obrador tiene que demostrar que el desarrollo es posible, que el abatimiento de la desigualdad -proceso que llevará décadas- es constatable, y que ello ocurre en el marco de un estado de derecho. De no ocurrir ello, la sociedad mexicana se volverá estructuralmente inestable y los movimientos antisistémicos crecerán como expresión de esa inestabilidad: algunos intentarán estériles asaltos al "palacio de invierno", otros se harán la perfectamente falsa ilusión de que realizar algún tipo de política fuera del Estado (en la "sociedad civil"), efectivamente los ubica fuera del Estado.

Como ha ocurrido con los gobiernos priístas modernizadores y con el actual del PAN, un voto por la continuidad de este partido también significa darle nuevas oportunidades a unos neoliberales que imaginan una gobernabilidad en la que las demandas sociales y económicas pueden ser puestas fuera de la política.

El desencanto de masas en los procesos de transición democrática tiene igualmente el riesgo de una despolitización acentuada, base ideal del surgimiento de un nuevo autoritarismo regresivo. Las reformas del Estado, a fin de que la democracia se vuelva crecientemente participativa, como la relección de diputados, senadores, presidentes municipales, quizá gobernadores; la revocación de mandato en la ley, los mecanismos de creación obligatoria de mayorías en el Congreso, el referéndum, la consulta popular, el plebiscito son otros tantos mecanismos de la democracia que resultan urgentes a la sociedad mexicana.

La eficacia y la eficiencia en el gobierno son una condición sine que non de una alternativa efectiva. Sin alcanzar los objetivos de desarrollo, de educación, de salud, de abatimiento de la desigualdad, de empleo, estaríamos en el mismo desastre del presente, donde todo es deterioro: en lo social, en lo educativo, en lo ecológico, en la falta increíble de infraestructura. Un gobierno eficaz y eficiente no es un gobierno hiperquinético que aborda los problemas casuísticamente y que anda todo el día con "la gente". Es un gobierno que opera con base en un conocimiento profundo de los problemas que debe resolver. Por eso no puede ser un gobierno de "gente de confianza", o de cuates. Un compromiso real con el país, y el conocimiento efectivo de los problemas, son los requisitos.

Por último, creo necesario apostar además a otra más que incertidumbre promesa: Alternativa Socialdemócrata. Es preciso llevarla al Congreso. Es un partido que puede ser la semilla de la formación de una nueva clase política. Es cosa de oír a Patricia Mercado y a su gente para darse cuenta de que estamos frente a ciudadanos mexicanos hoy políticamente excéntricos: un perfil que nada tiene que ver con lo que conocemos como "político mexicano", con todas las honrosísimas excepciones que quiera usted enlistar. Este partido, además, planteará en el Congreso asuntos que los demás partidos no se atreven a veces ni a nombrar.

 
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