Usted está aquí: sábado 17 de junio de 2006 Opinión Atenco: herida que debe curarse

Elena Poniatowska

Atenco: herida que debe curarse

A pesar de la distracción del Mundial, a pesar de estos bellos días de sol antes del 2 de julio, somos muchos los que estamos preocupados por lo que sucedió en Atenco y nos alarma el trato a los presos en el penal de Santiaguito. Muchos académicos, científicos, escritores y artistas exigimos que se detenga el sufrimiento y el ultraje a los presos, y muchos consideramos insano el clima en que vivimos en víspera de las elecciones. Urge tranquilizar los ánimos y atender las demandas de:

- Libertad inmediata.

- No pago de fianza.

- Retorno de las fianzas pagadas.

- Castigo a los culpables.

- Disculpa pública.

Otras demandas serían la reintegración de derechos a los extranjeros expatriados, la restitución de bienes y arreglo de los daños a las casas de Atenco allanadas por los 2 mil policías (de los cuales sólo nueve han sido sancionados), cuya brutalidad salta a la vista condenada en casi 30 países. Veintinueve observadores de siete países que conforman la Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos recogieron testimonios y manifestaron su preocupación por la violencia extrema.

Evaluar el costo que significa no atender peticiones de agredidos nacionales y extranjeros sería otra de nuestras peticiones. La imagen de México ha sufrido un serio deterioro, y el abuso y la brutalidad de la policía mexicana se condena no sólo entre los jóvenes de las universidades del mundo, sino en la prensa y en las instituciones legales y educativas.

Pedimos también recibir información sobre los menores que ingresaron al Consejo Tutelar del Menor Quinta El Bosque, Zinacantepec, estado de México. De 10 encarcelados faltan dos.

Al igual que el juez ante quien se presentan los amparos, el gobernador del estado de México y el procurador de Justicia son los responsables de dar solución a la iniquidad del caso Atenco. Si hubiera pruebas en contra de los manifestantes, exigimos que el proceso se haga a la vista y, sobre todo, tenemos la conciencia absoluta de que en Atenco se aplicó la tortura de Estado: sexual, sicológica y física.

El horror de las muertes del adolescente Javier Cortés y de Alexis Benhumea, asesinados por el gobierno, quedará para siempre en el ánimo de los mexicanos. A Alexis Benhumea, de 20 años, el impacto de un cartucho lacrimógeno, lanzado la mañana del 4 de mayo, le causó una doble fractura de cráneo. Tanto Alexis Benhumea como el adolescente menos conocido Javier Cortés son los detonadores de un movimiento social en el que destacan los ideales de los jóvenes mexicanos. Alexis permaneció 15 horas en una vivienda después de haber sido herido, porque el cerco policiaco impidió que se le atendiera.

Se habría salvado de haber recibido atención médica inmediata, pero en vez de ello permaneció 34 días en el hospital con muerte cerebral.

Al igual que los estudiantes en 1968, Alexis Benhumea es un mártir. El paliacate y el machete colocados sobre su féretro lo emparentan a los zapatistas, los del pasado y los de la actualidad.

Imposible olvidar que las mujeres fueron violadas, imposible olvidar los golpes, las vejaciones; imposible olvidar los toletes, los palos, las armas de fuego. No sólo los defensores de derechos humanos están indignados, allí está también la voz valiente de Ofelia Medina y sus Mujeres sin Miedo, Todas somos Atenco.

 
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