Usted está aquí: sábado 17 de junio de 2006 Deportes En vez de festejos, la ciudad de México vivió una tarde gris

Las pantallas en el Zócalo se apagaron 35 minutos antes del final

En vez de festejos, la ciudad de México vivió una tarde gris

La desesperación apareció en aficionados que abarrotaron cantinas

AGUSTIN SALGADO

Ampliar la imagen Decepción de aficionados en una cantina del Distrito Federal tras una falla del Tri Foto: Francisco Olvera

En la plancha del Zócalo capitalino las pantallas se apagaron 35 minutos antes del silbatazo final y nunca se dio el grito de gol, que cientos de aficionados esperaban ansiosos para dar rienda suelta a su alegría.

La lluvia se sumó a la falta de anotaciones y lo que prometía ser un viernes de festejo se convirtió en una tarde gris, en la cual apenas un centenar de aficionados se congregó en la columna del Angel de la Independencia.

Dos "postes" en el marco africano provocaron un dejo de frustración, y si bien al final del partido hubo algunos reclamos en contra de los jugadores, la esperanza de acceder a un cuarto partido no desapareció.

"Llegamos a cuatro puntos y con uno que le saquemos a los portugueses aseguramos el pase a la segunda ronda. No hay tanto problema. Fue cosa de tiempo y mal tino", reflexionó un aficionado en el centro de Coyoacán.

Negocio redondo

El Mundial sólo se vive cada cuatro años, por tanto había que aprovecharlo al máximo: los dueños de bares y cantinas ingeniaron todo tipo de promociones, los partidos políticos apostaron a sus militantes en avenidas y plazas públicas para repartir propaganda, mientras las tiendas de artículos deportivos ofrecieron "al costo" sus mercancías.

Todo lo que fuera verde estaba de moda y si se acertaba al marcador se accedía -en una cantina del Centro Histórico- a un descuento de 50 por ciento. Nadie predijo el cero a cero y las notas de consumo se pagaron completas.

En un bar de Coyoacán no había gancho que dejará abierta la posibilidad de reducir costos, pero una enorme pantalla fue suficiente para que se atiborrara de hinchas.

En otros lugares había que predecir la hora y el responsable de la primera anotación. Los más mencionados fueron Bravo y Franco. Quien acertara ganaba una botella de licor, que resurgirá intacta el próximo miércoles.

Instalados en el crucero de la Diana Cazadora, en avenida Reforma, simpatizantes de Nueva Alianza invitaron a los automovilistas a "apoyar al equipo de todos". Vestidos con camisetas de su agrupación, los jóvenes invadieron el espacio de los limpiaparabrisas y cada señalización en rojo la aprovecharon para repartir volantes "con su plataforma política".

El precio de la playera del Tri variaba; había de 900 pesos, originales y con el escudo grande, "tal como la que portan los jugadores", pero también por 80 pesos era posible adquirir una en la calles del Centro Histórico.

Más pantallas

En el centro de Coyoacán también hubo una pantalla gigante, igual que en el Monumento a la Revolución, el Parque México, en la Condesa, y la explanada de la Alberca Olímpica, en la delegación Benito Juárez.

Muchos oficinistas y pocos estudiantes optaron por un bar del centro de Coyoacán.

La confianza de inclusive go-lear a Angola se fue reprimiendo conforme avanzaba el partido.

En los momentos de letargo muchos aprovecharon para pedir más bebidas. Antes del intermedio hubo espacio para lamentar otro error: Franco falló en el área chica. La desesperación entre los aficionados comenzó a surgir.

Así, tras oportunidades sin gloria, el grito de gol se fue ahogando en las gargantas, y ni siquiera Kikín Fonseca, quien fue vitoreado en el bar, pudo hacerlo estallar.

A minuto 79, la expulsión de un angoleño agrandó la esperanza, pero se agotó con los últimos momentos del encuentro.

La lluvia hizo que se apagaran las pantallas en las plazas y se convirtió en el preludio de un 0-0 que para muchos fue frustrante.

La Secretaría de Seguridad Pública reportó saldo blanco y todos coincidieron con Oswaldo Sánchez en que nadie "quedó contento" con el resultado.

 
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