Usted está aquí: viernes 16 de junio de 2006 Opinión Los límites de la democracia neoliberal

Gilberto López y Rivas

Los límites de la democracia neoliberal

Recientemente se presentó en México el excelente libro de Roberto Regalado, América Latina entre siglos: dominación, crisis, lucha social y alternativas de la izquierda (Ocean Press, 2006), que ofrece elementos teóricos para una discusión de fondo sobre los límites de la democracia que el neoliberalismo impone a escala planetaria. Con respuestas nuevas a viejos dilemas, Regalado desarrolla uno central que se expresa en el interrogante que Rosa Luxemburgo planteó en su tiempo: ¿reforma o revolución?, y que hoy, como ayer, identifica dos posiciones dicotómicas en las que finalmente se alinean los variados y heterogéneos agrupamientos de las izquierdas contemporáneas.

Ante la vaciedad de planteamientos de fondo en los procesos electorales sobre los grandes problemas nacionales y mundiales, la vulgarización de la política, la orfandad de utopías y referencias estratégicas, la acción decisiva de los grandes electores que constituyen los poderes fácticos, y ante el agravamiento del conflicto de dominación que se expresa en la recurrencia del Estado al uso de los aparatos represivos y judiciales para intentar contener a los movimientos populares, se evidencia que la "administración de la crisis" capitalista que ofrece la izquierda institucionalizada, sin cambios estructurales ni perspectivas de acumulación de fuerzas del polo nacional popular, no es una alternativa que pueda transformar la realidad de miseria y explotación en la que se encuentran inmersos millones de seres humanos.

Regalado sostiene que desaparecieron de manera definitiva las condiciones que en periodos ya rebasados de la historia del capitalismo permitieron llevar a cabo reformas sociales progresistas y, en consecuencia, la vía de reforma gradual está agotada. "El esquema de acumulación del capitalismo senil que rige los destinos de la humanidad sólo es -y solo será- compatible con el acceso al gobierno de fuerzas políticas que garanticen la continuidad del proceso de concentración trasnacional de la riqueza y el poder político" (p. 5). En las actuales circunstancias de trasnacionalización, los estados nacionales de los países periféricos pierden cada vez más la capacidad de ejercer el poder político real dentro de sus propias fronteras, conduciéndose en realidad como gerentes o administradores de corporaciones, capataces que conservan el orden interno y garantizan la docilidad de la fuerza de trabajo, la extracción de recursos naturales y estratégicos y que, en esencia, pueden ser considerados estados de traición nacional.

En este contexto y como demuestran los casos de Brasil, Chile y Uruguay, es factible que agrupamientos de izquierda (autorreferenciados o así considerados por otros) lleguen a gobiernos locales, estatales y aun nacionales, siempre y cuando estos gobiernos dejen intactas las bases de reproducción del capitalismo y no alteren los equilibrios regionales y mundiales impuestos por la sujeción económica, política y militar de Estados Unidos y sus aliados locales. De esta manera, las perspectivas de "cambiar el sistema desde adentro", el posibilismo, la tercera vía, el "capitalismo con rostro humano", "el capitalismo democrático y redistributivo", sostenidas por los reformistas, en lo que resulta que quienes son trasformados son los propios reformadores, convertidos en instrumentos útiles del capitalismo, como sujetos políticos sistémicos, que, paradójicamente, logran un mayor grado de "gobernabilidad democrática".

El otro debate concomitante es sí es factible que ocurran otros procesos revolucionarios en el futuro inmediato de América Latina, además de los que tienen lugar en Venezuela y Bolivia (donde se está dando una ruptura con el sistema de dominación), y el que se ha mantenido vivo en Cuba, pese al criminal bloqueo imperialista y la desaparición del campo socialista. Regalado advierte sobre las dificultades de esta opción, dado el carácter depredatorio del imperialismo encabezado por Estados Unidos y su política agresiva a todo gobierno o movimiento popular que se sitúe en contra de su supremacía mundial.

Pero precisamente son estas condiciones extremas que conllevan los actuales procesos de explotación capitalista las que inciden en la agudización de sus contradicciones antagónicas e insolubles, las cuales a su vez provocan, con especial frecuencia y persistencia en América Latina, la emergencia de luchas populares y movimientos sociales de nuevo tipo y la construcción de alternativas políticas de izquierda que tendrán que inscribirse en las páginas de la revolución, tales como el EZLN, la otra campaña, el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil y mucho otros que con iguales características cuestionan los poderes establecidos y a la izquierda institucionalizada, desde la autonomía y la construcción de un nuevo tipo de poder popular que descanse en las propias fuerzas, "sin intermediarios, burocracias, políticos profesionales, clase política, Mesías o tlatoanis que decidan por otros" (Gilberto López y Rivas, "Alternancia o revolución: he ahí el dilema", Rebelión, 3 de junio de 2006).

Hoy, más que nunca, la izquierda transformadora y anticapitalista debe definir su futuro en algún tipo de socialismo, que parta sin duda de una critica de fondo a lo que fue el "paradigma soviético", que incorpore las grandes enseñanzas que la democracia del autonomismo indígena zapatista con su "mandar obedeciendo" está ofreciendo al mundo, que se fundamente en una sustentabilidad ecológica que detenga la actual catástrofe mundial, que contenga, como señala Regalado en su obra, "el enfoque de género, el respeto a la preferencia sexual de cada ser humano, el aprovechamiento de la diversidad cultural de todos los pueblos y otros problemas teóricos y prácticos incorporados al marxismo contemporáneo" (p. 214).

 
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