Usted está aquí: miércoles 14 de junio de 2006 Política México: república exhausta

Luis Linares Zapata

México: república exhausta

Después del cuarto de siglo de estancamiento, tanto la sociedad como la fábrica nacional, están exhaustas. Los mexicanos han resistido, a pie firme y no sin un grado de indiferente culpa, los traspiés, errores garrafales y corruptelas cabalgantes de sus elites directivas. Las estructuras básicas de soporte productivo se han deteriorado por la falta de mantenimiento y la astringencia de nuevas inversiones para ponerlas en consonancia con un crecimiento acelerado.

Quebrado en su cohesión social por la injusticia de un neoliberalismo a ultranza, México se encamina a la renovación de poderes en medio de un ambiente por demás polarizado. La disputa por el poder ha llevado a la sociedad a escindirse entre dos visiones contrapuestas sobre el rumbo a seguir. Una que propone la conservación del modelo en boga. Una que ofrece continuar por la ruta marcada desde hace ya varias administraciones sucesivas; y, otra, de cambio profundo, que plantea la sustitución no sólo de los grupos y personas que encabezarían tal esfuerzo transformador, sino de las modalidades, los programas y el espíritu con el que se conducen los asuntos públicos. Una que busca modificar los términos del intecambio productivo y social para hacerlo más justo e independiente.

Al intentar la crítica de la actualidad, las posiciones que adopta una de las partes en pugna se cargan, hasta con fiereza, a la derecha del espectro ideológico. Cobijada bajo las siglas del Partido Acción Nacional, viene concitando en su derredor y por clara confluencia de intereses a otros actores que se formaron y llegaron a puestos de mando dentro del priísmo. Miembros conspicuos de pasadas gestiones federales, cuyos desempeños los identifican con enclaves tecnocráticos, ya bien catalogados en la historia reciente del Institucional. Fueron éstos los que guiaron al PRI y lo precipitaron a una flagrante ruptura con sus tradicionales votantes, hombres y mujeres que le dieron, durante largos años, el apoyo suficiente para gobernar al país. Fueron ellos también los que colaboraron, de manera por demás activa, en el reparto desigual de los bienes públicos. Privilegiaron la integración de conglomerados con francas características monopólicas que han entorpecido y hasta deformado el crecimiento del país.

Una vez que entrevieron la posibilidad de un triunfo del abanderado del PAN en las urnas venideras, tales personajes creen, no sin cierta pena ajena, llegado el tiempo del abordaje. Han declarado sus coincidencias, han sumado sus apoyos a las posturas panistas que en realidad siempre mantuvieron dentro de su original formación partidaria.

Se va integrando así un trabuco bien emparentado con aquellos que usufructúan, con amplitud, poca gracia, resistencia al cambio y voraz apetito, la riqueza generada durante los pasados 24 años.

Para mantenerse en el poder, la derecha no ha reparado en métodos poco éticos y hasta ilegales para darle eficacia a su poco atractiva campaña electoral. Trata de controlar, con poca efectividad por cierto, sus espacios de concentración. Prefiere salones cerrados, auditorios cautivos, cenas de exquisitos en pos del financiamiento a escala y las técnicas mercadológicas trasterradas. A menudo recurre a burdas manipulaciones de los recursos públicos, sobre todo los propagandísticos, puestos a disposición del Ejecutivo federal. Ha ido contaminando el ambiente hasta el punto de bordear rupturas violentas. Ha obligado a sus oponentes ha responder de similar manera. Tanto el PRD como su coalición de apoyo han entrado a terrenos poco deseados por ellos. Y ahora se han trenzado en un forcejeo de medios y denuncias que van tensando todo a su derredor.

Uno de los afectados laterales por la ambición de la derecha es el PRI. No sólo lo han saqueado sin recato, sino que han obligado a sus directivos a moverse, sin el respaldo programático suficiente, hacia un centro tan inexistente como desfigurado. Los actuales rechazos de Madrazo al neoliberalismo poco enchufan con sus posturas anteriores, francamente inclinadas hacia los planteamientos emanados del acuerdo de Washington: privatizaciones, reformas a la energía, al fisco y al sector laboral propuestas por Fox y por anteriores priístas encumbrados.

Faltan pocos días para el 2 de julio. Ojalá no sean los suficientes para provocar una escalada mayor de agresiones. En la desesperación por garantizar su triunfo, la derecha ha desempolvado sus seculares arrestos golpistas, tramposos y represores. Los temores que ella misma ha insuflado en las clases medias acomodadas de las ciudades se han vuelto concretos referentes para muchos electores, afectados por la desenfrenada alharaca. Es hora de la prudencia extrema, la calma y la confianza en la sabiduría de la ya bien asentada preferencia popular.

 
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