Usted está aquí: miércoles 14 de junio de 2006 Deportes Francia y Suiza no convencieron; se enfrascaron en un adormecedor encuentro

Los aficionados lanzaron silbidos a los jugadores ante su falta de voluntad

Francia y Suiza no convencieron; se enfrascaron en un adormecedor encuentro

Es el cuarto partido consecutivo que los galos no marcan gol en una Copa del Mundo

AFP

Ampliar la imagen Thierry Henry se vio poco activo durante un partido bajo intenso sol Foto: Ap

Ampliar la imagen Las dos jugadas más cercanas al gol fueron a la meta del francés Fabien Barthez Foto: Ap

Stuttgart, 13 de junio. Francia y Suiza empataron sin goles en un adormecedor encuentro, cuyas acciones fueron reprobadas por los aficionados con silbidos ante la falta de voluntad de ambas selecciones por romper la monotonía, en la jornada de apertura del grupo G.

El cero en el resultado y en la calificación del espectáculo representó para el conjunto galo el cuarto encuentro consecutivo sin marcar gol en un Mundial, luego de haberse marchado de Japón-Corea del Sur 2002 con su anotador en blanco.

Los suizos se aferraron con disciplina a un esquema defensivo ultraconservador, pero paradójicamente tuvieron las dos únicas oportunidades de gol.

La primera fue un tiro libre lanzado por Tranquilo Barnetta que pegó en un poste, y la segunda un cabezazo a quemarropa de Daniel Gygax que tapó con las piernas el guardameta Fabien Barthez en la puerta del arco.

Un remate rasante y desviado de Vikash Dhorasoo sobre la hora fue la única maniobra de los franceses que llevó peligro.

Los galos y helvéticos jugaron a no jugar y renunciaron a poner ritmo al partido, sin brindar talento ni empeño por el espectáculo, a tal grado que varias veces estallaron rechiflas en las tribunas.

La actitud de ambos conjuntos fue estacionarse en el campo en posiciones casi fijas, evitar cualquier tipo de audacia con una cautela exasperante y limitarse a dejar que los minutos pasaran, mientras los aficionados caían en el sopor.

Para colmo Thierry Henry, uno de los pocos jugadores dotados para desequilibrar con su talento, parecía haber perdido súbitamente la fuerza y asemejaba usar el rollo de un periódico y no un botín para tirar a la portería.

¿Qué le sucedía a Henry cuando entraba al área como para fusilar al arquero Pascal Zuberbuehler y le entregaba una y otra vez el balón mansamente a las manos? ¿Llevó a la cancha balas de fogueo en lugar de plomo?

Para colmo Francia se veía forzada a atravesar una muralla de hombres que si no podían cortar la jugada en forma limpia, la emprendían a los golpes con los adversarios.

A Zinedine Zidane, por ejemplo, el único jugador de la cancha que al menos intentaba prender una luz de creación ofensiva, le aplicaron un plan sistemático que consistía en voltearlo cada vez que entraba en contacto con la pelota.

Siempre era Zidane el que buscaba encender la chispa, pero tampoco se lanzaba hacía el corazón del área para que le devolvieran una pared.

 
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