Usted está aquí: martes 13 de junio de 2006 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

Los barones de la bolsa le adelantaron la despedida a Fox

Ahora esperan los resultados de los comicios y que se les ''mande señales''

Ampliar la imagen El operador Ricardo Núñez durante la sesión de ayer en la bolsa mercantil de Chicago, donde el dólar aventajó al euro por sexto día FOTOReuters

La reeditada "novela rosa" del mercado bursátil mexicano adquiere ciertas tonalidades rojas, tras el lamentable balance del último mes, periodo en el que el Indice de Precios y Cotizaciones (IPC) de la siempre orgullosa Bolsa Mexicana de Valores se ha desplomado en cerca de 23 por ciento.

No terminaba la escandalosa fiesta organizada a principios de mayo pasado por los selectos inversionistas bursátiles (0.003 por ciento de la población económicamente activa del país) para celebrar los 23 máximos históricos que en 2006, hasta esa fecha, reportaba el IPC de la Bolsa Mexicana de Valores, cuando la cruda se les adelantó. Desde entonces, el principal indicador de la BMV ya no siente lo duro sino lo tupido.

Ayer tal índice cayó 4.3 por ciento, la proporción más drástica de los últimos cuatro años, e idéntica a la sonora despedida que los barones bursátiles dedicaron a Ernesto Zedillo cuando hacía maletas en Los Pinos, el 30 de noviembre de 2000.

Cuando las cosas caminan bien en el mercado mexicano de valores (léase el índice para arriba), los jilgueros oficiales y oficiosos celebran los resultados, y los achacan a la "fortaleza económica mexicana" y a "la inobjetable confianza de los inversionistas en el gobierno del presidente Fox". Cuando caminan mal, como ahora, entonces los causantes no son otros que los "ineludibles factores externos de los que el México globalizado no puede abstraerse".

El principal indicador de la BMV acumula un mes de retrocesos, lo que en estricto sentido debería preocupar a sus selectos inversionistas, esas 135 mil personas físicas y morales, aproximadamente, que han confiado a ese mercado su bienestar fiscal, económico y financiero. Sin embargo, cuando las ganancias crecen como la espuma nadie permite que se reparta una mínima porción del pastel, pero cuando truena el cuete especulativo -y tarde que temprano truena- entonces sí la factura se socializa.

Ahora que el Indice de Precios y Cotizaciones de la BMV reporta un pésimo comportamiento, los jilgueros recurren al viejo truco y se adelantan: como en breve se conocerá "una lluvia" de resultados de la economía estadunidense, al tiempo que crece la expectativa sobre un eventual aumento en las tasas de interés de aquel país, "los ineludibles factores externos" atacan de nuevo, y la economía mexicana -esa cosa rara que sin embargo se mueve y de la que mal come la mayoría de los mexicanos- resiente el embate.

El más reciente crack bursátil, el 19 de octubre de 1987, fue marcado por un evento eminentemente político: el destape, 15 días antes, del candidato priísta a la Presidencia de la República. Los barones de la bolsa pintaron su raya, recolectaron sus no escasas ganancias, evadieron al fisco y se sentaron a negociar con el nuevo "hombre fuerte" del país, chaparro, pelón y sin lentes. Y lo hicieron de maravilla.

En 1994, año en que todos vivimos el peligro, el comportamiento del mercado bursátil -una suerte de serpientes y escaleras, pero a lo bestia- estuvo condicionado por los delicados momentos políticos -que no fueron pocos- que vivió el país. Sin duda en el principal indicador de la BMV pesaron más los asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu, el levantamiento zapatista o el chantaje de Carpizo (me quedo, no me quedo en Gobernación), por citar sólo algunos pasajes, que las "buenas noticias" económico-financieras de la época, incluidas la del arranque del Tratado de Libre Comercio, el ingreso de México a la OCDE o la "solidez" de las principales variables macroeconómicas.

Ernesto Zedillo concluía su mandato constitucional, y los inversionistas bursátiles lo despidieron con una pronunciada caída en el principal indicador del mercado, "en espera de que el nuevo gobierno de Vicente Fox nos mande señales".

En todos los casos las ganancias se concentraron en los mismos de siempre, mientras la factura gentilmente se socializaba. No ha existido evento político en el país que no influya, para bien o mal, en el mercado mexicano de valores. El problema es que ganadores y perdedores siempre son los mismos, y no se requiere mucha ciencia para saber quiénes son los primeros y quiénes los segundos.

A 20 días de las elecciones, con el ambiente político terriblemente enrarecido y en vías de empeorar, en la recta final y con los caballos tan parejos, a los genios bursátiles no se les ocurre mejor idea que atribuir la caída del mercado a "los inevitables factores externos", o lo que es lo mismo ya pintaron su raya, le adelantaron la cordial despedida a Vicente Fox y se han sentado para conocer los resultados de los próximos comicios, "en espera de que nos mande señales".

Cuidado con la siguiente factura, porque el horno no está para bollos.

Las rebanadas del pastel:

Obligada precisión: "en realidad no existe el daño moral a Diego Zavalillo (Zavala y Felipillo), ya que carece de ella. El verdadero daño es al morral" (Rolando Sarmiento, [email protected])

[email protected] / [email protected]

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.