Usted está aquí: jueves 8 de junio de 2006 Opinión ¿Manos limpias con cuñado incómodo?

Editorial

¿Manos limpias con cuñado incómodo?

En el encuentro televisivo realizado anteayer entre los cinco candidatos presidenciales, el perredista Andrés Manuel López Obrador se refirió a los contratos obtenidos en el sector público por la empresa Hildebrando SA de CV, de la que es director Diego Hildebrando Zavala Gómez, y socia Margarita Zavala Gómez, cuñado y esposa, respectivamente, del aspirante panista a la Presidencia, Felipe Calderón Hinojosa. Parte de la sorprendente trayectoria de esa compañía había sido reseñada en estas páginas el pasado 20 de abril, bajo el titular "Cuñado de Felipe Calderón, ligado al programa de resultados del IFE". La verdadera dimensión de los negocios de los Zavala Gómez con el gobierno federal y algunos de sus organismos descentralizados es desmesuradamente jugosa ­facturó casi 700 millones de pesos el año pasado, principalmente por contratos con el sector público­ pero ha logrado que sus contribuciones fiscales sean extremadamente magras, hasta el punto que en el periodo fiscal anterior declaró cero utilidades gravables. Llama la atención, por otra parte, que durante el tránsito del actual abanderado presidencial panista por la Secretaría de Energía (Sener), Hildebrando SA de CV haya conseguido 20 contratos con el gobierno, 11 de los cuales fueron signados con Pemex, que depende de la Sener.

Si se lleva al límite la inocencia y la credulidad, los datos anteriores podrían constituir un rosario excepcional de coincidencias, de esas que no ocurren casi nunca. En todo caso, las autoridades estarían ante una situación tan atípica que se justificaría la sospecha de irregularidades ­el tráfico de influencias, en primer lugar­, y un elemental decoro institucional y político obligaría a emprender una investigación exhaustiva sobre la legalidad o ilegalidad de los contratos referidos.

Por desgracia, los antecedentes del grupo gobernante, del que Calderón Hinojosa forma parte, no dan margen a la confianza. El foxismo llegó al poder precedido por su fama de tramposo ­las ilegalidades de Amigos de Fox, para empezar­ y lo ha ejercido con un abrumador desaseo administrativo: las toallas de 4 mil pesos compradas por Carlos Rojas para los aposentos presidenciales; los colchones de 20 mil pesos adquiridos por el ex representante ante la OCDE, Carlos Flores; el empleo abusivo de recursos y bienes públicos para favorecer a la fundación Vamos México de Marta Sahagún; las cirugías plásticas con cargo al erario para la esposa del ex director de Pemex, Raúl Muñoz Leos; los manejos turbios de Laura Valdés Ruiz en la Lotería Nacional y de Carmen Segura Rangel en el Fondo Nacional de Desastres (Fonden); los oscurísimos tratos de Santiago Creel con Televisa para otorgar permisos de operación de casinos; los negocios multimillonarios realizados por los hermanos Bribiesca Sahagún, hijastros del Presidente, con bienes del Fobaproa, son, entre muchos otros, indicadores de que el actual es y ha sido uno de los gobiernos más corruptos de la historia reciente, y el más dispuesto a encubrir y a otorgar impunidad a sus integrantes cuando resultan descubiertos en alguna irregularidad. De los casos mencionados, en ninguno se ha buscado el esclarecimiento ni la procuración de justicia. En este sexenio, la Procuraduría General de la República se ha dedicado a perseguir a adversarios políticos, a fabricar culpables, a claudicar de sus responsabilidades ante la delincuencia organizada y a exonerar en automático a los allegados al poder.

En estricto sentido, la documentación divulgada ayer en torno al crecimiento inaudito, las ganancias astronómicas y la felicidad fiscal de Hildebrando SA de CV no es por sí misma prueba de delito, pero deja ver un patrón de multiplicación del dinero privado a expensas de las arcas públicas muy característico del foxismo.

Tal documentación coloca al gobierno saliente ante la disyuntiva de hacer lo que ha hecho siempre ­voltear hacia otro lado y entorpecer o bloquear la investigación cada vez que en sus dependencias se descubre una maniobra sucia­ o esclarecer los negocios del entorno familiar inmediato de su candidato oficial. Si opta por lo primero, la candidatura de Calderón Hinojosa podría colapsarse bajo el peso de su propio descrédito ­¿puede acaso presumir de "manos limpias" un aspirante presidencial con un cuñado tan incómodo?­; si se decide por lo segundo, corre el riesgo de descubrir que es cierto el señalamiento formulado anteanoche por López Obrador, en cuyo caso su adversario panista quedaría políticamente descalificado. Sea cual sea el sentido de la decisión, la opinión pública podrá saber muy pronto, y más allá de toda duda, si la pretendida limpieza de manos de Calderón Hinojosa es genuina, o si se trata de otra frase publicitaria hueca y mendaz.

 
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