Usted está aquí: miércoles 7 de junio de 2006 Opinión Los críticos del mesías tropical

Carlos Martínez García

Los críticos del mesías tropical

Llama la atención que el pretendido protestantismo de Andrés Manuel López Obrador haya provocado que varios analistas de la política mexicana traten el asunto y se hayan pronunciado en distintos sentidos sobre el mismo. El caso más reciente es el de Enrique Krauze, en cuyo ensayo ("El mesías tropical", Letras Libres, 6/06) se refiere al tópico mencionado. Pero lo que ha prevalecido en esos analistas políticos y periodistas es el desconocimiento acerca del cristianismo protestante/evangélico.

Tenemos el caso del escritor Luis González de Alba, identificado con la izquierda desde sus años estudiantiles. Un personaje como González de Alba, bien informado y crítico de otros cuando hacen mal uso de los datos y, por lo tanto, llegan a conclusiones erróneas, escribió en pocas palabras una serie de afirmaciones sobre el protestantismo que demuestran su profundo desconocimiento del tema.

Según este autor, López Obrador es un protestante vergonzante, que por estrategia política oculta su verdadera confesión religiosa, y afirmó que es presbiteriano (otros han dicho que es adventista), pero con su afirmación no aportó prueba alguna. En otros asuntos ha tenido el cuidado de referir la base fáctica de sus conclusiones, pero en este tema juzgó necesario nada más afirmar sin antes probar sus dichos.

Reproduzco una parte de lo escrito por el autor de, entre otros libros, Las mentiras de mis maestros y Los derechos de los malos y la angustia de Kepler: "De entre las Iglesias protestantes, la presbiteriana deriva de Calvino más que de Lutero. Se formó como parte de la Iglesia de Inglaterra, separada de Roma por Enrique VIII. Desde entonces su cabeza no es el Papa, sino el monarca reinante, hoy día la reina Isabel II... Inglaterra es una de las cinco potencias mundiales, potencia nuclear, militar, económica. ¿Queremos un Presidente que debe obediencia a la reina Isabel II de Inglaterra? O López Obrador es, quizá, presbiteriano de la rama fundada apenas el 10 de junio de 1983, en Atlanta, sede también de la Coca-Cola, refresquera que dona millonarios fondos a sus misioneros. Los cinco años de precampaña de López Obrador, que le dieron ilegal ventaja, ¿tuvieron fondos de la Coca a través de la Iglesia presbiteriana?" (Milenio Diario, 13/2/06).

Si esto dicen los que saben, imagínese el lector los desatinos y francas barbaridades que otros y otras han escrito sobre el protestantismo en México. ¿De dónde sacó Gonzáles de Alba eso de que la Iglesia presbiteriana es resultado de la ruptura de Enrique VIII con Roma? Cualquiera que haya estudiado las reformas protestantes y las radicales del siglo XVI sabe bien que la gesta de Calvino tiene orígenes distintos a la disputa del rey inglés con el Papa y que terminó en ruptura sobre quién debía ser la cabeza de la Iglesia. Los presbiterianos y reformados tienen organizaciones regionales y mundiales, pero son más de intercambio fraternal que centros de donde emanan directrices para obedecerse al pie de la letra. Este es el carácter de, por ejemplo, la Asociación de Iglesias Presbiterianas y Reformadas de América Latina, así como de la Alianza Reformada Mundial.

La Iglesia de Inglaterra (la anglicana) no tiene absolutamente ninguna relación de dominio o de autoridad sobre las presbiterianas. De la inmensa bibliografía que podemos recomendarle a González de Alba sobre los telúricos movimientos religiosos del siglo XVI que transformaron el rostro de Europa, solamente le sugerimos dos: uno que resume con erudición el intrincado panorama social y religioso de aquel siglo; se trata de La Reforma, de Patrick Collinson (Editorial Debate, 2004). Es una obra escrita por un especialista que se lee con fluidez y brinda una visión panorámica de las distintas reformas religiosas europeas. Pero si lo que se quiere es obtener un recuento más detallado, el volumen indicado es el escrito por el académico Diarmaid MacCulloch, cuyo The Reformation: A History, publicado hace dos años, desde su aparición se perfiló como un estudio de obligada referencia para los interesados en el tópico.

Pero volvamos a los señalamientos de González de Alba. Como la reina de Inglaterra no es la cabeza de la Iglesia presbiteriana, por lo tanto el hipotético presbiteriano Andrés Manuel López Obrador para nada le debe obediencia alguna. Incluso la supremacía de la reina es simbólica en la Iglesia anglicana de hoy, y de ello dan evidencia las miles de iglesias de corte anglicano que existen por todo el orbe, las cuales se desarrollan cotidianamente sin que intervenga en su vida interna la soberana inglesa.

En México existen varias denominaciones presbiterianas y reformadas. La más grande y antigua es la Iglesia Nacional Presbiteriana de México. Su liderazgo y financiamiento son preponderantemente mexicanos. Ya es irrebatible el cúmulo de investigaciones y estudios históricos y antropológicos que echan por tierra la acusación de que el desarrollo del protestantismo mexicano es fruto del "oro de Washington" o de alguna de sus empresas (como la Coca-Cola).

En el caso que mejor conozco y en el que han sido protagonistas los indígenas conversos al protestantismo, el caso de Chiapas (que documenté en mi libro Poligénesis del cristianismo evangélico en Chiapas), tenemos que el presbiterianismo se enraizó y diseminó con inusitado vigor gracias al activismo de los propios indígenas.

Cuando hay prejuicios las evidencias en sentido contrario prefieren ignorarse. En el periodismo mexicano siguen reproduciéndose caricaturizaciones sobre el protestantismo y sus adherentes. Para que esto cambie es necesario que los y las integrantes de las crecientes minorías protestantes/evangélicas, hagan uso de su derecho de réplica y salgan a la palestra cada vez que se les distorsiona o pretende estigmatizar.

 
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