Usted está aquí: miércoles 7 de junio de 2006 Cultura Venerar a Mozart ''como santo fue posible porque se le dividió en persona y artista''

El escritor y cineasta Kurt Palm participa en el ciclo Austria entre líneas

Venerar a Mozart ''como santo fue posible porque se le dividió en persona y artista''

Proyectarán su película El medidor de pantorrillas y charlará con el público en la Casa del Lago

El compositor sostenía una relación lúdica con su ambiente, expresa a La Jornada

MONICA MATEOS-VEGA

Ampliar la imagen En la imagen, Kurt Palm y un Mozart ''intervenido''. Dijo el austriaco a La Jornada: ''No me interesa el mito de Mozart, sino el ser humano como producto de su entorno'' Foto: Archivo

El escritor austriaco Kurt Palm (Vöcklabruck, 1955) afirma, contundente, que es ''completamente estúpido" creer que no existe ni existirá otro genio como Mozart.

En entrevista con La Jornada el autor y director de la película El medidor de pantorrillas, basada en la vida del célebre músico, señala que esa clase de ''veneración de santo" fue posible porque se dividió a Mozart en persona y en artista.

''Así se creó un nombre de marca que no tiene nada que ver con la persona Mozart. A escala mundial hay 300 artículos que hacen publicidad con el nombre de Mozart, no importa si se trata de moronga, bolas de chocolate o yogur.

''La razón de por qué se venera a Mozart de esa forma, es obvia: se quieren eliminar todas las contradicciones y tener un producto en el mercado lo más plano y liso posible para que se pueda explotar sin problema alguno."

Este jueves el escritor participará en el último acto del ciclo Austria entre líneas, en la serie El amor es más frío que la muerte, donde se proyectará su película y charlará con el público, acompañado de la traductora Christine Hüttinger. (La cita es a las 19 horas en la Casa del Lago del Bosque de Chapultepec).

Educador del pueblo

Kurt Palm estudió letras alemanas y periodismo; actualmente trabaja como director de teatro y de películas, escritor y ''educador del pueblo".

En su libro Wolfgang está panzón y bien de salud: comer y beber con Wolfgang Amadé Mozart retrata la vida del autor de Don Giovanni a partir de sus costumbres alimentarias y describe simultáneamente un cuadro de la época.

-¿Qué aspectos desconocidos de Mozart presenta en su libro?

-Tanto en mi película El medidor de pantorrillas: la vida salvaje de Wolfgang Mozart, como en mi libro, hay una imagen del compositor que no tiene que ver con la presentación de Mozart en el mainstream. No me interesa el mito de Mozart, sino el ser humano como producto de su entorno. Por esa razón me ocupé de temas que en la literatura sobre Mozart, generalmente, no se analizan o si se analizan más bien lo hacen de forma marginal. Como, por ejemplo, la pasión por el juego, su afición a la comicidad fecal, sus condiciones económicas, su relación complicada con su padre y su nexo con el Islam, entre otros aspectos.

-Algunos especialistas afirman que somos lo que comemos. Al respecto, ¿cuál era la relación de Mozart con la comida, cuál su temperamento y cuáles sus gustos culinarios?

-Aun cuando suene superficial, al conocer el patrón de lo que come una persona uno puede saber más de sus circunstancias de vida que por la lectura de tratados teóricos. En relación con Mozart, este tema me ha interesado, sobre todo en el contexto de la historia de la cultura.

''Antes que nada no se debe olvidar que Mozart fue un hombre que realizó muchos viajes. Sus estancias en Italia, Inglaterra o Francia lo marcaron no sólo en cuanto a la música, sino también respecto de los gustos culinarios. Visto desde esta perspectiva, Mozart disponía de una gama amplia en lo que concierne la comida y la bebida.

''Tomando el ejemplo de sus preferencias en los platillos y en las bebidas, es posible afirmar que Mozart pertenecía al grupo de la gente acomodada, porque si no fuera así, de ninguna manera hubiera podido comprar para su mesa ostiones, esturiones o faisanes. A pesar de que a Mozart le gustaba también tomar cerveza y vino, su bebida predilecta fue el ponche, que conoció en Londres.

-¿De dónde le surgió la idea de investigar y escribir acerca de Mozart y su relación con la comida?

-Como la comida y la bebida juegan un papel importante en las cartas y la correspondencia de la familia Mozart, y también en sus óperas, quería analizar ese aspecto con más detenimiento. Cuando empecé mi investigación entré cada vez con mayor profundidad en la materia y encontré detalles fascinantes.

''Así apareció un libro de 320 páginas, centrado en las costumbres alimentarias y de bebida de Mozart. Pero continuamente me desvié del tema principal, ocupándome también de la historia cultural de algunos de los platillos y de las bebidas.

''Me interesó, más que nada, un solo aspecto: ¿Cómo se comporta un artista, aclamado por la sociedad por muchos años como estrella que, de repente, se da cuenta que la gente ya no se interesa por su arte? El padre de Mozart siempre exigió a su hijo la composición de piezas musicales, conforme a las solicitudes y a los gustos del público. Pero Mozart nunca dejó su camino propio, él no estaba dispuesto a transigir. Inclusive bajo el peligro del hundimiento. Yo sostengo la tesis de que Mozart murió porque ya no quería vivir más. En el sentido más puro de la palabra, Mozart había llegado a su fin. ¿Para qué vivir más?"

-En este año dedicado a Mozart, ¿cuál de todos los aspectos de su vida y su obra es el que se debe destacar, principalmente entre el público joven?

-Lo triste es que, a pesar de ser el año de Mozart, se siguen triturando y tratando con detalle los mismos clichés e ideas estereotipadas de siempre. En mi película y en mi libro me ocupé de Mozart desde una perspectiva actual. En cuanto a una perspectiva musical me interesó, por ejemplo, cómo manejan bandas contemporáneas de hip-hop los textos de Mozart o cómo interpretan músicos de países arabes la ópera de Mozart El rapto del Serrallo. Aparte, me parece importante insistir en que Mozart fue un tipo bromista, divertido y buena onda que sostenía una relación lúdica con su ambiente. Y es fundamental saber que Mozart nunca se dejó corromper.

 
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