Usted está aquí: domingo 4 de junio de 2006 Opinión Transamérica

Carlos Bonfil

Transamérica

Al tiempo que el presidente George W. Bush y el ala más conservadora del Congreso estadunidense buscan hoy impulsar una enmienda que prohiba los matrimonios entre homosexuales, el cine multiplica, en los géneros del drama y la comedia, las expresiones de la diversidad sexual, con un mensaje subliminal o abierto en favor de la tolerancia. Brokeback mountain (Secreto en la montaña), de Ang Lee, película nominada y premiada por Hollywood, contribuyó considerablemente a que una temática antes restringida a públicos cautivos conquistara mercados internacionales por las vías de una fuerte distribución comercial, y penetrara, por medio del video, territorios tan inexpugnables como China continental, donde su exhibición era frenada. Un fenómeno paralelo es la forma en que comienzan a ser obsoletas las visiones simplistas que el cine comercial ofrece del travestismo como entretenimiento abierto a la sorna generalizada, o de una transexualidad, invariablemente ubicada en los terrenos de la patología clínica, en beneficio de una representación más compleja e interesante de estos comportamientos e identidades. El cine ha tenido que ponerse al día en materia de cambios legislativos y mutaciones culturales en diversos países, sobre todo europeos, y en Estados Unidos la derecha republicana no ha conseguido desalentar una libertad y diversidad de expresión fílmicas que en sus momentos más vigorosos ha señalado avances culturales nada desdeñables.

La comedia del estadunidense Duncan Tucker, Transamérica, íntimo secreto, es un road movie protagonizado por un transexual inminente (Sabrina, antes Steve -la estupenda actriz Felicity Huffman), ansioso de someterse a la operación quirúrgica que en California le reasignará definitivamente el sexo femenino anhelado. Sabrina atraviesa la Unión Americana en compañía de su hijo Toby, producto de un viejo desliz heterosexual, ante quien se ha presentado, luego de un abandono de 17 años, bajo una identidad falsa, como una misionera cristiana que lo rescata de la cárcel para conducirlo a Kentucky a reunirse con su padrastro. Transamérica es una comedia de enredos, con suplantación de identidades y confusión de géneros, cuyo tema central es la autenticidad moral. Es también el relato de la educación sentimental de un adolescente a cargo de una figura tutelar fuera de lo común. Toby desconoce la identidad verdadera de su acompañante, y con ella se topa, alterna y deleita con un grupo de transexuales en Texas, en la secuencia más divertida de la cinta. Transexuales en dirección opuesta a la de Sabrina -antes mujeres, hoy varones muy asumidos, migrantes sexuales por convicción, felices de haber llegado al fin a buen puerto-, a la manera de la dichosa joven en Mi nombre es Malcolm, de Joseph Parlagreco, o de la exuberante madrileña deseosa de perder sus estorbosos 20 centímetros en la película homónima de Ramón Salazar (Festival Mix 2006).

Como en la vieja mitología fundacional, el Oeste es para la protagonista la tierra prometida. California, el lugar de su reconciliación final con su propio cuerpo. Y para Toby, la Meca dorada donde al fin se convertirá en juvenil estrella de cine (aunque sólo sea porno).

Así, Transamérica, el road movie de la libertad de género, describe paralelamente cómo se legitima un afecto filial muy al margen de la institución familiar, y cómo se entrecruzan también los destinos de personajes nómadas sin mayores asideros en el aparato social, para concluir en el encuentro, en Phoenix, con una familia salida de una película de John Waters, que a su manera improvisa nuevas fórmulas de entendimiento civilizado. El universo que presenta el cineasta parece alejado de la realidad de un midwest conservador y moralmente intransigente.

En un giro sorprendente, todo mundo parece aceptar a Sabrina mucho más de lo que ella parece aceptarse a sí misma. Ser auténtica -diría alguna heroína de Almodóvar- es faena difícil y heroica. Toby exige eso de su amiga/padre, y Transamérica es, en su estilo de novedosa fábula moral, una victoria sobre el autoengaño y las mentiras sociales.

Transamérica, íntimo secreto se exhibe en salas de Cinemex, Cinemark, Cinépolis, y en Lumiere Reforma.

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