Usted está aquí: lunes 29 de mayo de 2006 Opinión Fuga! de El Paso, Tejastlán

Hermann Bellinghausen

Fuga! de El Paso, Tejastlán

La noche está entre que calienta y no. A las puertas del bar La Estrellita un nutrido grupo de personas, mexicanos prácticamente todos, fuma, platica, afina instrumentos mientras adentro, en La Carpa del Feo, transcurre el llamado Fandango en East Oakland, que en semanas recientes ha empezado a reunir a migrantes y residentes mexicanos en California. Una sala llena, con teatro y música. Los gringos que hay hablan español.

Entre los de la calle se va formando una ruedita de chavos que entonan sones jarochos y huastecos con guitarra, jarana y desenfado. Pronto se une la voz de una muchacha. Interpretan La vela y otras alegres piezas: "Si me pongo triste prendo la vela/nada que perder, sólo ilusión/nada que perder, eso digo yo. /Si me pierdo un poco prendo la vela/nada que perder, sólo ambición, eso digo yo". Un travesti chino, todo o toda vestida de rojo y tacones altos, entra al bar y se pierde entre las mesas.

El ambiente es leve, cool, man! En el bar se desarrolla un performance sobre el ataque de la policía en San Salvador Atenco, y enseguida calienta el cuarto un rock bastante tropical. Afuera siguen los sones. No me he percatado de que son el grupo Fuga!, quienes cerrarán la noche. Y nada haría esperar de ellos la explosión de cumbia punk y norteña que está a punto de ocurrir. Hay familias, estudiantes, artistas. De distintas edades. En su diversidad, una banda muy normal.

Me doy cuenta de que la gente aguarda el momento de Fuga! Los esperan pacientemente mientras despliegan su instrumental en el rincón que funge de escenario. Son un secreto a voces. Hasta que se echan a sonar: "Una llamada al día presente./Una llamada a nuestra gente./Que se tape el rostro/que se cubra el cuerpo/que se arme de voces y pensamiento". El calor es instantáneo. Un acordeón norteño ahíto de mezclas. Una relojería notable, poderosa, exacta, de Rey-baterista. El tronido eléctrico del bajo de Mon. El requinto que empuña de pronto Tania-voz. Y algo que hasta entonces no había ocurrido: la concurrencia baila. Hasta los niños.

-¡Libertad pa' los presos políticos de Atenco! -grita Kiko-acordeonista.

"Cruzando la frontera, y ojalá que no me muera" cantan. Y la cumbia del "Puente Negro". Uno jamás reconocería en ese fervoroso y saltarín grupo de cumbia punk a los casi tímidos entonadores de sones de la banqueta media hora antes. Resulta que además anduvieron este febrero en La Candelaria de Tlacotalpan. Resulta que son de El Paso, Texas. Que el grupo se consolidó en los actos de protesta por las muertas de ciudad Juárez. "Nacimos para defendernos de los que traen nuestro fin" se arremolina en Semillas

"Yo vengo de buena mata/pueblo humilde y de honor./Lo canto como lo canto/para que se escuche el clamor./¡Escuchen a mi Nación!". Micki-congas tamborea a mil y Leo-jaranas raspa el güiro pegado el micrófono. Es la "cumbia del alto riesgo" que dicen ellos mismos. Dedican "a todos los zapatistas" esa de "como se siembran semillas/ semillas de rebelión/como se siembran semillas/para la revolución".

La versatilidad parece atributo de los grandes músicos de la frontera. Los Lobos y Los Tigres del Norte, Ozomatli, el Flaco Jiménez, el repetible pero inagotable Santana. Algún día habrá que agregar en la lista a los chavos de Fuga! En su único disco hasta ahora, Desde la frontera (Puente Negro, 2004) se pueden apreciar la fusión lograda por la banda, y sus letras. Pero de momento, en el fandango en East Oakland mandan la adrenalina y la velocidad.

"Una niña se embarcó/en un barco para Cuba./Y en el barco se encontró/haciendo atole de uva/y en el barco se quedó". La voz va pasando de Kiko a Tania y a Leo, que trata de hacer oír su jaranita en el ruidero donde el tempo de la batería manda de principio a fin, incluidos los repentinos silencios de la banda. "Una niña se embarcó/en un barco para el norte/y en el norte se encontró/del sueño una pesadilla/y en el norte se quedó".

Una saga fronteriza recorre el repertorio de Fuga! Puertas, semillas, puentes, ríos, el cielo y el universo, heridas, ventanas. "Es posible otra realidad", cantan. Y aún en un espacio tan reducido como el bar La Estrellita, se hace evidente el poderío escénico del sexteto, que no quema "ni la candela ni el aguarrás". Vienen de Chuco y Juaritos, las ambas orillas del río Bravo. Y aunque el bajista sea chilango, es quien lleva la cumbia del Puente Negro donde, según Tania-voz, "se negocia del libre comercio de vidas, drogas, pueblos enteros./Aquí lo que manda es el dinero./Aquí nuestras verdades cantamos/de lo que vivimos nosotros a diario,/mentiras del sueño americano". Una cumbia de la frontera, "una cumbia sin miedo", dicen. "El Ya Basta retumba ya por todo el planeta", cantan a Zapata en "Tierra y libertad".

El público no dejar irse a los de Fuga! Otra. Y otra. Al fin terminan. Este reseñista suscribe el comentario del guitarrista de la banda local Música Humana, que había tocado (muy bien, por cierto, y él en un mood muy Santana) antes del sexteto de El Paso. Se dirige a Kiko-guardando-el-acordeón, estrecha su mano y le dice:

-La verdad no los había escuchado. Están muy gruesos, me cae.

Mientras el travesti chino se aleja bailando, torpemente a causa de los tacones, rumbo al barrio más oscuro y peligroso del puerto de Oakland, el reseñista queda pensando en que tal vez Los de Abajo o Quetzal. Un aire de familia en todo caso. Pues ahora resulta que hay vida después de Los Super Seven.

 
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