Usted está aquí: lunes 29 de mayo de 2006 Opinión Y ahora, el segundo debate

Javier Oliva Posada

Y ahora, el segundo debate

Son varias las razones por las cuales este segundo debate, a realizarse el próximo martes 6 de junio, concita mayor atención. La primera, porque ahora habrán de participar los cinco contendientes, lo que también será novedoso en cuanto a disposición de tiempos y réplicas. La segunda, porque, según los especialistas, serán este encuentro y la víspera del inicio del Mundial de futbol los que impliquen las últimas estaciones para consolidar hipotéticos resultados. En cualquier caso, serán días en que la intensidad del debate, es de desear, incremente sus contenidos y desplace las diatribas y descalificaciones superficiales.

Sin embargo, las encuestas, que en esta ocasión tanto han perdido en cuanto a elemento veraz y oportuno de análisis, seguirán reinando como referente e instrumento propagandístico; precisamente por eso el debate será una excelente oportunidad para encontrar elementos que permitan a los partidos políticos y a los mismos candidatos presidenciales soportarse en argumentos y propuestas. Pues si algo quedó claro en el primer debate es que la ciudadanía en general espera opciones viables para mejorar su presente y así, las expectativas respecto de su futuro. De persistir los ataques, por alguna razón de naturaleza sociológica, se revierten a quien los propala. Golpear en sentido político, dejó de ser una vía para asegurar votantes y simpatías. Preguntemos a Silvio Berlusconi si es así o no.

El tono del debate también nos puede anticipar las condiciones generales del día posterior a las elecciones. Es decir, esperamos que los contendientes nos ofrezcan muestras de civilidad política, que pese a las diferencias, la estabilidad, el respeto a las determinaciones de la autoridad y sobre todo, a los resultados que indiquen las urnas, permita encontrar los puntos de convergencia una vez superada la etapa de la campaña. El talento político se demuestra, entre otras cosas, teniendo capacidad para articular acuerdos duraderos y convenientes para la mayor parte de los actores participantes. Encerrarse en la seguridad que brinda la ortodoxia de la ignorancia, conduce a gobernar hacia un solo lado, hacia un solo grupo, hacia un solo interés. Y ya con un sexenio tuvimos suficiente.

Los contendientes también deberán aprovechar el debate para corregir los errores del primero. Es una opción sana y muy útil para ofrecer mejores argumentos y consistentes propuestas. Que se darán ataques, ni qué dudar, pero es seguro que se dará prioridad a la argumentación. De ocurrir esto, sería un aliciente fundamental para un proceso electoral que se ha centrado notablemente en la contienda por la Presidencia de la República. Se extrañan las polémicas entre aspirantes al Senado, a la Cámara de Diputados. Aunque todavía hay tiempo, no se observan las campañas a esos cargos, todo indica que se han esperanzado en lo que su "candidato mayor" haga. Por eso, entre otras razones, es que los llamados al voto útil no tendrán terreno fértil. El descomunal peso de las campañas por la Presidencia absorben la energía y trabajo de partidos y dirigencias.

Es así que el segundo debate también concentrará la atención de los medios de comunicación, de los analistas y, por supuesto, de las empresas encuestadoras, dado que los días posteriores se convierten en un escenario para medir apreciaciones y el sentir de la población. En los siguientes días observaremos cómo cierran la semana los candidatos presidenciales y los mensajes que envíen en la víspera. Que procuren acuerdos y propicien el entendimiento. La polarización contribuye a la exacerbación de ánimos en la sociedad y, entonces, la política, pierde su sentido de ser: crear condiciones de convivencia social.

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