Usted está aquí: viernes 26 de mayo de 2006 Opinión Economia Moral

Economia Moral

JULIO BOLTVINIK

Los fracasos de Fox/ I

Estancamiento

Expulsión anual de 1.2 millones de personas

La economía moral es convocada a existir como resistencia a la economía del "libre mercado": el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente

Los ciudadanos tienen derecho a conocer la verdad sobre los logros y fracasos del gobierno de Fox. El ciudadano no centrado en sus propios intereses debería emitir su voto en función del bienestar general. En la medida en la cual Felipe Calderón plantea la continuidad total con las políticas de Fox, la evaluación de éstas es fundamental para conocer cuál sería el futuro de los mexicanos si Calderón fuese el próximo presidente. Por ello, empiezo hoy una serie que mostrará los fracasos del presidente Vicente Fox en casi todos los aspectos fundamentales del bienestar social. Comienzo con la política macroeconómica y, en virtud de la presentación durante esta semana de los resultados definitivos del Conteo de Población 2005, añado un comentario sobre la cifra enorme de la migración neta de nacionales al exterior que el conteo arroja de manera implícita.

El lector interesado en una evaluación mucho más detallada de esta realidad, llevada a cabo por 200 especialistas, debe asistir a las presentaciones que cada uno está haciendo en el seminario nacional Agenda del Desarrollo 2006-2020 que se está llevando a cabo todos los días de ésta y la próxima semana en el Palacio de Minería (de 9 a 19 horas). En él se abordan desde la globalización y las estrategias de desarrollo exitosas de otros países, hasta el análisis minucioso de la realidad nacional por sectores y temas.

Para documentar el fracaso económico voy a seguir muy de cerca al destacado economista José Luis Calva, coordinador del seminario antes mencionado. En un artículo reciente1, muestra que, cuando Fox asumió la Presidencia, el país vivía dos realidades que debió enfrentar, pero eludió: el fracaso acumulado de las estrategias neoliberales durante los tres gobiernos precedentes, y la recesión que enfrentaba el país. También muestra que Fox no percibió, o no le importaron, las contradicciones entre las políticas monetaria y fiscal contraccionistas que defendió a ultranza y las promesas de crecimiento económico y generación de empleos que había hecho durante su campaña. Calva relata cómo el profesor Dornbusch predijo la decepción que sería el gobierno de Fox cuando éste era presidente electo. Fox, sin darse cuenta de lo que decía, había prometido un modelo económico "donde el ser humano y el desarrollo de sus cualidades esenciales sean el objetivo", un crecimiento económico de 7 por ciento, 1.3 millones de empleos anuales, y el aumento del poder adquisitivo de todos los mexicanos.

Calva hace notar que la decepción del gobierno de Fox tiene dos dimensiones, siendo la segunda la causa de la primera. 1) La enorme brecha entre las promesas y los resultados: de 7 por ciento anual prometido de crecimiento del PIB, se alcanzó un magro 1.8 por ciento si se mide hasta 2005, lo que en términos per cápita resulta menor a 0.8 por ciento (incluso con las bajísimas cifras de crecimiento poblacional oficiales), mientras el empleo formal (trabajadores asegurados en el IMSS) había caído en números absolutos entre 2000 y 2004, y al cierre de 2005 había aumentado en sólo 450 mil asegurados totales, pero sólo en 22 mil permanentes. 2) El mantenimiento del mismo "fundamentalismo económico" como sabiamente le llama Calva, que sigue de manera ortodoxa el Consenso de Washington. Este fundamentalismo se mostró claramente desde que Fox era presidente electo, cuando en la convención bancaria de 2000 (y después en los Criterios de política económica para 2001) anunció que apoyaba la meta del Banco de México (BdeM) de bajar la tasa de inflación hasta igualarla con la de Estados Unidos, y prometió un presupuesto equilibrado para 2004. El presupuesto equilibrado lo ha convertido, con el apoyo de los legisladores del PRI y del PAN, en obligación legal (Ley de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, promulgada en 2006). José Luis Calva hace notar el enorme contraste con la política estadunidense y canadiense, nuestros "socios" en el TLC, cuyos bancos centrales persiguen no sólo el control de la inflación, sino también el crecimiento económico y el empleo, y cuyas políticas fiscales son libres para incurrir en déficit presupuestario con fines anticíclicos. El economista del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM explica el debut glorioso de Fox en la política macroeconómica: recibió la economía al inicio de una recesión y logró mantenerla ahí durante otros cuatro trimestres, manteniendo en plena recesión una política contraccionista, tanto en lo monetario como en lo fiscal. Lo más grave, el Presidente y los dos priístas que han controlado la política económica, Gil Díaz y Ortiz Martínez, declararon que la recesión interna se debía totalmente a factores externos y que no se podía hacer nada contra ella, salvo rezarle a la Virgen de Guadalupe.

El también investigador demuestra que la recesión fue inducida. Y no sólo eso, entrando en los detalles del modus operandi del BdeM, lo que éste llama su mecanismo de transmisión, muestra cómo los cortos provocan el aumento en las tasas de interés y la apreciación del tipo de cambio, y cómo ambos aumentos son recesionistas: el primero frena la inversión y el consumo reduciendo la demanda interna, y el segundo disminuye la competitividad precio de la economía, estimulando el aumento de las importaciones y la disminución de las exportaciones, reduciendo el PIB. ¡La belleza de una política económica que frena las exportaciones en un modelo en el que el motor de la economía son justamente éstas! Calva destaca que el tipo de cambio actúa como ancla inflacionaria (al bajar los precios de los bienes comerciables internacionalmente). Las citas que hace el autor de un documento del BdeM, donde éste describe los mencionados mecanismos de transmisión, son un testimonio inverosímil del extremo al que llevan las políticas de control a ultranza de la inflación en las que bajarle los ingresos a la población (empobrecerla) es vista como un logro porque así supuestamente se reducen las presiones inflacionarias. Es como el médico que se sintiera realizado porque matando al paciente eliminó la enfermedad. Esta política se mantuvo inamovible e incluso se fue radicalizando a lo largo del sexenio de Fox, moviéndose hacia lo que podemos llamar el "yunque financiero", por ejemplo haciendo ley el presupuesto equilibrado y desaprovechando los excedentes petroleros en vez de usarlos para impulsar el crecimiento.

Otro signo del fracaso rotundo de la política macroeconómica foxista se puso de manifiesto esta semana al darse a conocer las cifras definitivas del Conteo de Población 2005. Entre otros resultados, el INEGI sostuvo que la tasa de crecimiento de la población en el periodo 2000-2005 fue de sólo 1.0 por ciento, cuando había sido de 1.6 por ciento en el periodo 1995-2000 y de 2.1 por ciento entre 1990 y 1995. En una década, como se aprecia, la tasa se habría reducido a la mitad. Pero el INEGI no explica la razón de esta baja. La ecuación fundamental del comportamiento demográfico indica que el crecimiento natural de la población es igual a los nacimientos menos las defunciones. Si se añade lo que se llama crecimiento social de la población (el saldo neto de la migración), se obtiene el crecimiento total de la población. En México, el saldo neto de la migración es, desde hace muchas décadas, negativo. Si las estadísticas vitales (nacimientos y defunciones) y los registros migratorios permitieran mantener la cuenta del crecimiento de la población, los censos y conteos de población serían más que para saber cuántos somos, para conocer las características demográficas, económicas y sociales de la población y su distribución en el territorio. Sin embargo, en el subdesarrollo (y en la relación entre éste y el desarrollo) hay mucho subregistro de estos hechos y, por ello, los censos y conteos se vuelven necesarios para conocer cuántos somos. A medida que la población se urbaniza tiene acceso a partos atendidos en hospitales o clínicas, casi todos los niños asisten a la escuela (y, por tanto, el acta de nacimiento se vuelve esencial), el subregistro de nacimientos y muertes se va reduciendo. Va quedando la variable de migración internacional como la del subregistro principal y donde hay la mayor incertidumbre.

Hagamos las cuentas. Vayamos a los datos provenientes de los registros civiles y veamos cuál ha sido el crecimiento natural, según esta fuente. En el Cuadro anexo se expresan las cifras de nacimientos y defunciones para el periodo entre el levantamiento del Censo de Población de 2000 y el Conteo de 2005. Es el periodo que va del 15 de febrero de 2000 al 15 de octubre de 2005, cinco años y ocho meses (5.67 años). Haciendo los ajustes necesarios, el cuadro expresa los nacimientos y defunciones para cada uno de los años (2000 desde el 15 de febrero al final, 2005 del comienzo al 15 de octubre, y los otros cuatro años completos). Como se aprecia, cada año se han estado registrando alrededor de 2.7 millones de nacimientos y poco más de 450 mil defunciones. Por tanto, el crecimiento natural derivado de las estadísticas vitales arroja un crecimiento anual de un poco más de 2 millones. En el periodo en su conjunto, según se aprecia en el Cuadro, el crecimiento natural habría sido de 12.643 millones de personas. Sin embargo, la población nacional en el Censo de 2000 era de 97.483 millones y el del Conteo de 2005 de 103.263 millones, un crecimiento de 5.78 millones, que son, por definición, crecimiento total y que son menos de la mitad del crecimiento natural que arroja el cuadro. Si suponemos que el censo y el conteo son comparables (es decir, que los errores en ambos casos son de orden similar) y que las estadísticas vitales reflejan cada vez mejor la realidad de nacimientos y muertes, los 6.863 millones de diferencia entre los 12. 643 millones de crecimiento natural y los 5.78 de aumento entre censo y conteo son por definición el saldo negativo migratorio.

En 5.67 años, de los cuales 4.9 años corresponden al gobierno de Fox, habrían emigrado al exterior (casi todos a EU) 6.864 millones de personas, 1.2 millones anuales, cifra tres veces más alta que la que se había venido manejando de migración al exterior. El gobierno de Fox expulsó 1.2 millones al exterior cada año, cifra casi igual a los empleos que prometió generar, promesa que le hizo ganar muchos votos. Nunca aclaró que los empleos eran del otro lado y que los riesgos del cruce y de la estancia ilegal corrían por cuenta de cada migrante.

1 José Luis Calva, "La estrategia macroeconómica 2001-2006. Promesas, resultados y perspectivas", Problemas del Desarrollo, IIE-UNAM, vol. 36, N° 143, octubre-diciembre de 2005.

 
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