Usted está aquí: viernes 19 de mayo de 2006 Opinión Atenco: ¿revancha tardía o desquite preventivo?

Armando Bartra

Atenco: ¿revancha tardía o desquite preventivo?

A seis semanas del 2 de julio, los halcones de la derecha, con una ayudadita de los halcones de la izquierda, buscan crear un escenario donde pierda las elecciones su enemigo común, Andrés Manuel López Obrador, pues los primeros piensan que si la disyuntiva es entre la violencia justiciera de los "macheteros de Atenco" y la brutalidad policiaca de Fox y Peña Nieto, las mayorías amedrentadas votarán por el "orden" de Calderón, como en 1994 votaron por la "paz" de Zedillo.

Hace casi dos meses el gobierno puso a un charro al frente del sindicato minero-metalúrgico y el 20 de abril la policía baleó a los huelguistas de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, matando a dos. Los agredidos respondieron ampliando el frente sindical opositor, que además de la UNT y el FSM hoy agrupa a parte del Congreso del Trabajo, y convocando la solidaridad internacional de 25 millones de trabajadores del ramo. El primero de mayo retacaron el Zócalo acompañados por 200 mil airados sindicalistas que gritaban mueras al PAN, al PRI y al neoliberalismo. Cuando escribo esto, sostienen tres huelgas: la de Lázaro Cárdenas, Michoacán, la de La Caridad, Sonora, y la de San Martín, Zacatecas; acaban de realizar su 34 convención, donde 67 de las 73 secciones ratificaron a la dirigencia sindical desconocida por el gobierno; y hace unos días mostraron su apoyo a López Obrador en un Auditorio Nacional atiborrado.

La firmeza y serenidad de los trabajadores organizados atajó la provocación foxista y por ahora van de gane en su diferendo con el gobierno. Pero el 3 de mayo la rijosa respuesta del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra al desalojo de ocho vendedores de flores propició una escalada de violencia que culminó el día 4, cuando la liberación de 13 policías golpeados y detenidos por el frente sirvió de excusa para que fuerzas estatales y federales tomaran Atenco a sangre y fuego, con saldo de un muerto, docenas de heridos, mujeres vejadas y violadas, torturas, allanamientos y casi dos centenares de detenidos. Como de costumbre, los medios electrónicos se centraron en la brutalidad plebeya ocultando la policiaca, pero sorpresivamente cambió la línea y la televisión nos recetó un baño de sangre. Un día después, el delegado Zero estaba en el Canal 2.

Gracias a la provocación de la ultraderecha, que en verdad no busca tanto la venganza como parar a AMLO, aunque para ello tenga que desbarrancar al país, el subcomandante Marcos -que prometió guerra en Chiapas si se hacía la presa de La Parota, pero le pasaron de noche los huelguistas asesinados en Michoacán, quizá porque no eran de la otra campaña- está hoy en el mero centro del escenario político. Y su causa es justa, quién lo duda. Pero también era justa la causa del Consejo General de Huelga y la ultra terminó dividiendo a la izquierda y vacunando por varios años a la UNAM contra el activismo estudiantil.

¿Qué mexicano de los de abajo, de los de en medio y hasta de los de arriba no siente náuseas ante la babeante vesania policiaca? ¿Qué ciudadano sensato no rechaza con todas sus fuerzas vivir en el país de alevosos pateadores que asqueados miramos el 3 y 4 de mayo? Las condiciones para repudiar el autoritarismo y la provocación están dadas, pero me temo que el delegado Zero -hoy por hoy dueño de la causa- no está muy interesado en sumar a quienes no pueda dirigir. El subcomandante que repudió al movimiento campesino de 2003 por negociador, que pasa de los frentes sindicales demasiado plurales y que rechaza la insurgencia ciudadana de quienes quieren que AMLO gane las elecciones, está trabajando para la "mera izquierda" anticapitalista, la que habrá de derrocar al gobierno, a la burguesía y al rector de la UNAM, mientras que -bien vista y si no la secuestran- la de hoy es una causa apenas democrática y popular, la incluyente causa de quienes no quieren vivir en medio de la guerra y por ello exigen que se libere a los inocentes y se castigue a los culpables.

Creo, pues, que es hora de que todos -todos en verdad- repudiemos el uso desmedido y obsceno de la fuerza pública; que es tiempo de exorcizar juntos el "México bronco" panista, del que Fox nos está dando una probadita y que nos espera completo y copeteado si gana Felipe Calderón. Y esto se hace en los mítines y las marchas (las que no se bronquean gratuitamente con unos automovilistas que muy posiblemente nos apoyan). Pero en tiempos electorales como los que corren se hace, también y sobre todo, en las urnas.

El huracán neoliberal fortaleció a la izquierda social gremialmente organizada, pero al mismo tiempo llenó el país de inflamable madera seca. Hay, pues, razón para los estallidos airados. Pero por ello mismo todos, opinadores y políticos, estamos obligados a la prudencia. Tratar de hacer de la "batalla de Texcoco" una campaña contra la vía electoral es una profecía autocumplida, pero también una irresponsabilidad.

 
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