Usted está aquí: jueves 18 de mayo de 2006 Deportes Sufrido triunfo dio a Barcelona su segunda Liga de Campeones

El defensivo Arsenal anuló el ataque de los azulgrana gran parte del juego

Sufrido triunfo dio a Barcelona su segunda Liga de Campeones

Resultó clave en el cotejo la expulsión del arquero alemán Lehmann al minuto 18

Larsson, quien entró en el minuto 61 revolucionó el ataque y dió los dos pases de gol

AGENCIAS

Ampliar la imagen La llamada Orejona fue levantada por el capitán Puyol ante la euforia de todos los integrantes del Barcelona Foto: Ap

París, 17 de mayo. Le costó más de lo que muchos esperaban, pero el Barcelona ya tiene en sus vitrinas su segunda Liga de Campeones después de derrotar 2-1 al Arsenal, en una dramática final.

Barcelona remontó con dos goles en cuatro minutos, además de que el tanto de la victoria fue del suplente brasileño Juliano Belletti, quien anotó así su primer gol con la playera azulgrana.

Las lágrimas de emoción que derramaron prácticamente todos los azulgranas sobre el césped del Stade de France estaban justificadas.

No sólo por ellos, que durante gran parte del partido vieron perdida una final a la que acudían como favoritos, sino por los millones de barcelonistas, con los que la mayor competición del futbol europeo no había sido justo: una Copa de Europa, la del Dream Team en 1992, era muy poco para la grandeza blaugrana.

Samuel Eto'o y Belletti remontaron en el último cuarto del partido el gol inicial de Sol Campbell para el equipo inglés, que rozó la heroicidad: jugó desde el minuto 18 con un hombre menos por la expulsión de su arquero Jens Lehmann. El hombre clave del partido no fue Ronaldinho, muy marcado y empequeñecido todo el choque, sino el sueco Hendrik Larsson, que dio los dos pases de gol.

La final tuvo emociones fuertes desde el principio. Primero Rijkaard dejó sin vestirse al argentino Messi, pese a que se había entrenado el martes a buen ritmo por primera vez desde su lesión. Al mismo tiempo, sentó en el banquillo la imaginación de Iniesta y sacó al más fuerte Van Bommel, y después situó a Eto'o en la banda izquierda y a Ronaldinho de delantero centro. No funcionó el invento, porque el Arsenal golpeó ya en el minuto tres, gracias a una doble ocasión de Henry que detuvo en ambos casos un inspirado Valdés.

El Barcelona se desperezó tímidamente con un disparo de Giuly, pero era el Arsenal el mejor asentado en el campo. Hasta que apareció Ronaldinho, quien dejó sólo a Eto'o y Lehmann no tuvo más remedio que derribarlo. Giuly acabó marcando gol, pero el noruego Terje Hauge ya había pitado y expulsó al arquero alemán, que prolongó su imbatibilidad en Liga de Campeones hasta los 18 minutos, pero se marchó llorando.

Almunia sustituyó a Lehmann, pero el Arsenal perdió en el canje a Pires. Sin el francés enlazando con Henry en ataque, los gunners se quedaron cerca del nocaut, pero el Barcelona no lo supo aprovechar. Los ruidosos hinchas ingleses apoyaron más que nunca, y sus jugadores respondieron a la primera. Una falta inexistente fue cobrada con dulzura por Henry y Campbell entró como un tren por el centro del área para dejar en evidencia a Oleguer y cabecear con potencia el gol en el minuto 37.

Los 21 mil ingleses estallaron en algarabía, y al otro lado del estadio otros tantos barcelonistas se agarraron la cabeza. El denominador común era la incredulidad, porque el guión no decía que el Arsenal era el que debía marcar. Al Barcelona le entraron entonces las prisas, pero no encontró la manera de romper el muro hoy amarillo. Eto'o estuvo a punto de hacerlo en una rápida media vuelta que hizo crujir a Campbell, pero su disparo lo desvió Almunia al poste.

Rijkaard dio marcha atrás al sacar a Iniesta en la segunda parte y además le dio el mando de las operaciones al dejar fuera a Edmilson

Pero el panorama apenas cambió, porque en el Arsenal todos se saben la lección del profesor Wenger sobre cómo defender. Los azulgranas apenas lograron un inocente disparo de Iniesta y una internada de Ronaldinho, ya por la izquierda, que solventó bien la defensa.

La noche se había nublado en París y caía lluvia cada vez más intensa, una perfecta metáfora de cómo se desarrollaba la final para las estrellas azulgranas. Los nervios comenzaban a aparecer y Rijkaard hizo el cambio del título: Larsson sustituyó a un desapercibido Van Bommel.

El Barcelona, con cuatro delanteros y sólo dos centrocampistas, se volcó al ataque y el Arsenal busco un segundo tanto, aunque tuviera un hombre menos. El hiperactivo Henry dejó de colaborar en defensa y se dedicó a armar peligrosos contrataques que terminaron con disparos de Hleb, Ljungberg y el propio delantero francés que a punto estuvieron de sentenciar la final.

Pero entonces apareció Larsson. El veterano sueco encontró un hueco en el muro inglés, prolongó para la cabalgada de Eto'o y el camerunés definió en el minuto 76 con frialdad por el palo corto de un Almunia que llegó a rozar el balón.

El gol desmoronó al Arsenal, que llevaba una hora con un hombre menos. Sólo cinco minutos después apareció otra vez Larsson. El ariete hizo las funciones que no cumplió Ronaldinho y habilitó a Belletti y pese a no tener ángulo el brasileño anotó el gol del triunfo entre las piernas del arquero.

No hubo más final. Wenger se lanzó a la desesperada y echó mano de la velocidad del sevillano José Antonio Reyes, pero no había fuerzas ni tiempo ni ideas, porque la copa tenía dueño. Era el Barcelona, que ya puede decir muy alto que es el mejor equipo de Europa.

La victoria catalana fue presenciada por varios asistentes de excepción, como los Reyes de España y el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

 
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