Usted está aquí: jueves 11 de mayo de 2006 Opinión Se van a arrepentir

Sergio Zermeño

Se van a arrepentir

No cabe duda, hemos asistido en el último mes, en nuestro país, a un "golpe de Estado" cibernético e informático del que la "guerra de las encuestas" constituye, apenas, una de sus manifestaciones, ni siquiera la más importante. En estas semanas hemos visto cómo terminó de fraguarse una alianza que ya venía de lejos entre las grandes compañías de radio y televisión (con su ley Televisa), el gobierno federal, el PAN y su candidato, los intereses de las más grandes compañías y consorcios nacionales e internacionales y esa franja de lo que podemos calificar como "los integrados temerosos" (la derecha, las clases medias acomodadas), que está arrastrando, y ése es naturalmente el objetivo, a amplios sectores poblacionales atemorizados por la confrontación social, la violencia política y la sangre, televisada en los días que así conviene y ocultada también a voluntad (la toma de Atenco sí, la marcha de la otra campaña, no).

Sin embargo, haber optado por esta vía constituye un error gravísimo; es el producto de una suma de mentalidades que piensan, de veras, que el modelo actual puede ir adelante, que será capaz de dar empleos a los nueve millones de jóvenes que lo solicitarán en el próximo sexenio, que tenemos posibilidades de ser competitivos en un mercado mundial abierto, que el estado deplorable de nuestro medio ambiente es reversible sin perturbar la libertad del gran capital y sin educación ecológica; que los mexicanos estamos realmente transitando hacia la democracia y que nuestras instituciones, a pesar de algunas recaídas como sucede en el sistema de partidos, el IFE y la procuración de justicia, van consolidándose...

En resumen, adoptar la vía de un pacto de los dominantes para mantener bajo control cibernético y policiaco a los excluidos mientras volvemos a crecer y se afianza la democracia es un grave error, producto de un optimismo evolucionista irradiado desde las universidades de los países poderosos y desde los organismos de la globalización, porque es la visión del mundo que conviene a sus intereses y es adoptada alegremente por todos los pensadores orgánicos de este nuevo pacto de los integrados en nuestros países.

El error consiste en no aceptar que son crecientes el desempleo, la pauperización (a pesar de las marrullerías estadísticas), la exclusión, la informalidad, la violencia, la destrucción de la naturaleza... El error consiste en no darse cuenta de que el ascenso del llamado populismo en América Latina y del fanatismo religioso en otras partes del mundo es producto de este proceso de exclusión que se magnifica, de este fin de la idea de progreso, de este fin de la utopía de que nos aproximamos cada vez más a Occidente y sus valores.

El error consiste en no darse cuenta de que la llegada de los partidos "populistas" y de los líderes carismáticos, de las organizaciones enraizadas en el medio popular y manipuladas por pandillas autoritarias y venales no es sino una respuesta lógica: la propuesta de un orden social no precisamente democrático, pero que parece ser el único capaz de mantener la paz social en los dilatados espacios de la exclusión.

No hablemos de Bolivia, pues muchos lectores dirán que no somos comparables con un país tan atrasado y predominantemente indígena, pero hablemos de esa Argentina mucho más desarrollada y modernizada, y aceptemos que aun ahí, para recomponer un pacto social y una gobernabilidad, fue necesaria la entrada de un líder y una política que mucho se alejaron de las recomendaciones de los organismos de la globalización. De hecho han resultado la política y el liderazgo que más han favorecido un ambiente donde los negocios pueden desarrollarse y las instituciones pueden volver a ser respetables.

A no dudar que si ha habido paz social en un medio con tanta exclusión, informalidad y delincuencia como es el Distrito Federal, ha sido por el buen engranaje que gobierno, partido, liderazgos populares y pandillas han logrado en el último decenio, aunque todo eso guarde mucha distancia con respecto a los preceptos inherentes al modelo del tránsito a la democracia. Pensemos en lo que serían los próximos seis años en esta ciudad y en este país con un desgobierno como el panista, capaz de provocar los estallidos que vimos en Atenco (primera y segunda etapas), los errores en la relación con las organizaciones y las movilizaciones del mundo laboral, en los asuntos agrarios, en el manejo de la migración y las relaciones internacionales...

A esas televisoras y empresas de comunicación, a esos consorcios y organismos bancarios y financieros que están obteniendo ganancias como ni en sus países de origen, a esas clases medias de la derecha y a los simples espantados por la sangre televisada, mucho les resolvería que un gobierno con verdadero enganche popular entrara a hacerse cargo del país en los años por venir y no esta caterva de inexpertos y elitistas sin oficio político, que lo único que habrán de provocar es la polarización y la confrontación, como lo estamos viviendo ya de manera alarmante. Así que, si los del pacto dominante no quieren arrepentirse, más les vale comenzar a desmantelar el amasijo cibernético, manipulador, elitista, derechista y antipopular que tan alegre e irresponsablemente han echado a andar en las últimas cuatro semanas, porque de otra manera se les habrá acabado (y se nos habrá acabado) el paraíso en el que han vivido hasta ahora.

 
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