Usted está aquí: jueves 11 de mayo de 2006 Cultura ¿Qué hace una cama voladora en medio de una sala de exposiciones?

Se abrió muestra con la curaduría de Marisa Lara y Arturo Guerrero

¿Qué hace una cama voladora en medio de una sala de exposiciones?

Utilizando espejos, el binomio artístico involucró al público en su performance

MERRY MACMASTERS

Ampliar la imagen Marisa Lara y Arturo Guerrero durante la apertura de la exposición El lecho y la cama, la noche del martes, en la Alianza Francesa Centro Polanco Foto: Yazmín Ortega Cortés

Reacciones de todo tipo ha propiciado la inmensa cama que invade el espacio para exposiciones de la Alianza Francesa Centro Polanco, en Sócrates 156.

Hay expresiones de sorpresa, incredulidad, pero también de desconcierto, pues nadie se explica qué hace un mueble de ese tipo en medio de una galería de arte.

Los curiosos revisan esa cama por arriba y por abajo. No faltan los comentarios pícaros.

El personal de la Alianza, inclusive, ha considerado la posibilidad de efectuar sus reuniones de trabajo tendidos en la cama de cinco metros de largo y dos de alto en la parte de la cabecera.

Los responsables de semejante atrevimiento son ''los siameses", alter egos de los artistas Marisa Lara y Arturo Guerrero, ahora curadores de El lecho y la cama, exposición de pintura, arte objeto e instalación inaugurada la noche del martes.

El binomio, que suele trabajar al alimón, asegura que el tema de la cama siempre ha estado presente en sus más de dos décadas de quehacer profesional.

Incansables como son, también se diría insaciables en sus exploraciones artísticas, los extrovertidos siameses tenían todavía su pilón guardado para sus invitados.

Un lecho volador

Al ritmo de la canción As time goes by, inmortalizada en la película Casablanca, que se repetía en las versiones de un sinfín de intérpretes, la pareja se deslizó por la galería, cada quien con un globo terráqueo en su brazo libre. Estos fueron cambiados por un paraguas.

En perfecta coordinación se subieron a la gran cama. Acomodados entre almohadas, los siameses se pusieron a hablar cada quien por su respectivo teléfono. Un silencio absoluto reinaba en la galería, que fue roto por las palabras inaugurales de la muestra que concluirá el 2 de junio.

Luego, cada uno asió un volante personalizado para emprender su viaje en el ahora lecho volador, reflejado en un cuadro a su derecha donde una cama, con su ocupante dormido, vuela sobre las dunas del desierto. Miraron a la concurrencia con unos binoculares morados.

Involucraron al público en su performance por medio de espejos, que movían en frente de las personas que vieron reflejadas fugazmente sus caras.

En seguida arrojaron pequeñas palomas sobre la superficie de la cama, en alusión a la libertad del vuelo. Agotados, los siameses taparon su cara con su sombrero y se durmieron a manera de rúbrica.

 
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