SIN LUZ
Aprieta nuevamente los ojos, sacude la cabeza, espera un momento, hasta que la oscuridad se le convierte por dentro en un destello luminoso, una mancha amarilla. Luego vuelve a abrirlos, frente al espejo, y ve esa figura borrosa, como si hubiera llorado. No se reconoce y enciende el candil aunque es de día y el sol entra de lleno por la ventana. Abre y cierra los ojos, hace un esfuerzo para enfocar lo que ve, enciende la lámpara que está en el escritorio y luego, un poco a tientas, siguiendo el recuerdo que tiene de la habitación, las otras dos, a los lados de la cama y vuelve a mirar el reflejo donde una mujer de facciones borradas abre y cierra los ojos, aprieta los dientes, sacude la cabeza. Entonces la recuerda, poco a poco la reconoce, vuelve a verla, como le sucede cada vez más seguido, sentada al lado de la ventana, con el radio encendido, la espalda recta, al través de un paño de sombras, atenta a cada rumor, la imagen de su madre ciega.
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