La Jornada Semanal,   domingo 7 de mayo  de 2006        núm. 583

HUGO GUTIÉRREZ VEGA

EL HUMANISMO DE MARIANO AMAYA

Mariano Amaya es, por muchos conceptos, un reformador: preocupado por lo que Spencer llamaba "progreso de la inteligencia", ha dedicado gran parte de su vida a la enseñanza y a la investigación de materias humanísticas. Era, el que esto escribe, Rector de la Universidad Autónoma de Querétaro, cuando Mariano, recién llegado de Europa en donde había adquirido una sólida formación filosófica, empezó a dar clases en nuestra casa de estudios, a sembrar inquietudes intelectuales entre sus alumnos y a convertirse en un verdadero líder de opinión y en un agitador de conciencias. Era sacerdote de la Iglesia católica y estaba encargado de una iglesia cercana a la vieja zona roja de la ciudad. Por lo tanto, una buena parte de su feligresía eran las piadosas prostitutas que llevaban a bendecir sus sábanas para invocar el auxilio divino en sus empresas y funciones sociales.

El espíritu modernizador de Amaya y su honradez intelectual chocaron con un obispo y una curia fundamentalistas y Mariano optó por dejar el sacerdocio para dedicarse de manera más plena a las tareas de la enseñanza, al periodismo doctrinario y a la escritura de una serie de tratados sobre distintos aspectos de la filosofía moderna y contemporánea, poniendo un énfasis especial en el pensamiento existencialista. Sabíamos que entre escándalo y escándalo, desgarramiento de vestiduras de las buenas conciencias queretanas y otras aventuras espirituales, Mariano escribía en horas robadas al sueño y al reposo, pero nunca pensamos que iba a completar un conjunto de libros que abarcaran tantos y tan variados y complejos temas. El producto de esas inquietudes intelectuales y de un trabajo incansable, es esta recopilación que, sin la menor duda, será de gran interés y utilidad para los preocupados por la filosofía y, de manera muy especial, para los estudiantes que encontrarán en ella una guía de lecturas, varias acertadas síntesis de las escuelas, sistemas y aportaciones individuales al corpus general de la filosofía, y una serie de consideraciones críticas sobre el pensamiento y la problemática de lo que Jaspers llamaba "el ambiente espiritual de nuestro tiempo". Podemos decir que Mariano Amaya nos está entregando su Tractatus sobre el filosofar de nuestro momento histórico, pues se ocupa de muchas facetas de la acción humana, desde la filosofía de la ciencia hasta la espesa problemática de la comunicación y de todas sus implicaciones en la estructura de la sociedad. Su trabajo sobre Jaspers constituye una minuciosa y profunda reflexión sobre el existencialismo, la escuela que tuvo su momento de mayor influencia en los terribles años que sufrieron todas las consecuencias de la segunda guerra mundial y del siniestro proceso de deshumanización realizado por el fascismo y, muy especialmente, por el nazismo. Esta parte del Tractatus de Mariano Amaya es el producto de sus investigaciones para un curso que impartió en la Universidad. Recordemos a los maestros Antonio Pérez Alcocer y Francisco Perrusquía que, junto con Mariano, lucharon arduamente en las tareas de la fundación de una escuela que es —o debe ser— el eje del pensamiento universitario y el centro de irradiación de ideas que alimentan y dan sentido a todas las tareas académicas de una casa de estudios superiores.

En otro ensayo, el doctor Amaya resume los aspectos esenciales del pensamiento de los existencialistas, se remonta al "protoexistencialismo teológico" de Kierkegaard y estudia los temas fundamentales de Heidegger y de Sartre. Sus conclusiones sobre el humanismo sartriano son especialmente rigurosas y justas.

Para los jóvenes que se inician en los estudios filosóficos es de gran utilidad la inteligente historia de la filosofía moderna y contemporánea que parte de 1600 y culmina en 1980. En ella Mariano resume las características fundamentales de los sistemas y estudia las ideas de los llamados filósofos marginales. Es indudable que la influencia de Bochenski prestó una mayor claridad a las síntesis realizadas por el doctor Amaya.

La inquietud intelectual de Mariano lo lleva a los campos de la lingüística, de la sociolingüística y de la logística y lo conduce por los accidentados terrenos de la Historia de la ciencia.

Por eso urge que aparezca la obra de un educador ejemplar, de un investigador riguroso y de un académico enamorado de las aventuras y avatares del pensamiento humano.

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