Usted está aquí: domingo 7 de mayo de 2006 Opinión Directores de la muestra (3)

Carlos Bonfil

Directores de la muestra (3)

La 47 Muestra Internacional de Cine concluye sus proyecciones en la Cineteca Nacional con dos películas notables, una de ficción y un documental, la coreana Señora venganza (Sympathy for Lady Vengeance), de Park Chan-wook, y la mexicana En el hoyo, de Juan Carlos Rulfo. Señora venganza es la parte final de una trilogía iniciada con Señor venganza (inédita en México), que también incluye Old boy (Cinco días para vengarse), en un estudio sofisticado de la revancha y la crueldad, con elementos de thriller, introspección sicológica y la parábola de una redención en ocasiones inalcanzable. En el hoyo es, a su modo, la tercera parte de un proyecto de captura vivencial fincado en el tema del recuerdo, iniciado con El abuelo Cheno y otras historias (1994), continuado en Del olvido al no me acuerdo (1999) y llevado a su conclusión lógica en la crónica urbana que describe de modo sintético y original la construcción del segundo piso en el Periférico de la ciudad de México.

En Señora venganza una joven, Lee Keum-ja (Lee Yeong-ae), se ve obligada a declararse culpable de un infanticidio no cometido para salvar a su hija recién nacida del secuestrador y asesino profesional que ha ingeniado este chantaje. Luego de purgar su condena, Keum-ja sale de prisión y decide vengarse del criminal impune, congregando el ánimo enardecido de otros familiares afectados. Como en su cinta anterior, Old boy, el director concentra la atención en el retrato del personaje central, ya no un vengador delirante, sino una joven muy bella, dotada de un aura casi mística, que transita de la frialdad calculadora a momentos de ternura infinita. Su acercamiento con la hija casi perdida, dada en adopción en Australia, repatriada luego a Corea, conlleva un ritual de apropiación afectiva que se desarrolla a la par del diseño de venganza. El oficio de repostería, detrás del cual la protagonista disimula sus propósitos de reparación justiciera, confiere a la empresa brutal un toque de refinamiento. Park Chan-wook es, con Kim Ki-duk, una de las figuras centrales del nuevo cine coreano, y su apuesta es primordialmente estilística: un manejo original de la narración mantiene al espectador siempre alerta, con elipsis y saltos temporales, con movimientos de cámara siempre sorprendentes y una atmósfera muy turbia, que hacia el desenlace alcanza niveles de crueldad insospechados, para concluir, en un nuevo giro, en un lirismo espiritual, cuyo tema central es la redención.

Por su parte, Juan Carlos Rulfo transita de la evocación primera del mundo de su abuelo, tema de su primer largometraje, reunión de voces campiranas, y de esa obra estupenda, Del olvido al no me acuerdo, donde la reminiscencia rural, de nuevo recuerdo colectivo, se centra en la figura de su padre, el escritor Juan Rulfo, para conservar ahora el método de registro coral en su acercamiento a una vivencia mucho más personal e inmediata, su contacto con los obreros, profesionales de la construcción de la obra emblemática del gobierno capitalino, el polémico y muy resistente segundo piso del Periférico. El itinerario generacional de los documentales de Juan Carlos Rulfo culmina en esta larga faena de albañilería convertida en festividad urbana, con los protagonistas manifestando la diaria confrontación con el peligro, las alturas y la muerte, todo como un albur necesario para conjurar el hambre, siempre más cabrona. Y este albur de todos los días se vuelve en el documental un inventario infatigable del ingenio popular, plagado de comentarios sexistas y ocurrencias mordaces, que proferidas así, en la celebración de la malicia, son testimonios entrañables de un esfuerzo laboral pocas veces capturado en nuestro cine. La primera sospecha podría ser la del alegato partidista, la de un documental propagandístico al servicio de su patrocinador, el gobierno local. Rulfo derriba de inmediato esa suspicacia. En el hoyo es un trabajo inteligente, ligado a su obra anterior, en intención y en estructura, que plasma desde ahora el recuerdo que será mañana la polémica obra de ingeniería urbana, y desecha, por intrascendentes, las diatribas rencorosas de la derecha política. "Un trabajador bailando un danzón con un rotomartillo", un relato de amistad entre el cronista urbano y sus protagonistas espontáneos, una banda sonora espléndida (Leonardo Heiblum) y una panorámica aérea de seis minutos recorriendo la obra en su conjunto. El resultado es un documental de gran frescura humorística, un relato picaresco habitado ocasionalmente, por las ánimas en pena que acuden al festejo.

Señora venganza y En el hoyo se exhiben en la Cineteca Nacional, hoy y el próximo martes, respectivamente.

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