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Jueves 4 de mayo de 2006

Martí Batres Guadarrama

Lo que hay que hacer es informar

La campaña sucia de la derecha es tan endeble que lo único que tiene que hacer la izquierda mexicana es informar, informar y volver a informar. Pero debe hacerlo de verdad, porque hasta ahora Andrés Manuel López Obrador es casi el único que anda solo por el país pregonando su verdad; falta la presencia pública en los medios electrónicos y en las plazas públicas de senadores, diputados federales, diputados locales; de dirigentes partidarios, de intelectuales y forjadores de opinión pública, de líderes sociales, de comunicadores, de activistas sindicales, de militantes de los movimientos alternativos. En fin, de todos los que dicen que son la izquierda de este país, y que hoy tienen la posibilidad de convertirse en la fuerza política dominante de México mediante el triunfo de López Obrador.

Es cierto que no se trata de cambiar la estrategia. ¿Qué podría cambiar? No se puede competir en espots televisivos con el dinero de los 10 hombres de México que están detrás de Fox y Calderón. Tampoco podría moderarse el discurso a tal grado que resulte insustancial, incoloro e insípido, perdiéndose el anclaje construido en las clases sociales excluidas.

En realidad lo que debe hacerse es informar a la sociedad, pero eso sí exige un esfuerzo adicional, diferente. Y para ello la campaña tiene que convertirse en un movimiento que desate un caudal tal de energía social que esté en actitud de ganarle a los poderes político, financiero y mediático que están hoy en santa alianza.

La derecha mexicana, en el sentido social más fidedigno de la palabra, es decir, las altas jerarquías de poder y de dinero, están utilizando todas las vías posibles para enviar su mensaje. Cuentan con miles de espots del gobierno federal, con otros miles de espots del Partido Acción Nacional, tienen a los empresarios publicando folletos sobre el supuesto parecido de Hugo Chávez y Andrés Manuel. Cuentan con cientos de centros de llamadas telefónicas. Tienen además el enorme aparato del gobierno federal.

Sin embargo, la argumentación de su campaña contra Andrés Manuel es muy endeble, que se parece a Hugo Chávez, dicen; pero las que copian iniciativas legislativas son las diputadas del PAN. Que endeudó a la ciudad de México, afirman; sin embargo, la decisión del monto de endeudamiento ha estado en manos de Acción Nacional y del PRI, quienes han aprobado lo que han querido para el Distrito Federal desde el Congreso de la Unión. Que se ha seguido una estrategia de endeudamiento para la ciudad de México, dicen; empero, las cifras demuestran que se siguió una estrategia de disminución del financiamiento por concepto de deuda, cuyo monto anual pasó de 6 mil millones de pesos en 2000 a mil 600 millones en 2006. Que Andrés Manuel es autoritario, señalan; sin embargo, los que han utilizado la represión para resolver conflictos y se han manchado las manos de sangre son los funcionarios del gobierno federal.

Que Andrés Manuel es populista, y no obstante quien se autocalificó como populista fue Vicente Fox en 1999. Que Andrés Manuel es un peligro, dicen ellos; y la realidad es que con el gobierno del PAN millones de mexicanos corren el peligro de perder su empleo, otros cientos de miles tienen el peligro de perder el Seguro Social, otros cientos de miles corren el peligro de no cobrar su pensión, otros millones corren el peligro de morir ahogados en el río Bravo, calcinados en los desiertos de Estados Unidos o asesinados por racistas fundamentalistas, y otros más corren peligro de morir acribillados por las bandas del narcotráfico. Que Andrés Manuel toleró la corrupción, dicen sus detractores; mientras los casos de corrupción en la ciudad de México fueron castigados, no hay un solo caso de corrupción a escala federal que haya sido castigado.

Todo es contestable. Todo es desmontable. Pero hay que contestarlo contundentemente por todos los medios, porque hasta el momento no ha bajado la respuesta a los ataques a todos los rincones del país. No hay argumento sólido contra Andrés Manuel López Obrador. Pero las mentiras no se van a caer por sí solas ni la gente se dará cuenta de la verdad espontáneamente. Hace falta comunicar más. Hace falta que todos se muevan.

Sin embargo, ningún ataque contra Andrés Manuel ha sido tan grave como para invertir la intención de voto de los electores y menos aún que esto ocurriera en unos cuantos días. Las encuestas sí están siendo manipuladas. Por ejemplo, el periódico Reforma nos informa el 27 de marzo de 2006 que Marcelo Ebrard tenía 57 por ciento de la intención de voto en enero y 54 por ciento en marzo. Un mes después, el 21 de abril, el mismo diario nos dice que Ebrard tenía 60 por ciento de la intención de voto en enero y 57 por ciento en marzo, y en abril 52 por ciento. El mismo periódico nos informa en su edición del 27 de marzo que Beatriz Paredes tenía 20 puntos en enero y 21 en marzo. Pero el mismo rotativo nos dice el 21 de abril que Paredes tenía 18 por ciento en enero, 18 por ciento en marzo y 23 por ciento en abril. ¿Cuáles son las cifras verdaderas? Si los encuestadores de Reforma mueven las cifras a su antojo, si se les hace lo mismo decir que Beatriz Paredes tenía 21 puntos en marzo, que decir que tenía 18 ese mismo mes, ¿qué seriedad puede haber en un periódico que modifica en tres puntos la encuesta del mismo mes a favor de una candidata y en detrimento de otro? Tenemos todo el derecho a desconfiar. Como desconfiamos también de la gráfica que presenta Reforma ayer, pues dibuja una línea continua de ascenso de Felipe Calderón, y casualmente se les olvidó poner que ya en noviembre lo habían colocado empatado con López Obrador cerca de los 40 puntos y luego lo tuvieron que bajar ellos mismos como ocho puntos en el siguiente mes. Estas encuestas son más una estrategia de propaganda que busca cambiar percepciones que una medición seria de lo que piensan los mexicanos.

Y esto también lo tenemos que informar. Por eso reitero e invito: por todas las vías, a informar, a informar e informar.


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