Usted está aquí: miércoles 3 de mayo de 2006 Sociedad y Justicia La pasión de vender las noticias en las calles

Entrevista a MANUEL RAMOS, VOCEADOR DESDE HACE 50 AÑOS

La pasión de vender las noticias en las calles

Desde los 7 años pregona la historia de todos los días

Recuerda que su padre lo introdujo al mundo de las letras y el papel a los 7 años, y ahora, cinco décadas después, sabe que todos los días hechos históricos pasan por sus manos para llegar a los ojos de los lectores

MARIANA NORANDI

Ampliar la imagen Manuel Ramos ha visto nacer y morir cientos de publicaciones. En su voz, la historia de los medios escritos se vuelve romántica Foto: María Luisa Severiano

Este jueves, Día del Voceador, la Unión de Expendedores y Voceadores de los Periódicos de México AC entregará los reconocimientos a las trayectorias más amplias del gremio. Uno de los galardonados será Manuel Ramos (Coatzacoalcos, Veracruz, 1941), quien desde hace 50 años hace llegar a miles de hogares mexicanos el periódico. Secretario general de la Unión desde 1994 a 1998, hoy dirige el Expendio Ramos, ubicado en la calle de Iturbide 25. En el establecimiento la historia del periodismo mexicano adquiere una dimensión tan apasionada que se vuelve contagiosa al oírlo hablar. Miles de anécdotas, vivencias y experiencias contenidas en su memoria hacen que la venta de periódicos, en su voz, se vuelva una profesión romántica. Ha visto nacer y morir cientos de publicaciones y en ese existir y perecer de la prensa ha sabido descifrar cada etapa histórica por la que ha pasado nuestro país.

Manuel Ramos recibe a La Jornada en su oficina, en cuyas paredes exhibe pinturas y fotografías de diversos voceadores que evidencian que nos encontramos ante un hombre que ha hecho de esta profesión un estilo de vida.

-¿Cómo empezó a trabajar de voceador?

-Cuando tenía 15 años mi papá me sacó la credencial de la Unión pero, en realidad, empecé a los 7 años. Mi papá llegó de Veracruz en 1945 y empezó como empleado de voceador. Un día me dijo "hoy te levantas para trabajar". Me compró un abrigo en la Lagunilla y empecé a vender periódicos en la entrada del cine Palacio Chino.

-¿Cómo se trabajaba en aquellos años?

-Los periódicos no tenían devolución. Entonces un voceador sacaba de la empresa 20 periódicos. Cuando terminaba regresaba corriendo y compraba 10 y así, para no quedarse con periódicos sin vender. Otra cosa, pero eso no me tocó vivir, es que el voceador compraba el periódico a un precio a las 5 de la mañana y, a medida que pasaba el día, como era más difícil venderlo, iba bajando al precio hasta que llegaba un momento en que la empresa se lo regalaba. Eran épocas bonitas. Debajo del chapopote de la calle de Bucareli hay vías de tranvía. Los muchachos se subían en la parte trasera y se la pasaban jugando mientras vendían el periódico.

-¿Cómo fue desapareciendo en el país la tradición de gritar las noticias?

-Desaparece porque en México empieza a crecer mucho la producción editorial y hubo un momento en que surgió la necesidad de poner establecimientos.

-¿La entrada de la televisión hizo peligrar la prensa escrita?

-Ante un nuevo invento siempre hemos tenido miedo al cambio. Al principio no hubo una competencia abierta porque eran programas infantiles y pequeñas obras, pero luego llegaron los noticieros y ahí vivimos una competencia basada en la rapidez de la noticia. Luego comprobamos que la persona que está muy interesada en la información recurre a la profundidad de la prensa escrita.

-¿Y ahora con Internet?

-Tampoco ha repercutido en la venta de periódicos porque somos un pueblo del tercer mundo y para contar con Internet hay que tener computadora y pagar el servicio.

-¿Cómo ha cambiado la calidad de vida del voceador?

-Nunca habrá un voceador que viva en Polanco o en El Pedregal; sigue siendo gente pobre. Es un trabajo de familia y, por lo tanto, las ganancias hay que dividirlas entre sus miembros, pero lo que ayuda mucho son las prestaciones sociales que ofrece la Unión como médicos, escuelas, entierros o préstamos.

-¿Qué dificultades tiene el gremio?

-Que entra menos dinero de lo que se gasta en prestaciones, por lo que las próximas generaciones tendrán que ver cómo solucionarlo. El patrimonio de la Unión atraviesa una paulatina disminución. Por otro lado, todos los días tenemos que hacer un plan de distribución porque con el tráfico vehicular y las marchas a veces es muy complicado.

-¿Cuáles han sido los momentos más críticos para la venta de periódicos?

-Las crisis de los periódicos se han dado de manera paralela a las crisis económicas. Yo recuerdo cuando un señor se compraba un periódico, una revista para su esposa, un cuento para los niños y, en los 80, compraba un periódico que nunca llevaba a su casa: el Ovaciones de la tarde porque, en la página 3, salía una muchacha desvestida, preciosa. Las ediciones vespertinas han ido desapareciendo porque la gente en la noche tiene miedo a abrir la ventana del coche para comprar un periódico.

-¿En México se lee poca prensa?

-Hoy se vende más pero porque ha crecido mucho la población. Si la Comisión Calificadora exigiera ser más realistas y no decir mentiras, la gente confiaría más en los periódicos.

-¿La nota roja sigue vendiendo o la sociedad ya exige otro tipo de información?

-Siguen vendiendo mucho porque forma parte del pueblo de México, que no teme la muerte.

-¿Cómo recuerda la introducción de la pornografía?

-Yo pertenecía a la Comisión Calificadora en la época del gobierno de José López Portillo y éramos muy ingenuos. Tardamos cuatro meses en definir qué era pornografía. Hasta que llegamos a la conclusión que era donde se mostraba el vello público. Ante eso, un editor llamado Ortega Colunga en sus revistas empezó a rasurar el pubis de las muchachas. Luego se acordó que era la foto que aparecía un desnudo dos dedos por debajo del ombligo. Hemos pasado diferentes etapas de la pornografía, las cosas fueron cambiando y ésta se superó cuando salieron las revistas gay. Estábamos seguros que no se iban a vender y cuando vimos la cantidad que se vendían nos espantamos. Sí es cierto que estaban encerrados. No eran clóset los que se abrían, eran recámaras enteras. Tras esas revistas el Playboy quedó casi para sacerdotes. Pero para mí es más pornográfico ver como el tren cortó a alguien por la mitad que un desnudo.

-¿Qué noticia recuerda como un boom en ventas?

-La muerte de Pedro Infante. La rotativa de La Prensa terminó de tirar periódicos a las 3 de la tarde, cuando normalmente finalizaba a las 3 de la madrugada.

-¿Qué le ha dejado la profesión?

-Vivir grandes momentos que, en ese momento, no fueron grandes momentos como el nacimiento de La Jornada.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.