Usted está aquí: martes 2 de mayo de 2006 Opinión DESDE EL OTRO LADO

DESDE EL OTRO LADO

Arturo Balderas Rodríguez

Una pausa obligada en la reforma migratoria

HAY MUCHAS POSIBILIDADES de que la reforma migratoria se posponga por lo menos hasta final del año, una vez que hayan pasado las elecciones de noviembre, en las que se renovarán la Cámara de Representantes y parte del Senado. Al menos eso se deduce de las palabras del presidente Bush, quien dijo que la reforma debe estar lista antes de finalizar el año. Fue enfático en la necesidad de ella, pero desapareció el sentido de urgencia que prevalecía hace un mes. Es algo que se esperaba después del fracaso en el Senado para llegar a un acuerdo sobre el proyecto presentado por el senador Alan Specter, con base en la iniciativa de los senadores Kennedy y McCain, proyecto en el que la regularización de los casi 12 millones de indocumentados, el refuerzo de la vigilancia fronteriza y las sanciones a quienes contraten trabajadores indocumentados guardan equilibrio con lo que la mayoría de los senadores estaban de acuerdo. Hubo reclamos de uno y otro lados sobre las razones de la virtual postergación, pero en el fondo prevaleció el interés regional sobre el federal. La mesura presidencial tiene lógica, ya que diputados y senadores, al menos parte de estos últimos, se las verán con los electores en noviembre, y el manifestarse en pro o en contra de una iniciativa migratoria con tantas aristas políticas pudiera tener algún costo en sus aspiraciones por relegirse. No otra cosa se deduce de la zigzagueante actitud de algunos en el momento de manifestar su posición al respecto.

LA MONEDA ESTA en el aire y todo puede suceder. De entre los escenarios probables hay dos que son menester considerar: por un lado, la posposición de la reforma puede producir un enfriamiento en el efecto que las manifestaciones masivas tuvieron en momentos en que se discutía en el Senado; por otro, si se consolida en las urnas la fuerza de quienes marcharon al lado de los indocumentados, la propuesta tendría mayores posibilidades de aprobarse, incorporando aun planteamientos más favorables para su causa.

POR TODO ELLO, parece que el trabajo de las organizaciones que han apoyado las demandas de los indocumentados por ahora ya no estará dirigido a la reforma en sí misma, sino a quienes en el Congreso han impulsado todo este tiempo una propuesta de reforma equilibrada, como la Kennedy-McCain. Esta es la reflexión que hacen analistas políticos y estrategas electorales. Es algo más o menos previsible.

EN ESTE MARCO, es deseable que los actos de este primero de mayo no resulten anticlimáticos en una batalla que, a ojos de los observadores políticos, tiene un saldo en favor de quienes esperan se les reconozca su estatus migratorio. Haber hecho entender hasta los más escépticos lo justo de sus demandas y la fuerza que representan no es poca cosa. Sería deseable que este delicado equilibrio en su favor no se rompa una vez que este impasse termine.

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