Usted está aquí: lunes 17 de abril de 2006 Política En riesgo el águila real, símbolo nacional

Iván Restrepo

En riesgo el águila real, símbolo nacional

Antes que nada: merecen nuestra condena los bajos ataques a Elena Poniatowska. Además, el linchamiento mediático contra el candidato López Obrador muestra que el verdadero peligro para México es que lo gobierne el grupo fascista que controla al PAN.

Virtualmente nadie sabe que este 2006 fue declarado por las autoridades ambientales El año del Aguila Real. Nos enteramos de ello gracias a un especialista en la materia, Juan Cornejo, quien en la excelente revista Especies da cuenta de los problemas que enfrenta dicha ave.

Por principio, Cornejo nos recuerda que el águila real es un símbolo de México, plasmado en el escudo nacional. Su presencia en la historia del país abarca casi siete siglos, desde que nuestros antepasados, los mexicas, la incluyeron en su estructura social y religiosa. Pero mucho antes ya reinaba en una amplia extensión geográfica, especialmente en las zonas de montaña, en las ocupadas con bosques, en los matorrales y desiertos. En plenitud el águila real llega a medir un metro de largo y dos metros de ancho al extender sus alas. Una breve descripción para distinguirla de otras aves rapaces refiere su plumaje café, la espalda castaño oscuro y patas cubiertas de plumas.

Pero este símbolo nacional se encuentra amenazado debido a la intervención del hombre. Como ocurre con otras especies que corren la misma situación o, peor aún, están en peligro de desaparecer, el hábitat del águila real se reduce cada día debido a la expansión de la frontera agropecuaria, a la caza furtiva, a los efectos mortales de sustancias utilizadas para combatir plagas o controlar en el campo otras especies "dañinas"; a la pobreza rural y uno de sus frutos: la venta de fauna por unos cuantos pesos que luego los traficantes convierten en miles al vender los ejemplares a coleccionistas. Por supuesto, no faltan quienes cazan esta ave para luego exhibirla, disecada, en la sala de su casa de descanso. Más de un político y varios empresarios de alto vuelo presumen este "trofeo".

Se desconoce el número de águilas reales que vuelan libres por los aires de México: parece un dato celosamente guardado por autoridades e investigadores. En cautiverio, en cambio, y según el maestro Cornejo, debe haber unos 40 ejemplares y se hacen importantes esfuerzos por lograr que se reproduzcan más.

Mientras tanto, figura en las listas del gobierno mexicano como especie amenazada y su comercio internacional está muy restringido. Algunos expertos me señalan que esta ave se recupera favorablemente en cuanto a su número, sin que ello signifique que no corra peligro ni que su futuro esté asegurado, pues el tráfico de especies no cesa como tampoco el avance de la agricultura y la ganadería en ciertas áreas en que suele vivir el águila. La población y, por supuesto, las autoridades, al igual que revistas como Especies -patrocinada por el grupo Naturalia, y que cumple una década de divulgar los temas relacionados con la naturaleza de México- juegan papel fundamental para impedir que siga la depredación.

Y si nuestra fauna debe ser protegida, en mayor medida debían estarlo las personas, como las que habitan Bacajípare, en la Tarahumara. Según Miroslava Breach, corresponsal de La Jornada, esa comunidad indígena se quedó sin agua para beber, cocinar y demás necesidades humanas porque los aguajes de los que se surte fueron contaminados por las aguas negras procedentes del hotel Posada Mirador. Este negocio, frecuentado por turistas nacionales y extranjeros que visitan la imponente Barranca del Cobre, está en un sitio clave para admirar un paisaje único. Sin embargo, y como detalla Miroslava, no cumple las normas legales que prohíben la contaminación de las corrientes de agua. Este problema, y el que también por contaminación padece otra comunidad rarámuri, Huizarochi, debe ser resuelto por la Comisión Nacional del Agua, pero su director anda muy ocupado con el asunto de los pilotos de su dependencia, capturados en un traslado de cocaína. El problema lo podría resolver sin necesidad de apuesta alguna, olvidándose por un instante de su frivolidad futbolera, la comisionada para los Pueblos Indígenas, Xóchitl Gálvez.

 
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