Usted está aquí: lunes 17 de abril de 2006 Política Indocumentados: de SLP hacia el norte las autoridades se vuelven más hostiles

Denuncian que se han incrementado los casos de abuso sexual, robo y extorsión

Indocumentados: de SLP hacia el norte las autoridades se vuelven más hostiles

"Necesaria, una oficina donde los migrantes puedan poner sus denuncias sin ser deportados"

HUGO BECERRA LA JORNADA SAN LUIS

El peligroso viaje como indocumentado de Centroamérica a Estados Unidos, pasando por México, se agrava a partir de San Luis Potosí, donde las autoridades que los persiguen se vuelven más hostiles, consideraron dos grupos de más de 25 migrantes en territorio estatal.

A las ya conocidas denuncias de extorsiones, asaltos y abusos de policías -principalmente de agentes de la policía municipal de San Luis Potosí- y personal de seguridad privada de los trenes cargueros, se suma la de abuso sexual contra mujeres migrantes.

José Gerardo Verala salió de Yoro, Honduras, el 29 de febrero, y en esos días ha visto violaciones, personas a quienes el tren ha partido y heridas de bala por policías. También ha sido asaltado, principalmente por autoridades mexicanas.

Escondido al norte del municipio de San Luis Potosí, junto con un grupo de 15 migrantes en los cerros aledaños a las vías férreas que llevan a Saltillo, señala que un viaje en tren, que no tendría que durar más de siete días desde Chiapas, se convierte en un penoso trayecto de entre uno y dos meses en las peores condiciones, porque tienen que transitar en la clandestinidad.

A manera de ejemplo, informó que para evitar ser detenidos o robados por las autoridades, su grupo tuvo que caminar toda la madrugada, luego de huir de una redada el viernes por la noche en las vías ubicadas al norte de la ciudad de San Luis. El tren iba cargado con aproximadamente 200 migrantes y los garroteros les pedían "mujeres hondureñas".

En San Luis Potosí temen más a la deportación, porque cuando llegan ya fueron asaltados o extorsionados, y no tienen dinero para dar a policías y empleados de Transportadora Ferroviaria Mexicana, quienes les piden "para el refresco" a cambio de no bajarlos o llevarlos a la prisión de la delegación estatal del Instituto Nacional de Migración.

Con dos días y medio caminando por las vías, sin poder colgarse del tren porque lo oyen en la madrugada o va muy rápido, Carlos Iván López, de 22 años, dijo que es necesaria una oficina donde los migrantes puedan poner sus denuncias sin ser deportados.

Los indocumentados entrevistados coincidieron en que si no tuvieran que ocultarse de las autoridades mexicanas, podrían subir a los trenes en zonas seguras cuando no están en movimiento y llegar a la frontera norte en un viaje de siete días desde Honduras, tomar un autobús o denunciar y pedir ayuda en caso de violaciones, lesiones, asaltos y extorsiones.

Este medio recogió testimonios de migrantes asaltados o extorsionados por militares en Hidalgo, policías municipales en San Luis Potosí, diversas corporaciones estatales, trabajadores de Transportadora Ferroviaria Mexicana y agentes de la Policía Federal Preventiva en el sur del país.

Denunciaron que para asegurarse de que no llevan dinero escondido, autoridades mexicanas dedicadas al asalto de migrantes los desnudan.

Las mujeres se exponen a un doble riesgo, ya que son víctimas de abuso sexual tanto por autoridades como por delincuentes. Los testimonios, que nunca se convierten en denuncias, indican que en ocasiones, cuando un grupo de indocumentados es detenido, las mujeres son separadas para abusar sexualmente de ellas.

Los centroamericanos responsabilizan a las autoridades mexicanas de provocar esas situaciones con su persecución. Consideran que el gobierno de Estados Unidos debe estar pagando a México para alejar a los migrantes.

Pese a todos estos problemas, los indocumentados encuentran aliados en la población de San Luis Potosí y todo México. Los grupos entrevistados aseguraron que en su viaje reciben diariamente comida, dinero y ropa de mexicanos. Inclusive son transportados por pobladores de las zonas cercanas a las vías del tren, quienes los protegen diciéndoles dónde hay policías, agentes de migración o garroteros.

Los niños Adrián Cobos y Juan Carlos Sánchez, de tercer y sexto años de primaria, se acercaron al grupo de indocumentados. Explicaron a qué se debe la solidaridad con esas personas: como muchos otros mexicanos, tienen hermanos que partieron hacia Estados Unidos.

 
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