Varias generaciones se reunieron en el Panteón Jardín para recordarlo

Refrendan cientos su cariño a Pedro Infante, a 49 años de su fallecimiento

Es el artista "más chingón" de todos los tiempos; "ahorita no hay otro tan nato, tan del pueblo, como él", aseguran seguidores de hueso colorado entre canciones, aplausos y tequila

TANIA MOLINA RAMIREZ

Ayer, en el Panteón Jardín, al sur de la ciudad de México, muertos y vivos le festejaron a Pedro Infante haber cumplido 49 años en este cementerio. Y lo celebraron con música, como seguramente él hubiera querido.

Al entrar al panteón, lo primero que uno nota es la música. A unos pasos se ve el gran toldo blanco que protege del sol a los cientos que escuchan, aplauden y cantan con los intérpretes en el escenario. Pero como las sillas no bastan para tanta gente, también sobre las tumbas vecinas se sientan familias, compadres, chamaquitos y jovencitos, y se instalan los puestos de recuerdos y golosinas. Desde ahí cantan, y alguno que otro se echa un tequilita.

Y están ahí también Vicenta Vigilante, quien nació en 1884 y murió en 1953, y María Elena Correa, nacida en 1919 y fallecida en 1971, contemporánea de Infante.

Idolo de generaciones

A unos metros, escondido entre el tumulto, adornado por coronas, arreglos florales y fotografías, está la tumba del parrandero, mujeriego, amado por las mujeres y admirado por los hombres, el gran ídolo Pedro Infante.

Querido por una generación tras otra. Prueba de ello son tantos jóvenes reunidos, como Carlos, Uriel y Gerardo, quienes a primera vista podrían pasar como rockeros de corazón, con sus piercings, aretes y cabello largo. Pero las apariencias, como todos sabemos...

Más allá de que también les gusta el rock (Mötley Crüe, por mencionar un grupo), no tienen duda alguna de quién es el artista mexicano "más chingón" de todos los tiempos: el gran intérprete de José Alfredo Jiménez, consagrado con películas como Dos tipos de cuidado, A.T.M., Nosotros los pobres y Ustedes los ricos.

"Ahorita no hay un artista nato y del pueblo como lo fue Pedro Infante", dice Carlos.

Este último y Uriel, de 26 y 27 años, respectivamente, se hicieron amigos hace 10 años por la música. Cuando cursaban el bachillerato, uno de ellos tarareaba Cuatro caminos (de José Alfredo Jiménez) y el otro comenzó a cantarla. De ahí para el real, son amigos.

Gerardo, de 21 años, con piercing, aretes, cabello largo recogido en una cola de caballo y una playera con la leyenda "Pedro Infante no ha muerto, ¡andaba de parranda!", se confiesa "seguidor de hueso colorado" del sinaloense, y cuenta que desde que era pequeño oía los acetatos de Infante que ponía su padre.

¿Por qué tanto amor y admiración por este hombre que murió en un avionazo estando en la cúspide de su carrera artística?

"Porque no veía para abajo al pueblo", dice Josefina Medina Tapia, aficionada cantante, que ronda los 50 años de edad y desde hace cuatro años no falta a esta fiesta.

Unos y otros coinciden en que no sólo es su voz y sus dotes histriónicas. Es querido por "su nobleza", por "su sencillez", "tenía un ángel".

En el festejo están presentes dos hijas de Infante, Lupita y América, muy arregladas y elegantes, además de su sobrino José Tizoc, quien tiene un asombroso parecido con el tío. Constantemente rodeados de gente, prodigan autógrafos y se toman fotos con quien las pide.

Terreno libre de las campañas políticas. Comenta un asistente: "Los políticos no vienen porque los apedrearíamos". (Habrá que ver si los profesionales de la política no se quieren apropiar del festejo cuando Pedro cumpla 50 años de muerto.)

Este año, al menos, la fiesta siguió siendo para quienes sienten que Pedro es uno de ellos, y lo festejaron como seguramente él hubiera querido: cantando.