Usted está aquí: domingo 16 de abril de 2006 Cultura El beso del príncipe despertó al público en el castillo de Chapultepec

Flojo comienzo de la temporada de La bella durmiente de la Compañía Nacional de Danza

El beso del príncipe despertó al público en el castillo de Chapultepec

La mejor parte de la velada, el final con participación de Caperucita, el Lobo y el Gato con Botas

ARTURO JIMENEZ

Ampliar la imagen Lo etéreo de la danza en Chapultepec Foto: José Antonio López

Ampliar la imagen Comenzó la temporada de La bella durmiente Foto: José Antonio López

Ampliar la imagen Parte del elenco que se presentó en el castillo de Chapultepec Foto: José Antonio López

Casi al final, cuando el príncipe Florimundo Desiré dio el beso de amor puro que despertó de cien años de sueño a la princesa Aurora y a todo el reino encabezado por sus padres, de algún modo despertaba también de su letargo al público que ocupó los 800 lugares de la explanada del Castillo de Chapultepec para ver el arranque de temporada de La bella durmiente, de la Compañía Nacional de Danza.

Sin pena ni gloria, es decir, sin lograr atrapar al espectador ni con la trama ni con la destreza técnica de sus solistas y cuerpo de baile, pese a contar con una historia interesante basada en el cuento de hadas de Charles Perrault, adaptado para ballet por Marius Petipa, con música de Tchaikovsky, y recreada después por Rosemary Valaire, la coreografía llegaba de ese modo a la recta final.

Hasta que vino el beso de Florimundo a Aurora, con poca fuerza dramática por cierto, y se rompía el hechizo de la resentida hada Carabosse y se daba entrada a la mejor parte de la velada: un especie de alargado epílogo en el que lucieron sus mejores vestuarios y dotes dancísticas tanto la pareja de príncipes como algunos extraños pero atinados invitados, también con sus respectivos acompañantes: el Gato con Botas, el Pájaro Azul y Caperucita Roja con el Lobo Feroz.

Fue la parte más disfrutada por niños y adultos y fue quizá lo que explicaría el generoso aplauso final a la compañía encabezada por Dariusz Blajer, que, por otro lado apenas comienza temporada y tiene la posibilidad de afinar detalles de una puesta que se repuso desde el año pasado, pero en el atractivo escenario del castillo del cerro del Chapulín.

Otros aspectos que con seguridad se reorganizarán son el permitir la entrada al bosque por Reforma y Gandhi, para sumarla a la de Constituyentes, la mejor iluminación y vigilancia del área de estacionamiento, la mayor fluidez en el ascenso y descenso al cerro en los camiones y microbuses dispuestos por del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y la ampliación de servicios fundamentales como los sanitarios.

Con esos y otros detalles artísticos y logísticos, estas temporadas primaverales (con noches de vientos frescos) de La bella durmiente, podrían comenzar a convertirse en una benigna tradición al estilo de El lago de los cisnes en la isleta del bosque, y ayudar así a captar nuevos públicos para la danza vía el ballet clásico, además de generar el interés de niños y jóvenes por explorar esa disciplina.

De ese modo, tal vez, el beso de Florimundo despierte no sólo a su amada Aurora, al reino encabezado por Florestán y su esposa y al público más o menos aletargado, sino a un país de las maravillas que sueña con arribar, ahora sí, a una democracia formal y a la solución de sus problemas más urgentes.

 
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