Usted está aquí: domingo 16 de abril de 2006 Capital Cientos de familias acudieron al chapuzón anual en "el Olímpico"

Unas 2 mil personas rebasaron la capacidad de sus albercas, estimada en 1,500

Cientos de familias acudieron al chapuzón anual en "el Olímpico"

Muchos se conformaron con asolearse un buen rato y remojarse los pies

JOSEFINA QUINTERO M.

Ampliar la imagen Niños, jóvenes y adultos se divirtieron por igual en el balneario Olímpico de Pantitlán, sin importar la aglomeración Foto: Roberto García Ortiz

Ampliar la imagen Policías preventivos pusieron orden ante un conato de bronca cuando un sujeto se quiso "pasar de vivo" con una joven Foto: Roberto García Ortiz

Galileo y su banda se escuchan a todo lo que da; con esa rola conocida como Cabo E ambientan el balneario Olímpico y es así como dan la bienvenida a los visitantes. La salsa es la música preferida en muchos hogares de la capital y pone a tono a los excursionistas para empezar a asolearse. Las pieles expuestas muestran un color oscuro, que por la tarde se torna enegrecido, y queda como huella de la diversión.

El Olímpico, balneario propiedad del Sindicato de Trabajadores del Gobierno del Distrito Federal, está al tope de su capacidad; está calculado para mil 500 personas y al mediodía ya se calcula que hay 2 mil. Pero a los visitantes no les importa, y algunos se conforman con remojar los pies en el agua.

Las tres albercas ayer resultaron insuficientes para que mostraran sus habilidades los grandes nadadores; incluso los salvavidas reconocen que es difícil que alguien se ahogue, "pues ni siquiera tienen chance para hacer una braceada".

Cada año el balneario, localizado en la Calle Uno 136, colonia Pantitlán, en la delegación Iztacalco, es de los más visitados de la capital. Desde temprano empezó la llegada de familias provenientes de Nezahualcóyotl, Iztapalapa, Tláhuac, Chimalhuacán y la zona norte del Distrito Federal .

José Zamora, del estado de México, madrugó con su familia para ser de los primeros en llegar y disfrutar el agua poco transparente, "pero uno lo entiende, porque se sabe que hay escasez". El padre de familia reconoce las carencias del balneario, pero asegura que "es el mejor de la zona".

Después de las ocho de la mañana cada minuto que transcurre aumenta el número de usuarios en el Olímpico; pocas son las familias que dejan su vehículo en el estacionamiento del balneario. Sin embargo, las afortunadas aprovechan los espacios, y de un Valiant color oscuro y placas del estado de México descienden alrededor de 15 personas, ocho adultos y siete menores de edad.

Otras familias son más numerosas, como los Reyes Gómez, cuyos integrantes sumaron 27, entre abuelos, padres, hijos y nietos. Rogelio, quien está a cargo de la excursión, manifiesta que planearon con anticipación el paseo y mediante una cooperación, entre todos compraron la comida.

Piensan hacer un asado de carne, cebollas y longaniza, por lo que trajeron su bracero y su comal. Otros menos previsores, pero con mucha prisa, desde su hogar salieron vestidos con camisas estampadas de colores fluorescentes, bermudas o pantalones cortos, lentes oscuros, y los pequeños en traje de baño.

Pese a que el sábado de Gloria es cuando más se satura el balneario, Miguel Angel Quintanilla, visitante constante del Olímpico, comenta que ayer por lo menos las albercas tuvieron espacio para caminar, porque en otras ocasiones "es difícil moverse entre la gente. Uno roza a las mujeres y ellas se ofenden porque creen que es con alguna intención".

Pero no faltó el que se quiso "pasar de vivo". Un joven de unos 30 años, obeso, recorría las albercas de un lado a otro en busca de los espacios donde hubiera jovencitas, y entonces empezaba a bucear, hasta que fue descubierto por otros hombres, que simulando un juego con la pelota le propinaron dos o tres golpes y el sujeto no volvió a acercarse.

La hora difícil llegó en punto de las cinco de la tarde, cuando se pidió a la gente desalojar las albercas, porque a las seis el lugar debía estar vacío. Para muchos eso significó esperar el año siguiente para volver a darse un chapuzón en una alberca.

 
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