Número 117 | Jueves 6 de abril de 2006
Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER
Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus

Efectividad y eficiencia en la prevención del VIH/sida

Prevenir no es un acto de fe

Prevenir salva vidas y dinero. En América Latina, para 2015, podrían evitarse más de un millón y medio de infecciones por VIH, y ahorrarse casi 12 mil millones de dólares en atención de ese padecimiento si se invirtieran 8 mil millones de dólares en un programa de prevención efectivo y a gran escala, en los próximos diez años.

Por Fernando Mino

Más vale prevenir que lamentar. Este dicho popular cobra todo su dramático sentido en el caso de la epidemia del VIH/sida. Y no sólo en términos personales -usas o no usas condón- sino de finanzas públicas, si nos atenemos a la investigación publicada en febrero pasado por la revista Science: un paquete de 15 intervenciones preventivas de infecciones por el VIH, con un costo de 122 mil millones de dólares, podría evitar en diez años 31 millones de nuevas infecciones, la mitad de todas las infecciones calculadas para el año 2015 a nivel mundial.

Aunque la cifra parece muy elevada, al final del periodo arrojaría como resultado un ahorro sustancioso en tratamientos y atención médica.

Los investigadores del estudio “The global Impact of Scaling-Up HIV/AIDS Prevention Programs in Low-and-Middle-Income Countries” -realizado por un equipo encabezado por los investigadores John Stover, de la organización internacional Futures Group, y Stefano Bertozzi, del Instituto Nacional de Salud Pública de México- calculan en cinco mil dólares el costo de cada caso prevenido de infección por el VIH en América Latina durante el periodo de 2005 a 2015, mientras que el costo de la atención y medicación alcanza los 12 mil dólares.
El ahorro es sustancial: más de siete mil dólares por caso, lo que redundaría en un total de casi 12 mil millones de dólares ahorrados en diez años. Todo esto siempre y cuando los programas de prevención se expandan a mucho mayor escala, y las intervenciones específicas respondan a estrategias de eficacia probada.

¿Cómo saber si sirve la prevención?
Pero, ¿cómo saber qué intervenciones preventivas sirven y cuáles permitirán los ahorros proyectados por la teoría? En entrevista con Letra S, el médico Sergio Bautista Arredondo, investigador del Centro de Investigación en Sistemas de Salud, del Instituto Nacional de Salud Pública plantea dos condiciones esenciales: efectividad y eficiencia.

Paras medir si las intervenciones de prevención del VIH realmente funcionan existen los análisis de costo-efectividad. Estas investigaciones permiten cuantificar el beneficio de la inversión a partir de los resultados obtenidos: la disminución del número de nuevas infecciones. Explica el investigador Sergio Bautista: “Un análisis de costo efectividad compara dos formas de hacer y de lograr el mismo objetivo y contrasta cuánto logra y cuánto cuesta cada una; con esa información se puede decir cuánto cuesta, por ejemplo, cada infección evitada en cada una de las intervenciones”. A partir de los análisis costo-efectividad es posible aprovechar al máximo los recursos disponibles para la prevención del sida.

El problema, sostiene Sergio Bautista, es que no existen suficientes análisis de costo-efectividad para poder guiar las políticas públicas, pues son instrumentos muy complicados de realizar y, sobre todo, muy costosos. Los pocos análisis de este tipo que existen han sido financiados por organismos multinacionales como el Banco Mundial o la Organización Mundial de la Salud. “Una alternativa obvia es que los organismos internacionales que están invirtiendo en prevención a nivel global dediquen una parte del dinero que invierten a generar evidencia sobre la efectividad de lo que hacen”.

Mientras tanto, asegura Bautista, “la actual asignación de recursos en prevención está en muy poca medida basada en evidencia”. No existe certeza alguna de que los recursos invertidos en prevención estén dando los resultados esperados.

Situación a la que contribuye el hecho de que la mayoría de las organizaciones comunitarias dedicadas a la prevención se concentra en el rubro de información, educación y comunicación, intervención que ha mostrado resultados pobres en los análisis de costo-efectividad existentes. En contraste, intervenciones probadas como muy efectivas, como la reducción del daño entre usuarios de drogas intravenosas o la educación entre pares –de adolescentes, de hombres que tienen sexo con otros hombres, de trabajadoras sexuales, etcétera- no están debidamente cubiertas. “Para realizar acciones preventivas no basta con la buena voluntad, no se trata de actos de fe”, sostiene Bautista.

Hacer bien lo que se hace
Existe otro criterio que, ante la falta de análisis costo-efectividad, podría guiar las políticas públicas en materia de prevención del VIH/sida: la eficiencia. Los análisis de eficiencia son más sencillos de hacer y permiten establecer parámetros para guiar las acciones realizadas por las organizaciones. Ya no se trata del número de infecciones evitadas, sino de la cantidad de condones y folletos distribuidos o de servicios brindados.
“Es posible realizar un estudio de eficiencia con diez organizaciones concentradas en una misma área de trabajo: es cuestión de ver qué hacen, cuánto les cuesta y después estudiar qué características tienen quienes mejor lo hacen”, asegura Sergio Bautista.

Actualmente, Bautista y un grupo de investigadores del INSP desarrollan un estudio de eficiencia que medirá el desempeño de 40 intervenciones de prevención del VIH/sida realizadas por organizaciones civiles en México. Entre los primeros hallazgos conseguidos, siguiendo a 17 organizaciones que realizan pruebas de detección del VIH con consejería –una intervención que se considera muy efectiva-, se encuentran altos niveles de ineficiencia y una brecha muy alta entre los recursos otorgados y las acciones realizadas.
Así, mientras algunas organizaciones consiguen un gran número de detecciones, otras realizan muy pocas con la misma cantidad de recursos, lo que, en conjunto, arroja un desempeño de sólo 19 por ciento de su potencial total. Es decir, para aplicar sólo dos pruebas de detección con consejería se gastan recursos que, bien utilizados, podrían servir para realizar diez.

Los análisis de eficiencia tratan de identificar las intervenciones preventivas más eficientes para, posteriormente, poder socializar sus estrategias. Investigaciones de este tipo, considera Bautista, podrían servir como base para elaborar manuales de asignación de recursos o para dar seguimiento a los proyectos de prevención realizados por instituciones públicas o de la sociedad civil. “Asignar los recursos condicionados a que las organizaciones ajusten sus acciones de la forma más parecida a aquellas que sabemos son exitosas”, es lo que recomienda el especialista en estudios de costo-efectividad.