Usted está aquí: martes 4 de abril de 2006 Opinión El organismo como totalidad

Javier Flores

El organismo como totalidad

Abro un viejo libro y recorro sus páginas desgastadas por el uso y el paso del tiempo; entrañable, pues me acompañó, como a muchos otros, en los primeros años de estudiante de medicina. Encuentro al fin las ideas que desde aquel tiempo me han dejado profunda huella, leo: "El punto de vista de que la mente, el soma (cuerpo) y las manifestaciones de ambos deben ser entendidos en relación con la totalidad de un organismo que existe en interacción continua con el ambiente personal e impersonal que lo rodea se ha convertido en uno de los postulados de la sicología moderna y de las ciencias del hombre en general".

Lo anterior fue escrito por el doctor Ramón de la Fuente Muñiz en su Psicología médica, cuya primera edición se publicó en 1959 (mi libro forma parte de la décima reimpresión del Fondo de Cultura Económica de 1971). Esta visión transformó en nuestro país el pensamiento médico en su conjunto, ya que antes había estado orientado a observar la enfermedad, no en el individuo total, sino exclusivamente en el órgano afectado.

Pero dejemos que sea el propio autor quien lo explique:

"... aun en eventos tan elementales como la percepción de un objeto... se trata de procesos complicados, verdaderas estructuras mentales, totalidades organizadas, que son algo más y también algo diferente de los elementos que las integran. Lo mismo puede decirse de las emociones, de la memoria y de la mente en su totalidad.

"Sobre el concepto del organismo como totalidad se asienta el de la personalidad entendida como una integración de fuerzas vectoriales; fuerzas que no son otras que las necesidades humanas que, teniendo sus raíces en la estructura biológica del organismo, son modificadas desde el principio de la vida por el ambiente social y cultural y que el sujeto experimenta como deseos, impulsos, intereses, etcétera. Las necesidades humanas son el punto de partida de conflictos que ocurren cuando su satisfacción es interferida por barreras ambientales o por otras tendencias que por ser antagónicas generan conflictos internos.

"No es todavía fácil, por razón de nuestras deficiencias semánticas, usar con todas sus implicaciones en la sicología médica el concepto del organismo como totalidad. Tanto la sicología como la biología humana carecen de los instrumentos conceptuales necesarios. Todavía existe en nuestro lenguaje, profundamente arraigada, la tendencia a considerar a la mente y al soma como entidades separadas (el término 'medicina sicosomática' es un buen ejemplo de ello). Por otra parte, conocimientos sicológicos útiles están formulados en relación con el concepto de la mente como una entidad dividida en agencias (ego, superego e id). Sin embargo, tanto la sicología como la biología modernas tienden hacia conceptos unitarios que tienen, entre otras, la ventaja de anular de raíz la pugna artificiosa y estéril entre organicismo y sicologismo, biologismo y culturalismo."

Cierro mi viejo libro y me pregunto sobre la evolución y la vigencia del pensamiento de Ramón de la Fuente. La última vez que lo vi y escuché fue el año pasado, durante una conferencia ante un auditorio repleto de estudiantes y profesores en la escuela que él contribuyó a modernizar y fortalecer: la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México. Su idea del organismo como totalidad seguía presente, pero con una fuerza distinta.

Las estructuras mentales, totalmente organizadas, que no pueden explicarse por las partes que las integran, ahora se entienden como propiedades emergentes del sistema nervioso y forman parte de campos novedosos, como los estudios sobre sistemas complejos.

A lo largo de los años Ramón de la Fuente se preocupó por seguir y participar en los avances de la investigación en el campo de las neurociencias. Los estudios más finos sobre la estructura de las células nerviosas, la neuroquímica y la neurofarmacología han confirmado las bases biológicas de los trastornos mentales, es decir, evidencian el nexo entre la biología y la sicología que él postulaba. Volviendo a su texto, lo que podría haber sido una buena hipótesis sustentada en lo más avanzado del pensamiento médico hasta la primera mitad del siglo XX, que ya de por sí había logrado trasformar el ejercicio de la medicina en nuestro país hacia una visión integral de la persona enferma, ha encontrado una clara demostración en los hallazgos más recientes de la investigación científica.

También hoy sabemos cada vez más acerca de la plasticidad de las células nerviosas, esto es, su capacidad de modificarse ante estímulos externos, lo cual permite entender fenómenos tan complejos como la memoria y el aprendizaje, y abre la posibilidad de explorar las relaciones entre medio ambiente y cerebro, es decir, entre cultura y biología. En mi opinión, las relaciones entre biología, sique y cultura, o sea, la comprensión del organismo como totalidad, según planteó De la Fuente, ha sido y es uno de los mayores desafíos de la humanidad.

Ramón de la Fuente Muñiz murió el viernes pasado. México pierde así a uno de sus más grandes científicos y humanistas. Sin embargo, como hemos visto, difícilmente se perderá su legado.

 
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