Usted está aquí: martes 4 de abril de 2006 Capital Sufren explotación sexual al menos 5 mil menores en la ciudad: CDHDF

Todos tenemos responsabilidad por nuestro silencio, dice la consejera Elena Azaola

Sufren explotación sexual al menos 5 mil menores en la ciudad: CDHDF

Exige a autoridades combatirla; hoy, día internacional de lucha contra ese flagelo

MIRNA SERVIN VEGA

Ampliar la imagen Durante un operativo contra la prostitución de menores, autoridades detuvieron en enero del año pasado a tres personas e incautaron en un hotel de Corregidora algunos gramos de cocaína y películas con pornografía infantil Foto: Jesús Villaseca

Por lo menos 5 mil menores de edad son sujetos de explotación sexual en la ciudad de México, de acuerdo con las estadísticas más recientes sobre el tema, advirtió Elena Azaola, consejera de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), en el contexto de la conmemoración del Día Internacional Contra la Explotación Sexual Infantil, que se realiza el 4 de abril.

En un documento presentado en 1998 en la conferencia internacional Niñas y Niños como Mercancía, la organización Defensa de los Niños Internacional (DNI), en Ginebra, Suiza, señaló que la delegación Cuauhtémoc del Distrito Federal es, sin duda, la que concentra al mayor número de personas que se dedican al comercio sexual en todo México.

En esa demarcación trabajan más de 2 mil mujeres en esa actividad, de las que por lo menos 10 por ciento son menores de 18 años. Si el mismo porcentaje se aplicara al resto de la ciudad, resultaría que habría cerca de 5 mil menores que son víctimas de explotación sexual.

Azaola apuntó en su libro La infancia como mercancía sexual. México, Canadá, Estados Unidos que aunque la pobreza es el factor que más frecuentemente explica el involucramiento de grandes cantidades de niños en esas actividades, existe fuerte correlación entre la victimización sexual de niños, el embarazo de adolescentes, la prostitución de adultos, el abuso de sustancias, la violencia y otras formas de comportamiento adulto delictivo.

En México, buena parte de los niños víctimas de explotación sexual han vivido en la calle, aunque no es un antecedente necesario para todos los casos.

Otros factores propuestos para explicar la explotación sexual infantil son, de acuerdo con el estudio de la consejera, que se realizó en seis ciudades del país (Distrito Federal, Cancún, Guadalajara, Acapulco, Tijuana, Ciudad Juárez y Tapachula), la pedofilia, la facilidad de acceso a ella, la debilidad de los controles legales, los lazos por deuda, el sadomasoquismo, la prostitución intergeneracional y las ganancias que obtienen los países donde el turismo sexual con niños se ha vuelto actividad importante.

Algunas explicaciones más aceptadas, pero menos estudiadas, son la elevada demanda que estimula el reclutamiento de un número creciente de niños, la desintegración de las comunidades, la devaluación social y cultural de los niños y la existencia previa de redes del crimen organizado con capacidad de financiamiento y transportación trasnacional.

Azaola advierte que junto con estos factores potencialmente influyentes convergen la disponibilidad de niños, traficantes y clientes, de acuerdo con el estudio que comprende el periodo de septiembre de 1999 a abril de 2002.

La investigadora señaló que a pesar de la multiplicidad de actores involucrados en el ilícito comercio de menores con fines sexuales, ninguno siente que la responsabilidad sea completamente suya, "no obstante que se trata de un fenómeno que hemos preferido no mirar, como una manera de rehuir la parte de responsabilidad que a todos nos cabe por nuestro silencio".

Al analizar la situación de algunos menores que se prostituyen en Ciudad Juárez y Tijuana, Azaola consideró que su vulnerabilidad y exclusión iniciaron antes de empezar a ser explotados sexualmente, y que ésta sólo propició o sentó las condiciones sobre las que se confirmó su expulsión y vulnerabilidad secundaria.

Agregó que los niños fueron privados de su capacidad para defenderse después de haber vivido en un contexto donde carecieron de los elementos mínimos que les permitieran comprobar que su vida era valiosa, importante y con algún sentido para quienes los rodeaban y que, en caso de que éstos les fallaran, había autoridades, instituciones o representantes de su comunidad que responderían por ellos. Sin embargo, nada de eso ocurrió y cuando hallaron rechazo, silencio, ausencia de respuesta, sólo confirmaron que su vida no tenía valor, circunstancia que los explotadores utilizan muy bien.

Sobre este tema, la CDHDF manifestó que la falta de leyes, políticas, programas de protección de las garantías de los menores y la situación económica de los niños son algunos aspectos que mantienen la vulnerabilidad de este sector, por lo que hizo un llamado a las autoridades a tomar cartas en el asunto para proteger las garantías de este sector de la población.

 
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