Usted está aquí: jueves 30 de marzo de 2006 Opinión El Foro Mundial del Agua sí sirvió

Sergio Zermeño

El Foro Mundial del Agua sí sirvió

El Foro Mundial del Agua que acaba de tener lugar apareció ante la opinión pública como un circo de tres pistas: la primera fue la pista oficial, donde los gobiernos, las compañías involucradas en los manejos del agua y las instituciones internacionales midieron fuerzas e intercambiaron estrategias que a final de cuentas aparecieron como más complementarias que contrastantes: en el fondo sus coincidencias radican en que los intereses privados quieren hacerse cargo del llamado oro azul, ese negocio que no podrá más que ir en ascenso, mientras las instituciones públicas de la era neoliberal buscan a toda costa reducir inversiones y obligaciones que se avizoran a todas luces cuantiosas a juzgar por el desastre hidráulico que se avecina. Los organismos internacionales, mientras tanto, se encargaron de distraer esta asociación perversa produciendo a diestra y siniestra análisis críticos, aunque no tan críticos, advirtiendo sobre lo que resulta obvio; por ejemplo: que "un exceso en las privatizaciones podría descuidar aquellos espacios poco lucrativos, que son la mayoría", pero sin entrar en el significado y el hecho mismo de la privatización del líquido.

La segunda pista de este circo nos presentaba imágenes inverosímiles: unos jóvenes con rostros semiocultos en bufandas palestinas agrediendo con tubos y otros instrumentos curiosamente no a la policía, sino a la prensa que cubría el suceso. Fueron pequeñas escaramuzas sospechosamente amplificadas por esos facinerosos agentes de alta peligrosidad en que se han convertido las dos grandes televisoras de nuestro país. No pocos ciudadanos inmediatamente sospechamos de una provocación al gobierno perredista de la ciudad en este delicadísimo momento electoral. Pero el gobierno de la ciudad no tuvo sospechas, él estaba absolutamente seguro de esta estrategia, así que actuó como de rayo encarcelando a cualquiera que se moviera ligeramente chueco o que incluso no se moviera. Su acción fue tan certera y el fantasma de Guadalajara tan grande, que al día siguiente dejaron a todos en libertad "por falta de pruebas".

A la tercera pista es adonde queremos jalar los reflectores: resulta que los medios de comunicación, en paralelo con el foro, se han esmerado en mostrarnos el desastre que son nuestras cuencas, nuestros acuíferos, nuestras lagunas costeras, nuestras playas, nuestros humedales y manglares... El Foro del Agua vino a ponernos frente a los ojos el horror, de manera que a partir de este encuentro lo que nombrábamos "la ecología", ese entorno un poco deteriorado, ese pretexto para que algunos vivales hicieran negocio con la etiqueta de "partidos verdes", se ha convertido en una amenaza mayor, en una especie de invasión marciana nada ficticia sino perfectamente palpable, produciendo infecciones y enfermedades. Nuestras fuentes hidráulicas, nuestras cuencas y nuestros litorales se están destruyendo y las posibilidades para detener esto son muy inciertas o se reducen a la verborrea electoral. Y es que en nuestras áreas montañosas no constatamos sino "empresas" deforestadoras blandiendo permisos de Semarnat; en las partes medias y bajas pululan los cultivos de dudosa eficacia impregnados con agroquímicos que Sagarpa no sólo no prohíbe, sino que financia para congraciarse electoralmente con el medio campesino; a lo largo de todas las cuencas, desagües y rastros descargan sus desechos sin ningún tratamiento, mientras todos los habitantes acuden como en un rito siniestro a tirar su bolsas de basura al río, al humedal o a la playa que mejor les acomoda. Mientras tanto grandes compañías turísticas, también con permisos de la Semarnat en mano, asientan sus enclaves de cemento en lo que fueran manglares.

Lo peor es que la ideología de la modernidad y del progreso ya no sirve para justificar en nombre de la ciencia, la técnica y la industrialización este ecocidio, porque en la mayoría de los casos estamos ante regiones en desindustrialización o francamente improductivas. Por un lado grandes empresas destruyen y saquean la naturaleza, y al mismo tiempo monopolizan las fuentes de agua para venderla justo en esos espacios que ellas han contribuido a destruir; por otro lado el aumento de una masa demográfica que se hunde en la pobreza, la incultura y la desescolaridad conduce a la gente a un bajísimo entrenamiento en el manejo de sus desechos sólidos y líquidos y las técnicas para colectar, almacenar y tratar los recursos hídricos. Lo que el foro no propuso, por razones obvias, fueron los caminos y las técnicas para organizar y empoderar a las poblaciones en sus distintos hábitats, en sus regiones y cuencas, única vía para vigilar el entorno y luchar contra sus depredadores. Pero claro, eso sería algo así como aceptar que hay que crear frentes cívicos para luchar contra los clubes de golf, las grandes cadenas hoteleras, la agroindustria y sus fertilizantes, los depredadores forestales, los concesionarios de los manantiales y ríos... Así parece plantearse la lucha de clases en los países en regresión. Abusar de la naturaleza para vivir mejor fue la consigna de la modernidad capitalista... Cuidar y reconstruir la naturaleza para salvar a los habitantes de nuestros países es el campo de batalla en el que nos batiremos en el siglo que comienza, desde cada cuenca y desde cada región. El Foro Mundial del Agua sirvió para algo: nos aterrorizó.

 
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