Usted está aquí: jueves 30 de marzo de 2006 Ciencias Parados desde 2005, los trasplantes de médula ósea en el Hospital Infantil

Los médicos que los hacían fueron orillados por los directivos a dejar la institución

Parados desde 2005, los trasplantes de médula ósea en el Hospital Infantil

El laboratorio fue creado hace ocho años y estaba a cargo de Eugenio Vázquez Meraz

ANGELES CRUZ MARTINEZ

Cada año se realizaban cinco trasplantes de médula ósea. Eran pocos en relación con la demanda que existe en el Hospital Infantil de México Federico Gómez, donde la lista de espera hace ocho meses era de 40 niños con cáncer. Pero debido a la falta de recursos económicos era imposible ampliar el número de beneficiarios.

Sin embargo, desde julio de 2005 el programa está suspendido, debido a que los dos médicos que hacían los trasplantes fueron orillados por los directivos a dejar el hospital.

El laboratorio de trasplantes de médula ósea fue creado ocho años atrás, por iniciativa del doctor Romeo Rodríguez, entonces director del nosocomio, con el apoyo del patronato de la institución. La infraestructura tuvo un costo aproximado de cinco millones de pesos, los cuales se utilizaron en la remodelación del área clínica, la compra de equipo y el entrenamiento del personal, algunos en el Instituto Nacional de Cancerología y otros en el extranjero.

El equipo de 20 personas estaba a cargo del doctor Eugenio Vázquez Meraz, quien fue contratado cuando acababa de regresar de una estancia de cuatro años en Alemania, donde cursó los estudios de especialidad en trasplantes.

Vázquez Meraz se encargó de reunir al personal, de coordinar las obras de remodelación para garantizar la máxima eficiencia de los procedimientos. Hasta mediados del año pasado se habían contabilizado alrededor de 30 tratamientos.

La falta de recursos limitaba la atención

No se podían realizar más, comentaron algunos trabajadores del hospital, por la falta de dinero para pagar los materiales y medicamentos. El hospital carece de presupuesto para ello.

Cada trasplante tiene un costo aproximado de millón y medio de pesos. Los que se hicieron fueron posibles por las aportaciones de organizaciones civiles, instituciones de asistencia privada y, en algunos casos, de los gobiernos de los estados de donde eran originarios los pacientes.

Se supone, comentaron los empleados, que este problema se resolverá toda vez que los trasplantes de médula ósea para niños con cáncer han sido incluidos en el Seguro Popular por instrucciones del presidente de la República. Sin embargo, para cumplir con esa disposición el Hospital Infantil de México deberá resolver primero el problema de la falta de personal médico especializado en el área.

Es probable, dijeron los trabajadores, que el director, José Ignacio Santos Preciado, ya tenga la solución, pero "la pregunta que le hacemos es por qué tirar a la basura el trabajo que tantos años y tanto dinero que costó a la institución crear el laboratorio y capacitar a los médicos en el manejo de esta técnica. ¿No se supone que está en el máximo interés del secretario de Salud, Julio Frenk, hacer buen uso de los recursos disponibles?", preguntaron.

Por la alta especialización del personal adscrito al laboratorio de trasplantes, los niveles de toxicidad y complicaciones de los pacientes eran muy bajos, lo que significa, aseguraron los entrevistados, que a pesar de las carencias económicas el de trasplantes de médula ósea era un programa exitoso.

Comentaron que con la infraestructura instalada se podrían realizar 20 operaciones por año. Sin embargo, "algo pasó" y el área empezó a sufrir recortes presupuestales y entonces los médicos ya no podían, por ejemplo, realizar las pruebas de laboratorio para el diagnóstico de las enfermedades.

Más proyectos frustrados

Algunos otros proyectos se frustraron por el nulo interés de las autoridades del hospital. Ese fue el caso de una propuesta de la Federación Mundial de Hemofilia para la realización de un estudio sobre la administración y eficacia de la atención del paciente hemofílico. Por medio de un convenio el Hospital Infantil de México iba a recibir tratamientos para los enfermos, pero la dirección del hospital jamás dio respuesta a dicha oferta.

El clima de hostilidad en contra del personal médico hizo crisis a mediados del año pasado, cuando por instrucciones del director José Ignacio Santos Preciado se ordenó al jefe del área de trasplantes de médula ósea que desocupara un espacio de su laboratorio.

El encargado de cumplir con la orden fue Héctor Carrillo, subdirector de servicios auxiliares, quien una tarde llegó al laboratorio donde se manejaba todo lo que tenía que ver con los trasplantes y él mismo sacó el material y equipo para dejar limpia esa área, pasando por encima de los profesionales que en ese momento se encontraban trabajando y sin tomar en cuenta la petición que previamente le había hecho Eugenio Vázquez de que se les asignara otro espacio, al cual se se pudiera trasladar esa parte del laboratorio sin afectar los procesos en curso.

A los pocos días Vázquez Meraz decidió que no podía continuar trabajando en un lugar donde no se respetaban los derechos de los trabajadores ni de los pacientes, y decidió irse. Lamentablemente, los principales perjudicados son los niños enfermos de cáncer que se quedaron sin la posibilidad del trasplante para curar su enfermedad.

 
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