Usted está aquí: lunes 27 de marzo de 2006 Opinión Por la senda del optimismo

Iván Restrepo

Por la senda del optimismo

Comencemos la semana con una noticia que causa envidia en todo el mundo: el estado de Yucatán se distingue en el concierto de las naciones por la calidad de su agua. Según el director de la Junta de Agua Potable y Alcantarillado de dicha entidad, César Bojórquez, incluso está por encima del líquido que reciben los habitantes de Francia, Canadá y Australia, con bien ganada fama de proporcionar agua limpia y suficiente a los usuarios. Es de tan buena calidad la que sale de la llave en Yucatán que se puede beber sin temor alguno. La causa por la que dicha entidad y el sureste del país disponen de agua con los más altos niveles de calidad radica en el proceso natural de filtrado del líquido hacia los mantos freáticos. Sin embargo, hay algunos prietitos en el arroz en este paraíso de limpieza acuática: Lorenzo Mex, director del Apostolado del Mar y párroco de la ciudad costera de Progreso (situada a 40 kilómetros de Mérida), denuncia que en esa ciudad existen más de 10 mil fosas sépticas, cuyos desechos se filtran al manto freático porque no se les da mantenimiento. Agregó que hace dos años se terminó de construir en Progreso una planta de tratamiento de aguas negras, pero está abandonada.

Por su parte, investigaciones que realizaron científicos de la Universidad de Yucatán y el Centro de Estudios Avanzados muestran que en Mérida el agua deja mucho que desear por la filtración de diversos contaminantes al manto freático.

Sigamos caminando por la senda del optimismo: tres días antes del inicio del Foro Mundial del Agua, el titular de la Comisión Nacional del Agua de México, Cristóbal Jaques, señaló los avances que en la materia registra nuestro país. Entre ellos, tener garantizada la calidad del líquido en 95 por ciento de los casos y que ahora más de una tercera parte de las aguas negras que se generan reciben el tratamiento adecuado.

No obstante, según un reporte de la Organiza-ción de Naciones Unidas, ocupamos uno de los últimos lugares en el mundo en cuanto a la calidad del agua de los acuíferos.

En una lista de 120 países analizados, México se ubica en el lugar 106. Como explica Salomón Abedrop, presidente de la Asociación Nacional de Empresas de Agua y Saneamiento, las "malas condiciones" a que alude el reporte de Naciones Unidas no son necesariamente de tipo "bacteriológico". Se refieren a sales y adherencias que contienen nuestros acuíferos, "seguramente a causa de la sobrexplotación que se está haciendo de ellos", lo cual explica los problemas de salud que se presentan en algunas regiones de México, como en La Laguna, donde en ciertas poblaciones, como Matamoros, el agua contiene elevadas concentraciones de arsénico. No está por demás señalar que una tercera parte de los mantos acuíferos del país están sobrexplotados peligrosamente.

Otra muestra de optimismo: al inicio del actual sexenio, el del cambio, el presidente Fox puso en marcha la "cruzada por el agua", programa que revertiría las tendencias negativas que en torno al vital elemento existen en el país.

El agua, dijo entonces Fox, es asunto de seguridad nacional y como tal debe cuidarse y administrarse con criterios de sustentabilidad. Cuando el Presidente se prepara para retirarse a administrar su rancho y a escribir sus memorias, se divulga un informe elaborado por las universidades de Columbia y Yale sobre el desempeño ambiental de 133 países. Según dicho estudio, México ocupa el penúltimo lugar en cuanto a manejo del agua. El peor es Marruecos.

Pero que no decaiga el optimismo: en el planeta solamente Estados Unidos nos supera en consumo de refrescos de cola y agua embotellada. Esto se debe a que el gobierno mexicano abandonó la política de proporcionar a los usuarios agua de buena calidad, alentando, en cambio, la presencia de las dos principales trasnacionales refresqueras: Coca-Cola y Pepsi-Cola.

El investigador David Barkin sostiene que la rendición gubernamental ante las refresqueras data de hace 56 años. Por eso estamos en el reino de la publicidad y el consumo de los refrescos embotellados. ¡Que sigan las cuentas alegres!

 
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