Usted está aquí: domingo 26 de marzo de 2006 Mundo EU e India: ¿Los nuevos mejores amigos?

Immanuel Wallerstein

EU e India: ¿Los nuevos mejores amigos?

Ampliar la imagen Protestas durante la visita del presidente estadunidense a India, a comienzos de este mes FOTOAp

George W. Bush acaba de ir a India y concluyó un acuerdo que muchos analistas saludan como histórico, un viraje en la geopolítica del sistema-mundo. Ante lo ocurrido, este viaje (que se compara inclusive con la reunión de Nixon con Mao, en Pekín) parece marcar un cambio importante en las actitudes de ambos países. Pero tal vez hay menos en éste de lo que parece haber en la superficie.

En el sistema-mundo posterior a 1945, India fue -de muchas maneras- un elemento muy perturbador desde el punto de vista de Estados Unidos. Fue la primera potencia "no alineada" en la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Y Estados Unidos no apreciaba la forma directa y consistente en que India argumentaba su caso. Consideraba el no alineamiento indio una postura de facto en favor de la Unión Soviética y, después de 1948, comenzó a favorecer a Pakistán con tal de crearle dificultades a India.

El Congreso Nacional de India (Indian National Congress) fue de muchas formas un movimiento de liberación nacional que fue modelo para otros similares en Asia y Africa. Las políticas del primer ministro Jawaharlal Nehru y de sus inmediatos sucesores, combinaron el no alineamiento con un respaldo activo de movimientos anticolonialistas por todas partes e, internamente, ejercieron una variante de la socialdemocracia. India estaba interesada en fortalecer su capacidad militar. Debido a que Estados Unidos no iba a ayudarla en sus ambiciones militares, India le compró armas y aviones a la Unión Soviética, lo que irritó aún más a los estadunidenses.

El Congreso Nacional de India, sin embargo, pasó por la misma clase de desilusiones frustrantes que sufrieron otros movimientos semejantes en otros lados, durante los años 70 y 80. Para los 90, había perdido su brillo y un partido hindú, supremacista y de derecha, el Bharatiya Janata (BJP por sus siglas en inglés), gobernó India de 1996 a 2004. En la era posterior a la guerra fría, la organización ya no proclamó más el no alineamiento ni la solidaridad anticolonial, ni mucho que semejara una socialdemocracia.

En los últimos cinco años han ocurrido cambios importantes en ambos países. Por un lado, el desarrollo económico de India la ha convertido en un locus importante de lo que se conoce como outsourcing (es decir, la reubicación de partes de las actividades económicas a fin de reducir sus costos) de la informática estadunidense. Los indis que en Estados Unidos hicieron bastante dinero con la informática y otras profesiones han mantenido sus vínculos con India y, pese a ser un grupo políticamente conservador, han urgido a su gobierno a que busque nexos más cercanos con Washington.

Por otro lado, Estados Unidos se ha quedado un tanto aislado políticamente, debido a las políticas del régimen de Bush. India es hoy uno de los muy pocos países donde las encuestas muestran que una mayoría mantiene puntos de vista favorables a Estados Unidos. Esto no significa que ya no exista un grupo muy grande que tiene puntos de vista desfavorables, pero India se está moviendo en dirección opuesta a los aliados tradicionales de Estados Unidos, como Europa occidental y Corea del Sur.

Todo esto crea un contexto para el viaje, la culminación de negociaciones entre India y Estados Unidos en torno a la asistencia estadunidense hacia el programa nuclear indio. India fue uno de los tres únicos países que se rehusó a firmar el tratado de no proliferación de armas nucleares. Los otros dos fueron Pakistán e Israel. Los tres países han desarrollado armas nucleares. Hasta ahora, la posición oficial estadunidense había sido de fuerte desaprobación hacia el programa nuclear de India y, cuando dicho país estalló bombas en 1998, Estados Unidos frenó la exportación de tecnología nuclear a India.

Ahora, Estados Unidos revirtió su postura. Con este acuerdo, accedió a vender combustible y tecnología nucleares a India, pese a que ese país sigue sin firmar el tratado de no proliferación. Con toda seguridad, se entiende que la asistencia es sólo para usos pacíficos de la energía nuclear, y contempla inspecciones, pero únicamente a las plantas involucradas en desarrollar usos pacíficos. India decidirá cuáles plantas se abocan a usos pacíficos y cuáles a usos militares. Bush saluda el acuerdo como el principio de una "asociación estratégica".

Lo que India obtiene con el acuerdo es muy obvio: asistencia técnica que le permite acelerar su programa nuclear. Y consigue reconocimiento de facto como potencia nuclear legítima, más o menos en la misma categoría de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Casi nada ha dado a cambio para obtener esto.

Lo que recibe Estados Unidos con este acuerdo es menos obvio. Se dice que Estados Unidos quiere apuntalar a India como contrapeso del potencial militar y la fuerza política de China en Asia. Tal vez. Y obtiene un guiño amistoso de una potencia importante, algo muy escaso en estos años.

Pero el tratado también enciende de inmediato muchos fuegos. Al interior de India, todos aquellos que están en contra de esta inclinación geopolítica hacia Estados Unidos se sienten descontentos, y esto incluye a los socios de coalición del Congreso en la legislatura. En Estados Unidos ha creado animadversión en todo el espectro político sobre la base de que liquida de facto el tratado de no proliferación de armas nucleares. Es más, por supuesto deshace la fundamentación de todos los argumentos para el caso de Irán, puesto que éste en realidad está pidiendo lo mismo que le concedieron a India. Y por supuesto, Pakistán está muy descontento, porque Bush dejó muy claro, de inmediato, que Estados Unidos no piensa tejer un arreglo semejante con Pakistán.

La cuestión real es cuál será el resultado de todo esto. Los críticos al interior del Congreso estadunidense ya han planteado imponer condiciones para la aprobación del tratado. Y es muy posible que si prevalecen (lo cual es probable), India rechace las condiciones. Si tal cosa ocurre, hay la posibilidad de que se desvanezcan los sentimientos de mayor calidez que el gobierno de India abriga hacia Estados Unidos, pero al mismo tiempo que las relaciones entre Estados Unidos y Pakistán, ya de por sí tirantes, se deterioren aún más.

En cualquier caso, India saldrá adelante. Rusia ya ofreció venderle combustible nuclear, algo que Estados Unidos intentó evitar en el pasado. Pero Estados Unidos ya no tiene un buen argumento. Es más, la debilidad del caso que sostiene contra Irán se fragiliza ahora considerablemente. Y sin duda el gobierno de Corea del Norte casi no puede contener la risa. El fondo de este viraje histórico es que India obtiene mucho, mientras que la diplomacia estadunidense sufre un revés adicional. Lejos de una asociación estratégica, el tratado distribuye más granulaciones que desgastan la posición geopolítica estadunidense.

Traducción: Ramón Vera Herrera

© Immanuel Wallerstein

 
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