Usted está aquí: sábado 18 de marzo de 2006 Disquero La caricia más profunda

La caricia más profunda

El 10 de abril de 1964, Glenn Gould (1932-1982) tomó una decisión que benefició al resto de la humanidad: esa noche en Los Angeles ofreció el último recital de su vida frente al público y en adelante se encerró en un estudio de grabación para heredarnos un legado inconmensurable que ha convertido en mejores personas a varias generaciones y lo sigue haciendo hasta la fecha.

Conforme avanza la tecnología, los casilleros caseros de discos personales se van llenando de grabaciones realizadas por Gould en versiones rescatadas y en ediciones conmemorativas, como la que ahora aparece en las secciones de novedades discográficas, con la lectura que realizó en junio de 1955 de un monumento sonoro: las Variaciones Goldberg de Johann Sebastian Bach (1685-1750). El disco salió a la venta el 3 de enero de 1956 y se convirtió en un éxito sin precedente. Desbancó del primer lugar del hit parade al nuevo disco de Louis Armstrong y causó furor entre los jóvenes.

Las Variciones Goldberg son un referente en la historia cultural. Más que ocuparnos de sus características técnicas, en aras del espacio y la brevedad digamos que es el punto más elevado de la poética en el sentido más extenso, intenso y profundo del término.

El aria inicial, que culmina en su redondez en el aria final, es la caricia más hermosa que un ser humano haya prodigado al resto de la humanidad.

En cuanto a Glenn Gould, viejo conocido del Disquero, es el más grande pianista de todos los tiempos. En abril de 1981 hizo una segunda versión de la misma obra, para aprovechar los avances tecnológicos de 25 años, pero sobre todo para elevar aún más la poesía.

La versión facsimilar de la versión de 1955 que ahora nos ocupa aparece en conmemoración de los 50 años de este monumento discográfico, piedra de toque de toda la historia en discos y viene en un paquete de lujo que incluye la portada original, con los 13 retratos en miniatura realizados por el fotógrafo Dan Weiner durante la grabación, y un libro entero con documentos preciadísimos, entre ellos las notas al programa que escribió el propio Gould.

Un verdadero tesoro discográfico.

Pablo Espinosa

 
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