Usted está aquí: jueves 16 de marzo de 2006 Política Aguerridos obreros denuncian amenazas de muerte por teléfono

Alertan sobre otra desgracia en Pasta de Conchos

Aguerridos obreros denuncian amenazas de muerte por teléfono

JAIME AVILES ENVIADO

Sabinas, Coah., 15 de marzo. José Tavares, barretero de la mina Pasta de Conchos, informó que desde hace días está recibiendo amenazas de muerte por teléfono. "Me hablan y me dicen que 'ya le baje' porque si no me voy a arrepentir", denunció esta tarde ante la insistencia de quienes al parecer tratan de intimidarlo.

Julio César Garza, minero como Tavares, relató por su parte que él y 20 trabajadores más fueron despedidos a principios de este año por la empresa Grupo México, dueña de Pasta de Conchos, "en castigo por estar exigiendo mejores condiciones de seguridad y de pago".

Tavares se autodescribió como uno de los obreros "más aguerridos" del segundo turno, porque desde la tragedia del 19 de febrero pasado ha llevado, dice, "la voz cantante" en lo que a reclamaciones se refiere. El es uno de los que observan con mayor preocupación las labores, supuestamente de rescate que desde el martes la empresa está realizando mediante "voluntarios" (que cobran doble jornal) aportados por la empresa contratista General de Hulla SA de CV.

Prueba de que en cualquier momento podría suscitarse un nuevo derrumbe debido a esas maniobras que los mineros sindicalizados consideran "inútiles", es el hecho de que, ayer, a última hora, los equipos de la televisión que se mantienen de guardia frente a las instalaciones de la mina habían recibido instrucciones de retirarse hoy. Sin embargo, esta mañana les dieron la orden de permanecer en el área 15 días más.

"Es que la mina está muy sentida y al menor descuido puede haber otra desgracia", reiteraron los afiliados a la sección 13 -una de las más antiguas- del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana, que este fin de semana, al cumplirse un mes de la tragedia, celebrarán una asamblea para analizar la estrategia a seguir en esta coyuntura crítica.

Sobre ellos flota la amenaza del desempleo, ya que los túneles de Pasta de Conchos, con más de dos kilómetros de longitud, están completamente destruidos y para que el socavón pudiera producir de nuevo la estructura de túneles y galerías tendría que volver a ser edificada.

Pero esa tarea no se la han planteado siquiera los inversionistas de Grupo México que, bajo la presión de los familiares de los mineros caídos, persisten en el intento de localizar los cadáveres, una actividad que despierta recuerdos macabros entre los trabajadores más viejos.

Gonzalo, que pide ser llamado únicamente así, dice que en 1965, cuando la explosión de las minas 2 y 3 de Barroterán, en la que fallecieron 135 hombres, todos los cuerpos fueron recuperados "como a los 40 días del accidente". Pero, añadió, "allá abajo siempre hace calor y la carne se descompone", lo que produjo un hecho espantoso cuando "escarbando (las cuadrillas) encontraron una pierna y la jalaron dizque para sacar el cuerpo, pero se quedaron con el pie con todo y bota en la mano".

Aquella tragedia ocurrió cuando los mineros de Barroterán estaban cenando a las seis de la tarde, y Gonzalo evoca la imagen de otro difunto al que descubrieron sentado con una botella de refresco junto a él. "Allá casi todos estaban en el comedor y por eso fue más fácil hallarlos; aquí no, aquí estaban trabajando y todos andaban por todas partes", dijo.

Un elemento nuevo en esta situación tristísima es el polvo blanco, elaborado con superóxido de potasio (KO2), que los rescatistas de General de Hulla están esparciendo allá abajo sobre el carbón para "evitar", un poco demasiado tarde sin duda, las emanaciones de gas metano que el 19 de febrero en la madrugada provocaron la catastrófica explosión.

 
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