Usted está aquí: lunes 13 de marzo de 2006 Espectáculos La actuación es lo que mantiene vigente al teatro, expresa Raúl Quintanilla

La casa suspendida privilegia la palabra y el mundo sentimental, señala

La actuación es lo que mantiene vigente al teatro, expresa Raúl Quintanilla

La pieza se presenta en el Centro Cultural del Bosque de jueves a domingos

ARTURO CRUZ BARCENAS

En una noche transcurren tres épocas distintas con diversos personajes: tres seres en 1910, cuatro en 1950 y tres en 1990, en la obra La casa suspendida, que se presenta en el teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque, dirigida por Raúl Quintanilla, quien expresó que en esta puesta se privilegia la palabra, el mundo sentimental, "para generar actuación, que es lo único que hace que el teatro se mantenga vigente".

Añadió que quienes han visto esta obra, escrita por el canadiense Michel Tremblay, "acaban reflexionando sobre lo que fue su devenir, lo que ha sido su familia y hacen un repaso de los recuerdos". El tiempo es una experiencia interior y cada quien tiene un ritmo íntimo. Por eso cada persona vive la vida lento o rápido.

Incapacidad para comprender

El tema central es la incapacidad de cada quien para comprender las necesidades de los otros, sobre todo de quienes conforman el círculo más cercano. "En este ámbito todo está, todo es dual, todo es posible y todo se unifica en el momento en que uno lo pronuncia, lo piensa, lo razona.

"En este contexto, la memoria es un elemento fundamental que nos permite recordar lo que no existió. La memoria es un medio prodigioso para decir lo mismo que ya se dijo, pero en un sentido completamente distinto y hasta costrastante. La memoria es como la genialidad. Goethe definía al genio como aquel que dice cosas de una manera tan bella que la gente piensa que es algo nuevo y aprende de eso", agregó Quintanilla.

El humor y la risa también tienen un espacio dentro de esta propuesta escénica, pero, sobre todo, la ironía, ese lenguaje de lo trágico que está ampliamente presente en el texto de Tremblay. Quintanilla: "Este elemento es fundamental si consideramos que un texto de risa es un momento de libertad".

En la pieza se manejan tres tonos diferentes de acuerdo con cada una de las épocas presentes en el montaje, el significado del núcleo familiar, que lo mismo puede ser un elemento destructor que constructor, el laboratorio donde se genera lo que será el comportamiento de sus integrantes en la sociedad.

"Los personajes de 1910 se arrastran en un mundo melodramático, los de 1950 se desenvuelven con un espíritu tragicómico racional, y los personajes circunstanciales de 1990 son manejados con un ritmo frenético."

Tremblay es un autor obsesionado por el ámbito familiar, de donde ha extraído una gran cantidad de elementos dramatúrgicos. La visión de su madre es fundamental en toda su obra y, por eso, en ella se repiten personajes con las mismas características.

Puesta muy poderosa

Víctor Hugo Martín, uno de los actores, expresó que el reparto es "perfecto, para una obra muy poderosa. Quien se atreve a pagar su boleto y sentarse a ver la pieza le van a pasar cosas. Eso es inevitable y es lo maravilloso de ver teatro. Nos sentimos privilegiados de estar en un proyecto así".

Quintanilla: "Cuando hablo de emotividad hago una diferencia con emoción; ésta es una reacción física que tiene como gracia al cuerpo, le da forma. El mundo sentimental es lo que uno debe atacar como actor, para no estar pensando en las emociones. La emoción es una consecuencia exquisita a la cual mucha gente no quisiera llegar. Nadie sale a emocionarse en la vida; salimos a sobrevivir. Cuando la vida nos sorprende y nos altera tenemos una reacción física maravillosa.

"Cuando uno trabaja con el actor se dan estímulos que permitan que éste halle en él algo que no había visto. Sergio Pitol, en su último libro El mago de Viena habla de que el artista tiene un hermano gemelo oscuro dentro de él, y esto hay que saberlo reconocer. He intentado trasmitir que el actor tiene que entrar al escenario para dejarse lastimar, con inteligencia.

"Un actor tiene que estar ahí, enfrente, pisar lo desconocido, y que cada paso le dé experiencia y conocimiento, por eso el artista no termina nunca de aprender; se aprende y desaprende a cada paso. La emotividad es el campo de la complejidad humana. Cuando los sentimientos se trastornan se pone en crisis las palabras. Todo es crisis verbales. En esta obra jamás se caricaturizan las emociones. Crezco por las palabras. Emoción sin ideas es un proceso histérico desbordado. El trabajo actoral es una idea profunda. Creo que en el escenario no hay espontaneidad. No es cierto que mientras el actor sea menos inteligente es mejor. Escuché decir eso, como lugar común entre algunos de mis maestros. Un actor es materia inflamable y mejora la condición humana.

"En La casa suspendida hay sentimiento complejos. Tenemos capacidad de ver lo horrendo e inagotable de una manera inagotable."

El elenco de La casa suspendida está integrado por Arturo Beristáin, Víctor Hugo Martín, Fabián Corres, Karina Gidi, Patricia Eguía, Dora Cordero, Juan Carlos Vives, Cristóbal Martínez y Carla Carrillo.

La escenografía e iluminación están a cargo de Philippe Amand; el vestuario, de Cristina Sauza. Las funciones se realizarán los jueves y viernes, a las 20:30 horas; sábados, 19, y domingos, 18. El teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque se encuentra atrás del Auditorio Nacional.

 
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