Usted está aquí: jueves 9 de marzo de 2006 Opinión Intereses y rencores

Octavio Rodríguez Araujo

Intereses y rencores

Se ha puesto de moda el antilopezobradorismo. Desde sus opositores de otros partidos hasta cardenistas y neocardenistas trasnochados, pasando por el enemigo personal del PRD y de AMLO desde la otra campaña dizque anticapitalista.

No voy a defender a nadie, no es mi oficio, pero sí a puntualizar algunos de estos decires de discursos improvisados y de escribidores sin tía Julia. Comenzaré por una aclaración a algo que leí recientemente en La Jornada: que la victoria electoral de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 no fue frustrada por fraude. ¿No?

El padrón electoral en ese año fue alterado. Entre 20 y 30 por ciento tenía irregularidades. El número de casillas bis fue mucho mayor que el autorizado por la ley electoral de entonces. Hubo boletas en favor del PRI cruzadas con anterioridad. El sistema de cómputo se cayó, y los resultados se llenaron en computadoras fuera de la red. ¿No hubo fraude? ¿Qué más se necesita para probarlo? ¿Las boletas? Fueron destruidas.

Una vez aclarado este punto, paso a los detractores (no dije críticos) de López Obrador. Se acusa al PRD y a quienes apoyan a su candidato presidencial de haber agredido, con armas de fuego, a los zapatistas que llevaron agua a Zinacantán, Chiapas (2004). Esto es una verdad a medias, si les creemos a quienes han tocado el tema y que no son sospechosos de ser antizapatistas. Paulina Fernández Christlieb escribió: "la afiliación es puramente formal, pues nadie es directamente miembro del PRD, sino que se es primero miembro de un grupo o de un movimiento, que a su vez forma parte del partido." Y más adelante señaló que los políticos manipulan a los afiliados. "Más allá de las actividades electorales -añadió-, no se prevé participación regular ni obligación alguna de los afiliados en la vida interna del partido." ("México 2004: El PRD y los principios de un partido de izquierda", en F. Reveles, Los partidos políticos en México, 2005, p. 425.) La apreciación es clara: lo que hacen los afiliados del PRD no es lo que hace el PRD, pues se trata de un partido sin disciplina interna, sin afiliación comprometida con la organización política pero sí a políticos profesionales que manipulan a los afiliados que, estrictamente hablando, no lo son. Si la apreciación de Fernández Christlieb es correcta, y pienso que sí lo es, no puede decirse que los perredistas emboscaron y agredieron a los zapatistas, sino los sectores mayoritarios de la población de Zinacantán, concretamente de Pasté y que presumiblemente son leales al presidente municipal. Si éste es perredista, como antes fue priísta, sabido es, como bien dice Fernández Christlieb, que "no existe una línea concertada entre los gobiernos del PRD [en este caso el presidente municipal de Zinacantán] y los órganos directivos del partido" (p. 427).

Dolores Camacho y Arturo Lomelí (Ojarasca 84, abril de 2004) escribieron, refiriéndose a Zinacantán: "por todos es sabido que el problema real es que los zapatistas no se ciñen a las órdenes del ayuntamiento municipal y tampoco comparten sus prácticas políticas." Y añadieron: "En lo político hay una tradición priísta pero como en todos los pueblos indios de Chiapas, se trata de un priísmo particular, que desarrolla una cultura política de unipartido (con todos sus males) pero fundamentada en los principios organizativos tradicionalistas indígenas." Muchos de esos priístas son ahora perredistas, pero es un perredismo conveniente que no tiene nada que ver con la aceptación del PRD por sus documentos básicos.

Los mismos estudiosos citados aclararon esta ambigua situación: "Existe un conflicto de los zapatistas de varias comunidades de Zinacantán con las autoridades municipales que desde diciembre del año pasado [2003] decidieron cortar el agua, como una forma de presión de que 'o hacen lo que las autoridades municipales quieren', en este caso, 'dejen de ser zapatistas' -ante la posibilidad de que crearan un municipio autónomo dentro del propio municipio-, 'o váyanse de esas comunidades'." (Camacho y Lomelí, ídem.)

Quizá esta síntesis explique por qué cuando llegaron varios miles de zapatistas a Zinacantán los pobladores de este municipio, en minoría, los emboscaron y los hicieron huir, no sin violencia injustificada. ¿Fueron perredistas? Nominalmente sí, pero en la realidad se trató de otra cosa: los que rechazaron a los zapatistas son los que representan a la mayoría de las comunidades del municipio de Zinacantán, ahora perredistas como antes fueron priístas y mañana otra cosa. "La actuación de los autollamados perredistas zinacantecos -escribieron Camacho y Lomelí-, igual puede ser la de priístas o panistas. Las siglas no cambian las prácticas políticas... Las siglas del PRD han sucumbido ante prácticas políticas violentas ejercidas por grupos de personas que ven en un partido político únicamente la posibilidad de acceder al poder."

Otro argumento compartido desde diferentes posiciones es que AMLO está rodeado de priístas. Sobre esto ya he escrito y no tiene sentido que me repita. En síntesis, Cárdenas también estuvo rodeado de priístas y algunos de ellos fueron colaboradores de Echeverría, ahora acusado de genocidio. Los neocardenistas no objetaron esa asociación de Cárdenas con ex colaboradores de asesinos, pero ahora sí, en referencia a ex priístas que rodean a López Obrador. La vara con la que medían se encogió o, milagrosamente, desapareció para ser sustituida por otra revestida de una nueva moral que hace 15 años no existía. Se dice que Manuel Camacho fue uno de los principales colaboradores de Salinas, y es cierto, pero se omite a los principales colaboradores de Camacho que fueron parte de lo mismo. ¿Por qué se menciona a unos y no a otros o a todos? ¿Por la ética política que se supone caracteriza a la izquierda si ésta quiere ser tal? Cuando Camacho era comisionado para la paz y la reconciliación, en representación personal de Salinas, fue elogiado por su actitud en el diálogo de San Cristóbal, y el comandante Juan del EZLN expresó que en ese diálogo no hubo "compra y venta de dignidades", ni dobleces ni mentiras. ¿Para qué le sigo? Es obvio que son los intereses y los rencores los que han estado hablando, no la ética.

 
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