Usted está aquí: viernes 3 de marzo de 2006 Opinión Textos de duelo

José Cueli

Textos de duelo

En el suplemento Babelia del diario El País (25-02-2006) se publicó la noticia de la reciente aparición del último libro del prestigiado filósofo francés Jacques Derrida, titulado Cada vez única: el fin del mundo.

El libro, publicado por Pre-textos, Valencia (2005), está compuesto por textos necrológicos en los que Derrida refleja el dolor y el duelo concomitantes por los amigos muertos y por el efecto de este dolor en él mismo. Ensayos cargados de emotividad que revelan la parte humana del gran artífice de la filosofía de la deconstrucción.

Es una obra de reflexión y conmoción sobre el dolor de la pérdida de amigos muy significativos no sólo en su vida personal, sino también como interlocutores en la difícil tarea del pensar filosófico.

¿Libro premonitorio? Derrida moriría en octubre de 2004. Texto que él escribió tras la muerte de amigos entrañables a quienes respetaba profundamente: Barthes, Paul de Man, Foucault, Benoist, Althusser, Jabes, Deleuze, Lévinas, Lyotard y Blanchot.

El sentido fundamental del texto versa en la línea siguiente, en palabras del propio Derrida: ''La muerte proclama cada vez el final del mundo en su totalidad única, por tanto irremplazable y por tanto infinita. Como si la repetición del final de un todo infinito siguiera siendo todavía posible''.

Para Derrida, por tanto, la muerte como cada vez única, como fin de mundo. La muerte que es tema recurrente en la obra del pensador.

En espera de poder leer este libro testamentario de ''fin de mundo'', recuerdo uno de Geoffrey Bennington y el propio Derrida de inusitada escritura. En él, ambos autores escriben simultáneamente, en la misma página, sobre el mismo tema. Bennington propone un intento de sistematización del pensamiento de Derrida, mientras éste habla de sí mismo, en un relato marginal que titula Circonfesión. Dicho libro se publicó en español (Cátedra) en 1994, 10 años antes de su muerte.

En dicho texto, Derrida también habla de la muerte, de una despedida, de ''un fin de mundo''. Aborda el deceso de su madre: ''Corrimos, pero ella había recobrado rápidamente el sentido; nos vio a mi hermano y a mí, de pie junto a ella, y nos dijo, con el aire de quien busca algo '¿Dónde estoy?' Después, posando su mirada sobre nosotros, invadidos por la tristeza: 'Enterrad aquí a vuestra madre', declaró. Yo me callé y contuve mis lágrimas''.

Derrida se pregunta por qué consigna estas palabras, las últimas frases de su madre, en el libro que escribe. Pronto se da cuenta del efecto que sobre él tiene el hecho se saber que la madre no volverá a ser nombrada: ''(...) pero ya incapaz de recordar, en todo caso de recordar mi nombre que se ha vuelto para ella, al menos, impronunciable, y escribo esto cuando mi madre ya no me reconoce... ya no tengo nombre''. ¿Cada vez única, simulacro de desaparición, especie o preámbulo de fin de mundo?

Más adelante en su ''circonfesión'', Derrida menciona una frase que su madre emite (prácticamente en agonía) ''tengo ganas de matarme'', a lo que Derrida agrega ''esa es una frase mía, soy yo clavado, pero sólo yo la conozco, la escenificación de un suicidio y la decisión ficticia, pero tan motivada, convencida, seria, de poner fin a mis días, decisión constantemente renovada, ensayo que ocupa todo el tiempo de mi teatro interior, la representación que me doy sin descanso, ante una multitud de fantasmas, un rito y una efusión que conocen pocos límites en la medida en que tienen garantizada la invisibilidad...''

La única certeza que tenemos en la vida es la muerte, quizá pensar en ella pueda darle un poco más de sentido a lo efímero de la vida.

 
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