Usted está aquí: miércoles 1 de marzo de 2006 Opinión Pasta de Conchos: el ejército de la noche

Alejandro Nadal

Pasta de Conchos: el ejército de la noche

La tragedia de los mineros en Coahuila es una triste alegoría del capitalismo. En ella se combinan las empresas insaciables, los sindicatos corruptos, el gobierno ineficaz y mediocre, los trabajadores en el socavón y una nación cansada de tanta basura. En la coreografía del calvario minero desfilan los personajes habituales: desde antiguos funcionarios, hoy convertidos en consejeros de empresa, hasta líderes sindicales serviles de décadas. Los personajes de la epopeya del oro del Rin, leída como parábola del capital, vienen a la mente por esta procesión de prototipos. Cada elemento de la tragedia de Pasta de Conchos tiene su contrapartida en el mito del capital al estilo Wagner.

El oro del Rin es el principio de la destrucción del mundo de los dioses antiguos y el comienzo de la barbarie cívica del capitalismo. Alberich, el nibelungo enano, roba el oro del Rin, renunciando al amor con el fin de obtener el poder sobre todos. Las ninfas del río le revelan el secreto: ''Aquel que forje de oro del Rin el anillo/ Que le otorgará una fuerza inmensa /Podrá ganar para sí la riqueza del mundo/ Sólo el que abjure del amor/ Obtendrá los poderes para hacer del oro un anillo''.

Al apoderarse del oro, Alberich desfigura la naturaleza y destruye la vida en la ciudad, rompiendo el tejido social. La minería no es solamente la actividad más agresiva en materia ambiental, degradando acuíferos y suelos. La mina de los nibelungos es una gruta fétida en la que impera el leitmotiv de la servidumbre y se arruina la vida de las comunidades que la rodean.

Los nibelungos son el proletariado, explotado, sometido y vigilado. Una vez entrado en la circulación del capital, Alberich atormenta a su pueblo, forzándolo a trabajar día y noche. Mime le fabrica un yelmo mágico que permite hacerse invisible y adoptar todas las formas posibles, desde serpiente portentosa hasta batracio insignificante. En épocas de crisis el capital prefiere la liquidez para escapar hacia un lugar seguro. Es la metáfora del capital en su forma líquida: puede escoger mil modalidades y reproducirse, adaptarse y ser flexible.

Wotan es el peor de todos. Envidioso, diligente en el engaño, dispuesto a entregar a Freia a los gigantes como pago por su nueva residencia palaciega en el Valhala. Su ambición burguesa no tiene medida, es delirante. Con engaños quita todo a Alberich: el yelmo, el oro y el anillo.

Con ello se hace acreedor de la maldición: quien tenga el anillo vivirá en el terror, consumido por la angustia de perderlo. Al igual que con el oro, el poseedor del anillo será su esclavo y lo único que logrará será atraer a su asesino. Aun así, Wotan no puede romper los pactos y debe pagar a los gigantes. El capitalismo irrumpe y el hilo conductor de la epopeya será la muerte de los dioses.

Los gigantes Fasolt y Fafner, que reclamarán el anillo de oro del Rin como dividendo, constituyen el preámbulo del capital. Representan los grandes grupos corporativos, testimonio de la lucha fratricida entre capitalistas: Fafner asesina a Fasolt y cumple con la maldición del oro.

Los objetos materiales no dicen nada sobre las relaciones sociales. Aquí entra Marx: por el simple olor del pan recién horneado, nadie puede saber si sus ingredientes fueron producidos bajo el látigo brutal del amo de esclavos, el señor feudal o el ojo inquieto del capitalista. Pero todos los objetos, incluyendo el carbón extraído en Coahuila, pueden transformarse en oro; sólo se necesita pasar por una forma de circulación mercantil para lograrlo.

Todos los precios de los minerales producidos por Grupo México aumentaron de manera notable entre 2001 y 2004. El cobre se incrementó 77 por ciento, el zinc 20 por ciento, la plata 53 por ciento, el oro 51 por ciento y el molibdeno 56 por ciento. Nada mal. Los precios internacionales del carbón también aumentaron en 2004 y 2005 por la demanda de China y la debilidad del dólar. La producción en Nueva Rosita siguió a la baja debido al agotamiento de las vetas ya explotadas. Pero en 2004 la empresa invirtió para expandir la capacidad de la mina Pasta de Conchos y buscaba doblar la producción de carbón coquizable. A ver cómo quedaron sus planes después de la tragedia. Por lo pronto sus acciones cayeron, pero el grupo se recuperará por su alta diversificación.

Para las ganancias del Grupo México, la rapaz empresa ''dueña'' de la mina Pasta de Conchos, el destino de los mineros con salario de esclavos es poca cosa. El último informe disponible en la página electrónica de la empresa tiene un poco de todo, pero brilla por su ausencia un capítulo sobre seguridad laboral o apoyo a las comunidades que viven alrededor de las minas. Al Grupo México le ayuda Mime, triste figura de sindicato corrupto y su séquito de consejeros provenientes de la legión de funcionarios de los últimos tres sexenios. La seguridad del ejército de nibelungos nunca fue una prioridad. El poema musical épico de Wagner proporciona un réquiem adecuado a la tragedia en San Juan de Sabinas. La maldición recaerá sobre los dueños del oro.

 
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