Usted está aquí: jueves 23 de febrero de 2006 Cultura Recorrido por los aportes de un tlamatini, hombre sabio, para comprender el mundo prehispánico

Se realizaron varias mesas redondas en homenaje al notable académico

Recorrido por los aportes de un tlamatini, hombre sabio, para comprender el mundo prehispánico

MONICA MATEOS-VEGA

En el mundo prehispánico se definía al sabio así: ''Suya es la tinta negra y roja, de él son los códices, él mismo es escritura y sabiduría, es camino, guía veraz para otros, cualquiera es confortado por él, es corregido, es enseñado, gracias a él la gente humaniza su querer y recibe una estricta enseñanza, conforta al corazón, conforta a la gente, ayuda, remedia, a todos cura".

Este parece ser un retrato de Miguel León-Portilla, hecho con bastante antelación, señaló el escritor nahua Librado Silva Galeana durante su participación en la mesa redonda Vivir la historia, que se realizó ayer en el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM como homenaje al autor de Ritos, sacerdotes y atavíos de los dioses, en la celebración por sus 80 años de vida.

Participaron Mercedes de la Garza, Alfredo López Austin, Pilar Máynez, José Rubén Romero y Xavier Noguez, quienes disertaron sobre las aportaciones de León-Portilla a la difusión del pensamiento indígena, de la fundación del Seminario de Cultura Náhuatl, la reflexión lingüística en la obra del investigador, así como la relación con sus estudiantes indios, su papel docente y su enorme entrega en la interpretación de los códices prehispánicos.

A propósito de este último rubro, el historiador narra a La Jornada su experiencia en la búsqueda de esas delicadas y bellas joyas documentales: ''Un día llegué a Dresde, Alemania, y fui a su biblioteca estatal. En alemán le dije a la bibliotecaria, 'quiero ver el Códice Dresde'. Ella sacó una reproducción del Fondo de Cultura Económica. Le repliqué, 'ésa la tengo en mi casa. Quiero ver el original'. Entonces llamó a la directora del recinto, a quien dije: 'quiero saber si su biblioteca es buena. Si es así tendrán más de un libro mío'. Ella buscó y encontró como siete. Bromeando, le dije: 'sí, es buena, pero puede ser mejor, le voy a mandar otro'.

''Entonces me llevó a la cámara de los libros reservados. Me mostró un escrito de Lutero, un original de Hegel, uno más de Schiller, otro de Goethe. Luego de una pausa, me dijo: 'ahora, mire nuestro tesoro: el Códice Dresde.'

''Se dice que este códice se dañó mucho durante la Segunda Guerra Mundial, porque los aliados, a manera de venganza, destruyeron Dresde. Pero no, guarda buen estado. Se nota que lo restauraron, pero quedó una página al revés. Se lo hice ver a la directora de la biblioteca, quien me contestó: 'mejor ya no le demos vuelta porque va a quedar peor'.''

Otro ''viejo conocido'' de León-Portilla es el Códice Madrid, que el Museo de América, en la capital española, posee desde 1964. El recinto exhibe una réplica hecha por la editorial Testimonios y el original reposa en una bóveda de seguridad.

''En el Museo de América pedí ver el original, el que hicieron en España, y otro elaborado en Austria. Este parecía como los monitos de los periódicos que no registran bien los colores. Pero el realizado por Testimonios es casi perfecto. Sólo le pondría un pero, que tiene los colores un poco más intensos, lo cual quizá hicieron a propósito pensando que el códice original se había decolorado con el paso de los años", concluyó el tlamatini (hombre sabio, en náhuatl).

 
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