Usted está aquí: miércoles 22 de febrero de 2006 Opinión La jerarquía católica ante las elecciones

Bernardo Barranco V.

La jerarquía católica ante las elecciones

Durante los procesos electorales la jerarquía católica ha sabido posicionar sus intereses y agenda como pocos actores. Sabe muy bien aprovechar la debilidad coyuntural del sistema político y experimentadamente negocia con la clase política condiciones y entendimientos. Los candidatos y los partidos se convierten en entusiastas cómplices de la alta jerarquía en el juego quimero del llamado "voto católico". Se abandona el kulturkampf para entrar al terreno del pragmatismo y el intercambio de legitimidades.

Los obispos saben que los procesos lectorales son momentos en que se ponen en juego nuevas correlaciones y equilibrios de fuerza; han aprendido, al igual que los empresarios, a apostar por los principales contendientes, dejando abierta la puerta incluso con las opciones menos cercanas. Durante más de 20 años que hemos venido observando el comportamiento político social de los obispos, sus principales demandas se mantienen alrededor de cinco grandes ejes que de manera esquemática se describen aquí.

1. Crítica al modelo económico neoliberal que ha prevalecido por décadas en el país, el cual se busca sustituir por uno más social y equitativo.

2. El segundo frente es el reclamo sobre el abandono de los valores cristianos y la moral social. La Iglesia realiza un diagnóstico crítico, más con Benedicto XVI, sobre el estado actual de la sociedad moderna secular y sobre su futuro; aspira a fomentar una ética basada en los valores católicos y en una antropología cristiana capaces de ofrecer a la sociedad la oportunidad de corrección de las conductas sociales hoy perniciosas. Temas conocidos están en disputa: el aborto, el control natal, la familia, la corrupción, el papel de la mujer, el uso de anticonceptivos, la sexualidad, entre otros, son centro de los debates.

3. En torno a la cuestión educativa, históricamente la Iglesia católica anhela acceder a la educación primaria pública, así como a poder brindar instrucción religiosa y moral a una población más amplia.

4. La posesión de medios de comunicación electrónicos. Con la creciente preponderancia de los medios como herramienta proselitista, la Iglesia ha anhelado no sólo contar con medios propios, sino utilizar los espacios existentes aprovechando la catolicidad de los propietarios de las concesiones.

5. La Iglesia católica no oculta su preocupación por el ascenso amenazante y sostenido de los nuevos movimientos religiosos, especialmente pentecostales, diversos grupos del new age, y otras religiosidades como la Santa Muerte. La jerarquía católica quisiera protección y trato privilegiado tanto del gobierno como de los medios de comunicación frente a la explosión de estos nuevos reavivamientos, prácticas y movimientos religiosos que ganan terreno y propician un mercado religioso cada vez más competido y amenazante.

Hemos asistido a un complejo y lento proceso de transición del sistema político mexicano, que ahora desde la alternancia busca consolidar una sociedad más democrática. Las iglesias se han beneficiado con dicho proceso, que se remonta a los terremotos de 1985. Ante la evidente incapacidad del gobierno de Miguel de la Madrid, las organizaciones religiosas emergieron como portadora de expresión de una sociedad civil aletargada. Asimismo, el proceso electoral de Chihuahua de ese mismo año desató grandes controversias. El obispo Alberto Almeida Merino se rebeló contra las condiciones impuestas por el sistema absoluto priísta, imperante entonces, amenazando con el cierre de templos, pugnando por una mayor democratización de los procesos electorales. Si bien el conflicto llevó a la intervención del Vaticano y al disciplinamiento del obispo rijoso, el caso de Chihuahua abrió a partir de 1985 las puertas para una intervención más abierta del clero mexicano en las contiendas políticas.

Sin duda las visitas de Juan Pablo II, especialmente las del 1979 y 1990, influyeron para un mayor posicionamiento político de la jerarquía. La iglesia contó con un operador político eficaz en Girolamo Prigione, representante papal por más de 19 años, quien concentró la interlocución política con el gobierno y la conducción propia de la Iglesia. Así recordamos el llamado del entonces vocero del episcopado, Genaro Alamilla, en el lejano 1988 a "hacer política moderna" al candidato Carlos Salinas de Gortari; las famosas intermedias de 1991, muy cruzadas por los acuerdos Prigione-Salinas de reconocimiento jurídico de las iglesias. En este proceso electoral muchos obispos se vieron muy solícitos con el gobierno advirtiendo a la feligresía que era "pecado no votar".

En estos años la Iglesia ha aprendido a hablar y actuar más durante las contiendas. La jerarquía ha sido mucho más audaz verbalmente y gestora de iniciativas de promoción de una conciencia ciudadana por el voto y hasta de franca acción proselitista de su bajo clero y feligresía. En 2003, por primera vez en la historia moderna de nuestro país, varios obispos fueron demandados por partidos políticos, como México Posible, por realizar abierto proselitismo en su contra. También se vio en las elecciones de 2000 un episcopado no solamente dividido, sino confrontado. La disputa se concentró simbólicamente en torno a un documento: Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos, el cual miraba con simpatía la alternancia.

La paulatina y creciente irrupción del cuerpo eclesial en las elecciones, teniendo a la jerarquía como actor estelar e instancia política visible, es un hecho incontestable; sin duda se ha visto favorecida por una intención clerical más protagónica. La línea tenue entre valores católicos y opciones políticas será componente central en el proceso electoral que actualmente vivimos. Por lo menos desde Roma hay luz verde; así, la orientación para que los fieles no voten por aquellos partidos que muestran desapego moral a la normatividad católica, especialmente en materia sexual, será, como en el pasado proceso, una bomba mediática.

¿Se volverán a atrever los obispos? ¿Cuál será la actuación del secretario Abascal, tan firme en sus convicciones personales?

 
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