Usted está aquí: miércoles 22 de febrero de 2006 Capital CIUDAD PERDIDA

CIUDAD PERDIDA

Miguel Angel Velázquez

Beatriz Paredes y su silencio cómplice

Puebla, el edén doloroso de Madrazo

Focos rojos priístas

EL ASUNTO Lydia Cacho ha dejado al descubierto no nada más al abominable hombre de Puebla y al despreciable industrial de la mezclilla, también, y eso debe tomarse muy en cuenta, por los tiempos de campañas políticas que corren, a la candidata del PRI, Beatriz Paredes, que es incapaz de pronunciarse, fuerte y precisa, sobre el escándalo.

ES EVIDENTE que Roberto Madrazo y su partido protegen, hasta donde les es posible, al gobernador de Puebla, y ello no sólo por la amistad que existe entre ellos, sino porque Puebla es, según dicen sus propios militantes, el único bastión seguro para ese organismo político.

LOS OTROS dos pilares priístas, Veracruz y el estado de México, ya figuran en el mapa de ese partido con focos rojos. El asunto es sencillo y ya se podía tener como seguro.

EN EL estado de México, las ambiciones del ex gobernador, Arturo Montiel, hicieron que el mismo PRI hiciera correr las informaciones sobre el enriquecimiento brutal, ilícito, suponen muchos, casi todos, del funcionario durante su gestión.

EL MANDATARIO actual, Enrique Peña, que suponía que después de la farsa de su elección interna encontraría una entidad sin mayores problemas, enfrenta sin duda el descrédito que le heredó su antecesor y no levanta cabeza por más publicidad que se hace.

EN VERACRUZ no es necesario el antecesor, el gobernador actual va de descalabro en descalabro, desde las dudas que levantó su elección ha ido en constante descenso, y la gente ya no quiere saber nada de ese partido.

Y PUEBLA era el edén. La manipulación de Mario Marín parecía haber contenido las inconformidades de la población, pero la bomba era de mecha corta y estalló muy rápidamente. La población ya empezó a despertar y las críticas empiezan a ser parte de la plática constante de los poblanos.

POR ESO a Madrazo le duele tanto Puebla. El PRI se ha desfondado y parece no tener remedio. El plan de contención de daños, que pasa necesariamente por el silencio, se convirtió en dogma. Callar es lo más importante, y eso lo entendió a la perfección Beatriz Paredes.

SOBRE TODO cuando la candidata a la jefatura de Gobierno sabe con certeza que ya no tiene nada que ofrecer a la gente de la ciudad de México, porque no cumplió, cuando la circunstancia se presentó, con la amenaza de dejar al partido que hoy la postula, al que le endilgó toda clase de calificativos en contra, y a su candidato a la Presidencia de la República, a quien repudió una y otra vez.

PERO PEOR que todo ello, y la gente de la ciudad ya lo tomó en cuenta, es su silencio sobre la actitud del gobernador de Puebla, su correligionario, a quien es incapaz de criticar.

Y SON las mujeres quienes primero que nadie se han preguntado ¿qué pasó con la candidata priísta que se dice defensora de la mujeres? Tal vez sea cierto, las defiende mientras no se trate de atacar a uno de los suyos, al que perdona con su silencio.

CADA UNA de las palabras, cada uno de los insultos que Mario Marín profirió en contra de Lydia Cacho se los saben de memoria las mujeres que están comprometidas con la lucha de su género, y las que no también. Por eso condenan la complicidad de la candidata priísta.

POCO O nada, promesas vacías, eso es lo que ahora se espera de Beatriz Paredes, que en un momento clave no supo cumplir con su palabra y que ahora evade su responsabilidad como mujer de la política, frente a una acción que agravia y humilla a las mujeres. Por eso hay quien la empieza a llamar: Bety la muda. Ni hablar.

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