Usted está aquí: lunes 20 de febrero de 2006 Opinión APRENDER A MORIR

APRENDER A MORIR

Hernán González G.

Giordano Bruno, ejemplo

EL VIERNES PASADO se cumplieron 406 años de la muerte infamante del filósofo y escritor italiano Giordano Bruno (Nola, 1548-Roma, 1600), que luego de siete años en un calabozo fue quemado en la hoguera por órdenes de la Inquisición, acusado de herejía, es decir, de errores en materia de fe o, mejor dicho, del imperdonable delito de pensar por sí mismo y disentir de lo ordenado por una institución que siempre ha preferido la obediencia a la capacidad de reflexión de sus seguidores.

BRUNO, PRIMER PENSADOR italiano que empleó el idioma nacional para escribir su vasta obra -textos sobre Raimundo Lulio, así como mnemotécnicos, didácticos, filosóficos, éticos e incluso una comedia: El candelero- ingresó a los 16 años en la orden de los dominicos, misma que abandonó para dedicarse a recorrer varios países de Europa, obteniendo gran éxito con sus lecciones filosóficas en París y en Oxford.

A LOS 36 años publicó De la causa, principio y uno, así como el interesante diálogo Expulsión de la bestia triunfante donde, con un valor civil y una congruencia que a la postre le costarían la vida, acusa a diversos monasterios de avaros y disolutos, pone en duda la naturaleza de los milagros cristianos y afirma que las escrituras hebreas no poseen más autoridad que los mitos griegos, con lo que empieza a ser perseguido.

DEFENDIO EL SISTEMA heliocéntrico de Copérnico, que utilizó además como arma dialéctica para combatir la concepción aristotélica de un universo cerrado, pero fue más allá al sostener que el universo es infinito y que por lo tanto cualquier punto del universo puede ser su centro. Esta consideración cosmocéntrica sería confirmada por la ciencia en el siglo XX.

EN TERMINOS GENERALES Bruno identifica a Dios con el universo y sostiene que el alma humana es una porción de la divina, y por ello mismo inmortal. La misión del ser humano sobre la tierra es la adoración entusiasta y alegre de esa infinitud, espejo de la divinidad, afirmaba convencido.

ADELANTADO CUATRO SIGLOS a un humanismo panteísta que hoy busca contrarrestar posiciones arcaicas y autoritarias, este pensador napolitano insistió en que Dios y universo eran dos nombres distintos para designar una misma y única realidad, que podía considerarse como la esencia creadora de todas las cosas o como el conjunto de las posibilidades realizadas, en las que dicha esencia se manifiesta a sí misma.

EN MATERIA TANATOLOGICA interesa saber que Bruno sostuvo igualmente que el alma humana, al ser una especie de bumerang que participa tanto del proceso de desarrollo hacia fuera como del proceso de desarrollo hacia adentro, puede desear en el momento de la muerte no ser disuelta con el cuerpo, que es fruto del movimiento hacia fuera, y volver a Dios, de donde procede, y ser reabsorbida en él.

SE OTORGUE O no valor a las percepciones giordanas su rechazo a las imposiciones del poder y su convicción de que la libertad es más poderosa que la muerte y la tortura, siguen siendo ejemplares.

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