Usted está aquí: sábado 18 de febrero de 2006 Política Montó el PRI una marcha de desagravio para el gobernador

Amenazan a burócratas poblanos para que participen

Montó el PRI una marcha de desagravio para el gobernador

MARTIN HERNANDEZ ALCANTARA LA JORNADA DE ORIENTE

Puebla, Pue., 17 de febrero. "Mi gober precioso, el pueblo está contigo" decía una enorme manta que apareció a mitad del contingente que hoy desfiló por el Zócalo de esta ciudad durante tres horas y media en lo que fue la manifestación convocada por las "fuerzas vivas" del PRI en respaldo al mandatario estatal, Mario Marín Torres.

Pero fueron las consignas, distribuidas a los manifestantes, las que brindaron la estampa exacta del talante que tuvo la manifestación: "¡Marín, seguro, a los periodistas dales duro!" o "¡Televisa y La Jornada, se van a la chingada!"

Los cálculos más conservadores indican que hubo 10 mil participantes, los más optimistas, es decir, los de los organizadores, afirmaron que por lo menos hubo 50 mil personas. Sin embargo, trabajadores del gobierno estatal, del ayuntamiento y transportistas denunciaron presiones para asistir a la marcha, pues de lo contrario perderían sus trabajos.

Lo cierto es que el contingente estuvo formado primordialmente por organizaciones afines al PRI -comerciantes informales, sindicatos oficiales y la estructura burocrática del Poder Ejecutivo y los ayuntamientos de extracción priísta-, y no se trató, como lo quiso hacer pasar la dirigencia del partido tricolor, de un "repudio ciudadano" al "linchamiento" que dice padecer el titular del Poder Ejecutivo local por la publicación de sus conversaciones con Kamel Nacif, en los días del encarcelamiento de la periodista Lydia Cacho Ribeiro.

Las pruebas fueron irrefutables: las columnas llevaban mantas o cartulinas con letras verdes, negras y rojas, y en ellas aparecían las siglas, nombres y acrónimos de los participantes. Por ejemplo, de la Alianza de Agrupaciones Autónomas, la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos, la Red de Mujeres y el Sindicato Unico de Empleados y Trabajadores del Honorable Ayuntamiento de Puebla, el mismo que tuvo su auge cuando Marín fue presidente municipal de la capital del estado.

Desde antes que comenzara la "marcha por la honestidad" -otros la llamaban "por la dignidad"-, comenzaron a llegar a medios de comunicación locales correos electrónicos o llamadas telefónicas denunciando que mandos altos y medios de la burocracia estatal estaban coaccionando a los trabajadores de base para asistir al acto.

Asistencia voluntaria pero se pasaría lista

El modus operandi de esas presiones fue relatado de viva voz a este periódico por un trabajador de finanzas, quien dijo que desde temprano los jefes de departamento y directores reunieron a sus subalternos y les "recordaron" que a las cuatro de la tarde había la marcha, que "no era obligatoria" la asistencia, pero que se pasaría lista y que los nombres de los ausentes se entregarían al titular de la dependencia, Gerardo María Pérez Salazar, quien actuaría "en consecuencia".

Un funcionario de nivel medio intentó persuadir a los empleados de que le debían "lealtad" a Marín porque "gracias a él" tenían trabajo, que el gobernador era como "el dueño de la empresa" y que ellos estaban obligados a respaldarlo. Cuando los trabajadores mostraron su asombro, el individuo expresó, palabras más, palabras menos: "todos tenemos un amigo incómodo" (sic).

A la estructura del servicio público estatal se le permitió salir de sus oficinas desde la una de la tarde. Una buena parte de los burócratas participaron en el desfile, aunque la mayoría tenía un gesto serio y otros sonreían nerviosos, como avergonzados.

Las comunidades gobernadas por el PRI aportaron su cuota de acarreados. Un reportero contó 30 camiones de pasajeros provenientes de Tehuacán, que transportaron unos 900 servidores públicos.

Una señora se comunicó a esta casa editorial para informar que desde las primeras horas del día la presidencia municipal de Tilapa estuvo cerrada debido a que los burócratas se trasladaron a la ciudad de Puebla; algo similar aconteció en el ayuntamiento de Izúcar de Matamoros.

También se supo de presiones para que estudiantes de la Universidad Autónoma de Puebla y otros centros escolares acudieran a la manifestación, aunque no fueron los jóvenes el principal sector de la marcha, sino hombres, mujeres y niños oriundos de juntas auxiliares y colonias populares, donde los seccionales del PRI mandan.

Se rumoró que en las colonias populares, los presidentes municipales suministraron agua potable desde muy temprano a las casas y cerca de las 10 de la mañana ya estaban divulgando la especie de que la inasistencia al desfile costaría dos semanas sin recibir el líquido. Otras versiones afirmaron que el PRI pagó hasta 500 pesos por persona para convencer a los más renuentes.

Los camiones usados para el acarreo fueron estacionados en todas las arterias aledañas al Paseo Bravo, a lo largo del Eje 11 Norte-Sur, de gran tráfico, y la Reforma -del centro histórico- fue bloqueada con camiones de volteo de empresas constructoras que hacen obra al gobierno estatal.

Lo cierto es que minutos antes de que la marcha comenzara se repartieron refrescos, tortas y otros alimentos a las huestes del tricolor que también recibieron playeras, gorras y calcomanías con leyendas como "yo con Mario Marín" y "no más amarillismo de la prensa".

La marcha inició en el Paseo Bravo y siguió hasta el Zócalo, donde se instaló un templete desde el cual se manifestaron apoyos al titular del Poder Ejecutivo poblano; 178 presidentes municipales firmaron un desplegado en favor de Marín, que fue enviado a varios medios de comunicación.

"Los niños te queremos"

Fueron los priístas de cepa los que marcharon con más entusiasmo, incluso con niños al frente con pancartas que decían: "Los niños te queremos y apoyamos Mario Marín". Muchos portaban papeletas con porras impresas en el siguiente orden: "¡Marín, amigo, el pueblo está contigo!", ¡Marín escucha, estamos en tu lucha!", "¡Apoyo total, al gobierno estatal!", "Los poblanos unidos, jamás serán vencidos!", "Repudio total, a la ultraderecha nacional", ¡Calderón, entiende, la patria no se vende!" y "¡Panistas, fascistas, los tenemos en la lista!"

Los tricolores se alentaban mutuamente con porras, reían, se palmeaban, hacían piruetas. Llevaron bandas de guerra, matracas, altavoces con sirenas y hasta 60 camiones de volteo.

Desde la parte alta de un hotel situado frente a la plaza de armas, el diputado José Alarcón Hernández, principal colaborador de Emilio Chuayffet Chemor, coordinador de la fracción parlamentaria del PRI en la Cámara de Diputados, observaba la escena. Otros priístas de relevancia local, como las ex legisladoras federales Enoé González Cabrera y América Soto, junto con Alejandro Armenta Mier -director del Sistema Estatal de Desarrollo Integral de la Familia-, observaron los hechos cómodamente desde el restaurante del establecimiento.

En ese mismo hotel deambuló el empresario Julián Hadad, eterno aspirante a una candidatura priísta a diputado, y quien tiene amistad con "Juanito Naked" o Hanna Naked Bayeh, empresario textilero que explota a los reos del penal de San Miguel -donde estuvo presa Lydia Cacho- e íntimo amigo de Kamel Nacif Borge.

 
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